Lunes, 20 de enero 2025, 01:31
Eduardo González Martínez-Lacuesta (Madrid, 1955) ha pasado cuatro décadas al cuidado de la salud de todos los habitantes del municipio de Murcia, así que pocos perfiles puede haber más adecuados para tomar el relevo de Manuel Molina Boix al frente de la Asociación Española contra el Cáncer en la Región. Este nuevo reto representa una continuidad natural en la trayectoria de quien ha vigilado la salud pública por tierra, mar y aire. Casi literalmente. Porque uno de los episodios más llamativos de su trayectoria se produjo a bordo de un helicóptero. A principios de julio de 2001 sobrevoló Murcia para identificar todas las torres de refrigeración de la ciudad, mientras en las calles cundía la alarma por una epidemia de legionela que terminaría siendo la mayor registrada en el mundo hasta esa fecha.
«Aquello empezó con una serie de ingresos de pacientes con fiebre de origen desconocida. Hasta que se diagnosticó legionela. Curiosamente, unas semanas antes habíamos organizado unas jornadas sobre legionelosis. Conocíamos la epidemiología y sabíamos cómo actuar», recuerda Eduardo González, quien afrontó la crisis en primera línea, como jefe del área de Salud del Ayuntamiento.
Era urgente cortar el brote, pero no había ningún inventario de las torres de refrigeración. Así que se subió a un helicóptero y las buscó, fotografiándolas una a una para geolocalizarlas. Con esa información, los inspectores se movilizaron para, en primer lugar, apagar las torres, y después proceder a los análisis.
Hace diez años recibió un trasplante que le permitió superar un cáncer de hígado: «Siento que ahora puedo devolver algo de lo que la sociedad me ha regalado»
Nuevos protocolos
La epidemia se manejó con éxito. Se pusieron en marcha protocolos para el diagnóstico rápido. Hubo una gran cantidad de afectados, pero muy baja mortalidad.
Eduardo González y su equipo trabajaron codo con codo con Carmen Navarro, entonces jefa de Epidemiología de la Consejería de Salud. «La colaboración fue muy estrecha, siempre lo ha sido. El Servicio Municipal de Salud asumía tareas que no eran formalmente su responsabilidad. Se encargaban de la vigilancia epidemiológica, su papel ha sido fundamental», destaca Navarro.
El área de Salud del Ayuntamiento ha sido siempre un ejemplo para otras capitales, aunque nunca le hayan sobrado los recursos.
Eduardo González comenzó su trayectoria en este departamento a principios de los años 80. Nacido en Madrid de familia riojana –procede de Haro, donde su padre regentaba una conocida bodega–, estudió Medicina en la Universidad de Murcia porque es donde encontró plaza. Y aquí se quedó. Se especializó en Pediatría y consiguió una beca en el Ayuntamiento para cubrir el programa de salud escolar: pesaba, tallaba y vacunaba a los alumnos. Después se sacó la plaza. Pedro Parra fue su primer jefe. Con él creció el servicio, pero después estalló el escándalo. El sucesor de Parra resultó ser un falso médico: no estaba titulado. Fue destituido y Eduardo González se convirtió en el nuevo responsable del Servicio Municipal de Salud.
La pandemia
Comenzó una larga trayectoria de décadas marcada por el desarrollo de numerosos proyectos. Cuando ya se encontraba casi en tiempo de descuento a la jubilación, llegó la pandemia. Fue un enorme desafío. Los servicios municipales administraron casi un millón de dosis de vacuna, lo que obligó a un despliegue logístico sin precedentes. González trabajó de la mano de José Luis Olivares, jefe de Vacunas.
Ahora, ya jubilado desde 2021, asume un nuevo reto. El cáncer no le resulta ajeno. No solo como profesional, sino como paciente. Hace una década sufrió un cáncer de hígado que superó gracias a un trasplante. «Llevo diez años viviendo gracias a la solidaridad de un donante, y ahora siento que puedo devolver algo de lo que la sociedad me ha regalado», confiesa.
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Enlace de origen : Eduardo González Martínez-Lacuesta, un vigía al cuidado de la salud de todos
