El oncólogo Domingo Antonio Sánchez (Lorca, 1992) es representante nacional de médicos jóvenes y promoción del empleo en la Organización Médica Colegial (OMC), y coordinador de la Comisión de Asuntos Europeos en la Sociedad Española de Oncología Médica (Seom). Desde sus tiempos como médico interno … residente (MIR) en La Arrixaca, donde sigue ejerciendo actualmente, ha cuestionado las dinámicas de acumulación de largas guardias de 24 horas en la profesión, y ha reclamado reformas. Pero el borrador del Estatuto Marco de las profesiones sanitarias que el Ministerio de Sanidad ha puesto sobre la mesa le ha causado decepción. Cree que es el momento de ir mucho más allá.
-El documento del Estatuto Marco que hemos conocido fija un límite de 17 horas en las guardias, aunque ampliable a 24 los fines de semana y festivos por motivos organizativos. ¿Responde esto a las expectativas creadas o causa cierta decepción?
-En absoluto responde a las expectativas que se habían generado, sobre todo a raíz de los movimientos en pro de la conciliación de la vida personal y laboral que se han producido en los últimos años. Los médicos jóvenes hemos denunciado que esas jornadas extenuantes de guardias de 24 horas son anacrónicas, de otro siglo. Interpretábamos que habría decisiones hacia adelante, para adaptar la jornada de trabajo a esas reivindicaciones, pero lo que nos hemos encontrado en este borrador es justo lo contrario. Cambia el concepto, de jornada complementaria a jornada de guardia. Pero se habla de unas 17 horas a las que habría que sumarles la jornada ordinaria. Al final lo que tenemos que ver es ese concepto de guardia, porque uno de los principales problemas es que ahora hay un descanso compensatorio por estar todo un día trabajando, pero queda jornada ordinaria ‘a deber’, la tienes que hacer. Por tanto, finalmente hay una jornada de 60 o 70 horas semanales, que a todas luces incumple la directiva europea del trabajo.
El estatuto marco
«El borrador no responde en absoluto a las expectativas. Hemos denunciado que las jornadas de 24 horas son anacrónicas, de otro siglo»
-La ministra, Mónica García, ya ha matizado que se trata de que no se superen esas 17 horas. Es decir, que no habría luego que sumarle a la guardia la jornada ordinaria.
-Sí, pero eso hay que dejarlo plasmado en una legislación que afiance derechos. El problema es que tal y como está ahora mismo el borrador, eso no se garantiza. Todo esto supone también que se haga un esfuerzo por parte de la Administración y de los gestores por planificar bien los recursos humanos. Al final tenemos la sensación de que siempre funcionamos en base a mínimos. Por eso, cuando vivimos situaciones como la actual epidemia de gripe, vemos que los servicios se tensionan mucho, e incluso que cuando hay compañeros de baja las consultas son inasumibles. Y pasa por ejemplo lo que ha ocurrido en el Morales Meseguer, con suspensión de cirugías y la alteración del ritmo normal que debería tener el sistema sanitario.
-Uno de los principales problemas es que no termina de haber consenso entre los médicos. Hay quienes apuestan por un sistema de turnos y quienes prefieren un modelo más similar al actual.
-El problema de profesión médica es la gran variedad de especialidades. Lo que hay que hacer es generar unos consensos básicos que puedan adaptarse posteriormente a la idiosincrasia de cada especialidad. Está claro que hay servicios donde la asistencia se da las 24 horas, hablamos de los servicios de Urgencias o las UCI. Quizá en esos casos el mejor diseño sea un sistema de turnos. En otros, por el contrario, donde la mayor parte de la asistencia se debe hacer en horario de mañana, habrá que buscar fórmulas para que los compañeros que tengan que ofrecer esa asistencia por la noche o en un horario distinto al ordinario, lo puedan ofrecer sin tener esas jornadas extenuantes a través de una adecuada organización de los servicios. También hay una cuestión económica, de posible pérdida de poder adquisitivo, porque en parte el sueldo de los facultativos especialistas está fundamentado en estas jornadas de guardia. Al final, lo que queremos son unos profesionales contentos, sanos, porque las dinámicas de trabajo que tenemos llevan a tasas de ‘bornout’ [síndrome de trabajador quemado] que han crecido exponencialmente en los últimos años. La salud mental de los profesionales puede tener repercusiones en el ejercicio de la medicina.
