La capital de EEUU será el lunes un auténtico fortín. Una toma de posesión sin precedentes exige medidas excepcionales: nunca antes había jurado el cargo un presidente que sobrevivió a dos intentos de asesinato en plena campaña electoral, antes incluso de poner su mano sobre … la Biblia.
Noticia relacionada
«El 13 de julio fue nuestra llamada de atención y eso no puede volver a ocurrir de ninguna manera», advirtió Matt MacCool, director de la oficina de Washington del Servicio Secreto, a cargo de este colosal dispositivo. Sean Curran, el agente que se lanzó sobre Trump en el mitin de Butler (Pensilvania) al oír las balas, ha sido elegido por el mandatario para dirigir esta agencia durante el proximo mandato «y detener esta locura», anunció su hijo Donald Trump Jr. el viernes en X.
Desde que el líder republicano ganó las elecciones el 5 de noviembre, más de una docena de agencias han entrenado sin descanso para proteger esta toma de posesión. Según un informe filtrado por ‘Politico’, los expertos creen que los extremistas verán este evento como «la última oportunidad» para impedir su vuelta al poder. Durante toda la semana, el retumbar de los martillos ha resonado en las calles para instalar sobre las aceras casi 50 kilómetros de vallas metálicas, más que en ninguna otra ocasión en la historia.
El perímetro de cinco kilómetros alrededor del Capitolio y la Casa Blanca es ahora un laberinto custodiado por 4.000 policías locales y miles de agentes federales. La Guardia Nacional de Washington DC se ha reforzado con efectivos de otros cuarenta Estados, según ha difundido en un comunicado. En la jura de Biden desplegaron 25.000 miembros.
Enfundados en abrigos de plumas y sombreros de piel, los funcionarios han ensayado repetidas veces la ceremonia para mantener engrasado el dispositivo de protección. Sin embargo, cuando ya estaba todo atado, «a petición del presidente electo» tuvieron que anunciar que la juramentación se trasladará al interior del Capitolio por cuestiones meteorológicas. Esto ocurría el viernes, apenas dos días antes de la investidura que ha desatado el mayor operativo de seguridad en la historia de Estados Unidos. La ola de frío polar que se cierne sobre el noreste del país, con temperaturas de -15 C, sin contar el factor viento, justificaba la decisión que anunció el propio Trump en las redes sociales como una «orden». Se trataba también de un gélido recordatorio sobre la impredecibilidad del nuevo presidente y los retos que presenta.
El cambio, en cualquier caso, a recintos cerrados y más pequeños parece suponer un alivio a su equipo de protección. Como máximo podrán albergar a 20.000 invitados frente a las 220.000 entradas cursadas en los actos originales
Paradójicamente, su seguridad estará en manos de la Policía del Capitolio, la misma que defendió el edificio del ataque del 6 de enero de 2021. Muchos de sus agentes, marcados por aquel día, aún lidian con el trauma. «Así es como voy a morir», recordó entre lágrimas el sargento Harry Dunn cuando declaró en el Congreso. Los policías estaban en desventaja frente a los insurrectos de las gorras MAGA (Make América Great Again), que se abalanzaron sobre ellos al grito de «Joe Biden no es el presidente».
Vuelven los «patriotas»
Seis meses después de aquel asalto, el sargento Dunn y muchos de sus compañeros seguían en terapia psicológica para superar el trauma. Cuatro de ellos se suicidaron. Uno murió horas después de un infarto. Más de mil personas han sido condenadas por su participación en esa revuelta. Trump ha prometido perdonarlos en la primera hora de su mandato, por lo que el lunes el millar de agentes que le defenderá de cualquier extremista podrá verse de nuevo con las mismas caras de su peor pesadilla.
