Estudió Educación Física, pero lo suyo han sido las letras. Jesús Carrasco (Olivenza, Badajoz, 1972) se estrenó en la narrativa por todo lo alto con ‘Intemperie’ (Seix Barral, 2013). Traducida a más de 20 idiomas y adaptada al cine por Benito Zambrano, narra la huida … de un niño a través de un país castigado por la sequía y gobernado por la violencia. Con su cuarta novela, ‘Elogio de las manos’ (2024), ha ganado el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral.
La trama, en la que intercala la ficción con la propia historia de su familia, comienza con la llegada a una vivienda casi en ruinas situada en un pequeño pueblo. «Un acuerdo con el propietario les permitiría hacer uso de ella mientras él encontraba financiación para construir allí unos apartamentos. Era solo cuestión de tiempo que la casa fuera derribada». El autor tiene dos citas hoy en Murcia. En primer lugar, participará en las jornadas Derivas 25, organizadas por la Escuela Superior de Diseño. Su intervención, abierta al público, comenzará a las 11.00 horas en el Archivo Regional. Por la tarde, mantendrá un encuentro con los lectores en la Biblioteca Regional, dentro del ciclo ‘La BRMU se echa al monte’. Presentado por la periodista especializada en medio rural, sostenibilidad y cambio climático Carmen Díaz-Beyá, comenzará a las 19.30 horas.
–Estudió Educación Física. ¿Qué le llevó después a trabajar como redactor publicitario?
–Por un lado, el gusto por la escritura que tenía en esa época. Cuando estaba estudiando la carrera comencé a trabajar como redactor. Necesitaba ganar algo de dinero mientras estudiaba la carrera para mantenerme en Madrid. Primero realizaba trabajos que me ofrecía un amigo y, después, en agencias de publicidad. Cuando acabo la carrera ya tenía acceso a agencias de publicidad. Y seguí escribiendo hasta el día de hoy.
BASADO EN HECHOS REALES
«Solo mi familia puede identificar las imágenes que [en el libro] se plasman como verdaderas»
–¿Cómo de diferente es la escritura como redactor publicitario a su narrativa?
–Hay coincidencias y también distancias. La principal distancia es el género en sí, y también la extensión de lo escrito. Una obra te puede llevar años y un texto publicitario te puede llevar horas. Pero, aparte de eso, yo creo que la parte técnica de la escritura publicitaria se me ha ido contagiando. Yo intento ofrecer a los lectores un texto despojado, que no tenga elementos superfluos, que es una máxima de la escritura publicitaria, no tienes tiempo ni espacio para derramar nada en publicidad, tienes que ser muy específico, muy concreto, ir al grano. Y es algo que intento hacer siempre en mi literatura.
–¿Qué le impulsó a escribir ‘Intemperie’?
–Es la continuación de mi proceso. Yo escribía publicidad, relatos y cosas más cortas y un poco más asequibles. En algún momento de ese progreso, y puesto que yo soy lector de novelas, me puse como reto escribir una novela, un par, de hecho. ‘Intemperie’ me pareció que era lo suficientemente buena o decente como para ser presentada a editoriales. Se firmó el contrato con Seix Barral y aquí estoy, cuatro novelas después.
–Confiaba en ella pero, ¿esperaba tanto éxito?
–Es casi un milagro en España poder dedicarse a la escritura literaria. Yo confiaba en la novela, pero lo justo como para enviarla a una editorial, para que pasara ese filtro, que ya era un objetivo ambicioso. Todo lo que pasó después, los comentarios de la crítica y el éxito, me sorprendió y me sigue sorprendiendo.
EN CASA
«En nuestro caso, la construcción del hogar comienza cuando se coloca la librería»
–En ‘El elogio de las manos’ pone en valor la artesanía y la tranquilidad frente al ritmo frenético actual.
–En cierto modo es un grito también, no sé si de protesta, pero sí de llamar a las cosas por su nombre. Es un grito casi ahogado por lo que va a una velocidad que, desde luego, no es la mía. Yo soy un hombre nacido en el siglo XX y la mitad de mi vida la he pasado sin internet. Y no con esto siento que he tenido un pasado mejor, ni soy nostálgico ni nada parecido. Simplemente tengo un punto de vista a caballo entre el siglo XX y el XXI que me permite observar con cierta distancia y con cierto espíritu crítico y veo, ya no solamente para los que nacimos en el siglo XX sino para todo el mundo, que vamos a una velocidad endemoniada que no está al alcance de nuestro cuerpo y nuestra mente. La cantidad de información que recibimos, la cantidad de tareas para las que somos requeridos, la cantidad de atenciones a las que tenemos que dispensar tiempo, todo eso, me parece que está por encima de las capacidades de lo humano. Y no sé si eso ha tenido una consecuencia en la salud mental global pero sí observo a mi alrededor un enorme desasosiego, una prisa centralizada nada saludable. Cuando hablo en este libro de este tiempo detenido, la realidad nos ofrece como testimonio otra forma de hacer las cosas, de estar, que también es compatible con el tiempo contemporáneo pero que invita a pensar que es necesario un descanso.
–¿Cuánto hay de autobiográfico en ‘El elogio de las manos’?
–Hay una parte importante de hechos y una parte de ficción y yo no puedo decir qué parte es real, y qué parte no lo es, pero la ficción me da la posibilidad de enmascarar lo real. En cierto modo, este libro es un álbum de fotos para mi familia. Solo mi familia puede identificar las imágenes que ahí se plasman como verdaderas o diferenciar cuáles son ciertas y cuáles no.
Un alivio
–Ahora, que es tan complicado acceder a una vivienda digna, ¿cómo construir un hogar en un espacio inhóspito?
–La casa es el espacio central. Es el espacio doméstico en el que se desarrolla la vida íntima, que es una parte fundamental de la vida de las personas. Ahí están los objetos, los hijos, el sexo, está el dolor, está la alegría, el espacio compartido, la hospitalidad… Yo tengo la suerte de haber podido comprar nuestra primera casa casi con 50 años, justo antes de la pandemia, con lo cual más o menos nos hemos librado de esta última ola atroz para el acceso a vivienda. Es un alivio porque el centro de Sevilla, donde nosotros vivimos, es un mercado de mundos salvajes. Prácticamente casi no quedamos vecinos locales en el centro de Sevilla en comparación con los espacios hoteleros dedicados a los turistas. En nuestro caso, la construcción del hogar comienza cuando se coloca la librería en el lugar central y, a partir de ahí, la casa se va formando en torno a ese centro que son los libros.
–¿Qué tiene pensado decirles a los alumnos de Diseño?
–Vamos a tener una conversación, a partir del diseño, sobre construcción, materiales y adecuación del espacio, habitabilidad. Hablaremos también del diseño que se premedita y el que no, de diseñar pensando en el usuario, de la utilidad de las cosas y de la belleza de los espacios.
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Enlace de origen : Jesús Carrasco: «Vamos a una velocidad endemoniada que no está al alcance de nuestra mente»