-Otra de las cuestiones que ha generado un gran revuelo es la posibilidad de que se exija dedicación exclusiva a la sanidad pública durante los primeros cinco años tras el MIR.
-Realmente hay que ver qué se busca con este planteamiento. Si de lo que se trata es de paliar el déficit de profesionales de la sanidad pública, esta no es una medida acertada, porque genera un efecto contrario. Así se ha comprobado en diferentes países, como Croacia, Letonia o Turquía, que han intentado fidelizar por la fuerza a los profesionales jóvenes. Se ha visto que fomenta la emigración y una menor adhesión al sistema. Al final, la exclusividad tiene que ser algo a lo que se llegue de forma natural, en base a la competitividad del sistema público. Si se trata de una cuestión ideológica, si lo que se quiere es debilitar el acceso de los médicos a la sanidad privada, también puede que el efecto sea el contrario. Podemos encontrarnos con el efecto indeseado de que los profesionales, al tener que elegir entre una u otra opción, se vayan en un porcentaje importante a la privada. Habrá que someter a una reflexión pública estas medidas.
-El sistema público tiene dificultades para ser competitivo en especialidades como Dermatología, donde hay un ‘boom’ de la sanidad privada. También para que plazas de zonas rurales resulten atractivas. Quizá esta propuesta busca afrontar este problema.
-Establecer una incompatibilidad en Dermatología puede llevar a muchos compañeros a la privada, teniendo en cuenta la sobreoferta actual. La sanidad pública se quedaría más vacía. ¿Por qué los médicos jóvenes pueden ser los más interesados en un inicio por compatibilizar con la privada? Primero por capacidad horaria, vienen de una formación en la que han estado 60 o 70 horas semanales trabajando. Además, tienen la vitalidad y también la necesidad económica. Precisamente esa exigencia de exclusividad durante los cinco primeros años puede derivar en una falta de motivación.
Los hospitales
«Hay que reflexionar sobre el sistema de gobernanza en los servicios; la jefatura debería entenderse como una labor durante un tiempo»
-La filosofía general es restringir la compatibilidad con la privada, prohibiéndola en el caso de los jefes de servicio y de sección. En la Región de Murcia, los jefes de servicio ya tienen un régimen de exclusividad, de acuerdo a la Ley del Personal Estatutario del SMS.
-Los jefes de servicio tendrían que responder qué les parece esta medida. En cualquier caso, yo creo que estamos ante una tesitura totalmente distinta. Ahí sí se pueden establecer elementos de ética. Pero creo que hay que ir más allá, y lo que hay que hacer es una reflexión sobre nuestro sistema de gobernanza y la posición de un jefe de servicio, buscando un sistema más democrático. El servicio público obliga a evaluar los resultados, a asumir responsabilidades. Debería entenderse como una labor durante un tiempo. Un alcalde también tiene exclusividad para llevar un municipio grande. Estás 4 u 8 años, das tu mejor versión al servicio público y luego vuelves al ejercicio de tu práctica profesional. Ahí sí puede ser más entendida esta medida.
-¿Habría que abordar los procesos de selección para el acceso a las jefaturas? ¿Se necesita una mayor transparencia?
-Y rendición de cuentas. Hay que crear estructuras mucho más abiertas, más participativas, y donde haya rendición de cuentas. Hay que generar aire fresco. Esto posiblemente vaya a ser criticado por quienes se mantienen en el ‘status quo’, pero al final lo mejor que tiene nuestro sistema sanitario es esa savia continuamente nueva que va generándose gracias al sistema de formación y de entrada de profesionales. Creo que eso se tiene que producir a todos los niveles.
-¿El modelo actual ha dado lugar a demasiados reinos de taifas en los hospitales, a discrecionalidad, a ineficiencias?
-Esa es una percepción compartida por una amplia parte tanto de los trabajadores del sistema como de los agentes externos, pero lo más complicado en este mundo es que alguien que tiene poder entienda que hay un ciclo natural del mismo. Creo que las nuevas generaciones tenemos mucho que hacer. No hablo solo en la administración sanitaria, sino en todos los ámbitos. Esto puede ser también un mensaje dirigido a las nuevas generaciones de los partidos políticos: tienen que comprender que las dinámicas que estamos viendo lo único que hacen es generar desaliento, desafección. En nuestras manos está el futuro de las instituciones y, en este caso, de la sanidad y de la atención a nuestros pacientes.
