Un duro revés para las ilusiones de Gaza con la tregua

El alto en la guerra de Gaza coincide con el lanzamiento de una operación a gran escala en Yenín, al norte de Cisjordania, que el ejército ha bautizado ‘Muro de hierro’. Este nombre es un homenaje a la teoría de Vladimir Jabotinsky, uno de los padres del sionismo, que defendía que «no puede haber ningún acuerdo voluntario entre nosotros y los árabes palestinos» y reclamaba alzar un «muro de hierro» frente a la población nativa. Los militares mataron al menos a ocho personas e hirieron a decenas en la operación que, según Benjamín Netanyahu, tiene el objetivo de «erradicar el terrorismo».

Israel aviva el frente de Cisjordania con los soldados en Yenín y el ataque de los colonos contra la aldea de Al Funduq, donde quemaron propiedades palestinas. Como es habitual, las fuerzas de seguridad israelíes dieron cobertura a los colonos y no realizaron ninguna detención. Mientras sucedía este ataque, Trump firmaba el decreto para sacar de la lista negra de Estados Unidos a los colonos radicales castigados por Joe Biden por su extrema violencia en los territorios ocupados.

Trump ha logrado colgarse la medalla del alto el fuego en Gaza y de la primera liberación de rehenes coincidiendo con su entrada en la Casa Blanca. Cumplido el trámite, al presidente se le abren otros focos más mediáticos y sobre la situación en Gaza se limitó a decir que «no es nuestra guerra, es su guerra». El ultranacionalismo sionista, que rechazó el acuerdo, recibió con los brazos abiertos estas palabras que les dan vía libre para volver a atacar Gaza cuando lo estimen oportuno. Los ultranacionalistas son los únicos que tienen un plan claro que es volver a la guerra lo antes posible, expulsar a la población palestina de la Franja y volver a levantar asentamientos.

Las autoridades israelíes esperan nuevas medidas concretas desde Washington y confían en que pronto se corte la financiación a UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, tal y como hizo Trump en su primer mandato. Otra decisión esperada es que se revierta la decisión de Biden y se retome el envío a Israel de bombas pesadas anti búnker. Otra muestra de la temporalidad de un alto el fuego que cada vez parece más encaminado a convertirse en una pausa de seis semanas en las que Hamás se ha comprometido a soltar a 33 rehenes.

El grupo islamista anunció que el sábado liberará a otras cuatro mujeres en el que será el segundo intercambio, al que Israel responderá con la liberación de un número aún sin concretar de presos.

«Responsabilidad» por el 7 de octubre

El anuncio de dimisión del general Halevi eclipsó en Israel a la resaca de la investidura de Trump. El jefe del ejército explicó en una nota dirigida al responsable de Defensa, Israel Katz, que ha tomado esta decisión «para admitir mi responsabilidad por el fracaso de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) el 7 de octubre, y en un momento en el que las FDI han registrado logros significativos y están en el proceso de implementar un acuerdo para liberar a los rehenes». El alto mando anunció que antes de su marcha, prevista para dentro de seis semanas, las Fuerzas Armadas completarán las investigaciones sobre el ataque de Hamás que dejó 1.200 muertos y más de 200 secuestrados.

La decisión de Halevi contrasta con el silencio de Netantayu sobre su responsabilidad como primer ministro del país durante ese sábado negro. Tras el anuncio comenzaron a surgir los nombres de los posibles sustitutos y el que sonó con más fuerza fue el de Eyal Zamir, actual director general del Ministerio de Defensa y candidato favorito del primer ministro.

Los gazatíes viven al día y cada minuto que pasan sin bombardeos es un minuto que ganan a la vida. Naciones Unidas señaló que el lunes entraron 915 camiones a la Franja y 300 de ellos se dirigieron al norte, la zona más afectada por los ataques israelíes. Antes del 7 de octubre entraba una media de 600 camiones al día, pero ahora las necesidades son enormes porque los gazatíes lo han perdido todo en los 15 meses de guerra. Todo.