Muchos de los «patriotas» que aquel 6 de enero volvían a sus hoteles con los trofeos saqueados del Congreso regresan este fin de semana a Washington con la euforia del triunfo electoral de su líder. Algunos se lo pensaron antes de subir al avión, al enterarse de que los desfiles se han suspendido o reducido al confinarse los actos a recintos cerrados, pero como ni billetes ni hoteles suelen ser reembolsables, su líder les ha prometido que los visitará en el Capitol One Arena, después de que le vean prestar juramento por las pantallas.
Quienes se manifestaban ayer contra el presidente electo en las calles de Washington desafiando el frío polar y bajo la atenta mirada de las cámaras eran los que temen estar viendo a un tirano subir al poder. La denominada ‘Marcha del pueblo’ reunió a decenas de miles de personas convocadas por un colectivo que agrupa a movimientos a favor de los derechos civiles y la justicia social,« Me da miedo que vaya a provechar la excusa de la seguridad para convertir esta ciudad en un estado policial», decía Amber Francis, una voluntaria de 38 años que trabaja en asesoría de negocios para una cadena hotelera. «Ahora que está aquí la Guardia Nacional, los drones vigilándonos a todos y la Policía por todas partes, igual quiere normalizar esa situación».
La amenaza de un lobo solitario es la que más preocupa a los Servicios Secretos, porque esos individuos que no comparten sus planes con nadie son los más difíciles de detectar y se escapan a los filtros de Inteligencia. Amber, que vive en Washington, no se siente cómoda con la Policía y el ejército en cada esquina.
De ahí que ayer fuera más difícil hablar con las denominadas ‘mujeres de los gorritos rosa’ que en 2017 se manifestaban con determinación, decididas a proteger sus derechos de género ante Trump. «La fuerza está en los números», decía Amber, pero los 50.000 movilizados que se calculaban en la marcha crítica de ayer distaban mucho del millón de mujeres de la primera investidura de Trump. Hace tres meses algunas habían comprado su billete de avión para celebrar a Kamala Harris como primera mujer presidenta. «Nos quedamos en shock» cuando fue derrotada, recordaba Leslie Gainer, una californiana de 67 años que decidió mantener sus planes de viaje.
La imagen desafiante del rostro ensangrentado con el puño en alto chocaba con la del presidente que el viernes desmontó los festejos públicos para refugiarse en el interior del Capitolio, a juicio de los demócratas, que se burlaron de él en las redes sociales. «He asistido a incontables mítines en los que el presidente Trump habló en condiciones meteorológicas extremas», le defendió su aliada y congresista Marjorie Taylor Greene. «¿No será que hay una amenaza de seguridad más allá de las temperaturas?», se preguntó.
El «Estado profundo»
El locutor aficionado a las conspiraciones, Alex Jones, culpaba de esa hipotética amenaza a «los terroristas del Estado profundo», convencido de que el FBI, la CIA y otros poderes del Estado no permitirán que mañana se convierta de nuevo en presidente y «drene el pantano».
Fue precisamente el FBI el que abortó en octubre el asesinato por encargo que preparaba Irán, que se la tiene jurada por la muerte del general comandante de la Guardia Revolucionaria Qassen Soleimani a manos de un drone en 2020. «Los Servicios Secretos somos los guardianes de nuestra democracia y pueden estar seguros de que esta investidura va a ser el acto más protegido que haya ocurrido jamás», prometió McCool en conferencia de prensa.
Soy William Abrego, me uní como ejecutivo de SEO y me abrí camino hasta el puesto de Gerente Asociado de Marketing Digital en 5 años en Prudour Pvt. Ltd. Tengo un conocimiento profundo de SEO en la página y fuera de la página, así como herramientas de marketing de contenido y diferentes estrategias de SEO para promover informes de investigación de mercado y monitorear el tráfico del sitio web, los resultados de búsqueda y el desarrollo de estrategias. Creo que soy el candidato adecuado para este perfil ya que tengo las habilidades y experiencia requeridas.
Enlace de origen : Trump jurará en un Capitolio blindado bajo la sombra del atentado que sufrió en campaña