El servicio psicológico para hijos de víctimas de maltrato atiende a 680 menores en 2024

Por este recurso pasaron el pasado año 680 menores, de los que 342 corresponden a nuevos casos, y 338 a aquellos que continuaron la atención iniciada el año anterior. En total, el número de intervenciones en 2024 rozó las 5.000, según los datos provisionales recabados por el Sapmex a cierre del año. En concreto, 4.966. La cifra supone un descenso del 25% respecto a los 908 del ejercicio anterior, un año que registró cifras récord.

Los menores llegan a este servicio a través de la red integral de intervención a mujeres víctimas de violencia de género tras sufrir los daños colaterales del maltrato a sus madres. Los Centros de Atención Especializada a Víctimas de Violencia de Género (CAVI), los Puntos de Atención Especializada (PAE), el centro de emergencia y los juzgados de violencia contra la mujer de la Región son los encargados de detectar la necesidad de un intervención psicológica en estos niños y niñas que arrastran «historias muy duras», señala el responsable del Sapmex, que participa en las sesiones como uno de los psicólogos que forman la plantilla del servicio.

«Una de las cosas que más sorprende al principio cuando empiezas a trabajar con ellos es que, al final, aunque muchas veces pensamos que este tipo de problemáticas afectan en mayor medida a ciertos estratos sociales, o a ciertos colectivos, es una realidad que atraviesa a toda la sociedad», señala Saura. «Lo peor es cuando nos encontramos con menores que acaban de sufrir el asesinato de su madre por parte de su pareja o expareja. La sensación de desamparo es muy grande y el trauma es muy difícil de manejar».

En estos y otros casos de especial gravedad, cuando se entiende que existe un elevado riesgo para la integridad física del menor o de la madre, las víctimas son trasladadas al centro de emergencia de la Comunidad. «Dejan de ir al colegio y tienen un contacto restringido con otros familiares, por lo que es una situación muy complicada», explica la psicóloga Mavi Alcántara, responsable de un programa que desde enero de 2019 trata de aliviar este paso por el centro de emergencia, generalmente breve, a través del contacto con animales. En concreto, con perros. Es el llamado ‘proyecto Toy’, «una intervención de descarga emocional donde intentamos que los niños olviden por un rato lo que han pasado y dónde están, trabajando la inducción de emociones positivas», asegura.

En 2024 se beneficiaron de este programa 26 menores de manera directa: 10 niños y 16 niñas, casi la mitad que en 2023. «Esto significa que ha habido menos intervenciones de gravedad con menores en la Región, lo cual es buena señal», añade la profesional. Desde el inicio del proyecto en enero de 2019, han participado un total de 194 menores: 105 niños y 87 niñas.

Casi 3.200 atendidos

El Sapmex arrancó en 2009, como uno de los primeros servicios de este tipo en España. Estaba ubicado en Murcia, de forma que las víctimas que no residían en la capital debían desplazarse para ser atendidas. Esta situación cambió en 2016, cuando se configuró como un equipo itinerante que hoy acude a 18 puntos del mapa regional y que está formado por una plantilla de diez psicólogas y psicólogos especializados. El servicio se amplió en 2018 en virtud del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, que permitió incrementar el presupuesto y dotar al servicio con más profesionales y más zonas de atención. Desde entonces ha atendido ya a cerca de 3.200 menores.

En el centro de emergencia para víctimas de violencia de género, la aparición de ‘Yago’, uno de los perros utilizados dentro del programa ‘Toy’, se convierte cada jueves en todo un acontecimiento. Los menores esperan esa sesión semanal, de dos horas de duración, como una burbuja de oxígeno. «Vienen de vivir situaciones terribles. Son menores que llegan en muchas ocasiones muy apáticos, con mucha necesidad de atención y de cariño, y que en algunos casos vuelven a tener conductas infantilizadas», explica la educadora social del centro de emergencia Marta Martínez. «Cuando aparece ‘Yago’, el cambio es muy grande. Para ellos es un momento muy especial, desde que les avisamos de que va a venir, ya se muestran muy contentos. Ese momento con el perro supone volver a jugar y volver a tener la atención que merecen como menores», explica. «De repente ellos vuelven a ser los protagonistas, y todo lo que han pasado queda por un rato en un segundo plano. Ahí, lo único que importa son los juegos que van a hacer con él, si esconde la pelota. Los menores vuelven a ser niños, a vivir lo que les toca vivir», añade la trabajadora. La responsable del proyecto ‘Toy’, Mavi Alcántara, destaca que el uso de perros «reduce el aislamiento y facilita la expresión emocional». Los resultados son apreciables desde el principio, defiende, a través de «un aumento en la motivación y de la expresión emocional». «Durante la sesión -añade-, encontramos muchas mejoras a nivel psicológico, disminución de la ansiedad y de la tensión emocional, y un aumento emociones positivas».