«Necesitamos estructuras más abiertas y participativas, y rendición de cuentas. Hay que generar aire fresco»
-Este fin de semana se ha celebrado el examen MIR en toda España. ¿El aumento de plazas en las últimas convocatorias será suficiente para abordar el actual déficit de médicos?
-Ese esfuerzo por parte del Ministerio de Sanidad y de las comunidades autónomas hay que valorarlo. Ese es el primer paso, pero falta muchas veces la planificación a medio o largo plazo. Se ha publicado recientemente un estudio que detecta las necesidades [Oferta y necesidades de médicos especialistas en España 2023-2035′, elaborado para el Ministerio de Sanidad por la catedrática Beatriz González López-Valcárcel, una referencia en Economía de la Salud en España]. Pero hay que abordar no solo la necesidad de aumentar el número total de especialistas que salen del sistema MIR, sino también la calidad con la que se forman. Hay que llevar a cabo una revisión de la calidad del proceso formativo. Hace más de diez años que se dejaron de hacer las auditorías formativas. Cuando se fuerza un poco más la máquina [con el aumento actual de plazas] hay que evaluar también los procesos. Lo que no se evalúa, se devalúa. Para mí es importante que esos elementos de gestión de la calidad se incorporen, porque al final no estamos generando tornillos sino formando a especialistas que van a tener en sus manos la salud de la población.
-Más allá de ese incremento de plazas MIR, lo que está aumentando es también el número de plazas universitarias. Se están creando muchas facultades de Medicina, sobre todo privadas. ¿Corremos el riesgo de oscilar desde una situación de déficit a un futuro con exceso de profesionales en el que haya paro médico, como ya ocurrió en el pasado?
-Totalmente. Es un riesgo importante, y con unas repercusiones que no son baladíes. Hay una presión poblacional que demanda esa necesidad de tener una buena cobertura sanitaria, y de ahí la exigencia de un mayor número de profesionales. Pero ese ‘boom’ que se ha producido de nuevas facultades en universidades privadas, basado únicamente en un modelo capitalista de compra y oferta, puede generar falsas expectativas. Tan malo es tener un déficit de médicos como un exceso. Primero por la frustración que se genera en esos profesionales si no son capaces de ejercer, algo para lo que han invertido más de diez años de su vida. Eso desde el aspecto vocacional. Pero además la formación universitaria pública tiene un coste, y si hay paro médico y los profesionales emigran a otros países, se va a desaprovechar la inversión realizada. Por eso hay que buscar un equilibrio.
Oferta y demanda
«Tan malo es el déficit de médicos como un exceso, y hay un riesgo importante con el ‘boom’ de facultades privadas»
«El Plan Director de La Arrixaca lleva quince años en barbecho; es quedarnos atrás»
-Solo hay que pasarse por el hospital de día de La Arrixaca para comprobar cómo la Oncología se enfrenta a un aumento importante de la presión asistencial. La incidencia de cáncer aumenta pero también, afortunadamente, la supervivencia. Hay cada vez más pacientes a los que atender, y las salas de espera están llenas. ¿Hay sobrecarga?
-Sí. Hay más diagnósticos de cáncer, porque somos capaces de detectarlo con las nuevas herramientas que tenemos a disposición, y la supervivencia es mayor porque los tratamientos son más efectivos. Todo ello supone un aumento de la sobrecarga en las consultas, sin una clara inversión tanto en profesionales como en medios de atención. El Plan Director de La Arrixaca, que preveía dotar al hospital de un pabellón oncológico para atender de forma adecuada a la población, lleva más de 15 años en barbecho. Me parece que es quedarnos atrás. En algún artículo he hablado de la necesidad de trabajar con una visión de la Oncología en su conjunto. Cuando sales a Europa y ves la organización en otros países, te das cuenta de lo que hay que hacer en una región uniprovincial como la nuestra: hay que intentar integrar la atención y ofrecer los mejores estándares. Se necesita un direccionamiento político para aprovechar las oportunidades que ofrece Europa, con una Dirección General de Asistencia Oncológica. Esto nos posicionaría en cabeza.
-España se ha convertido en una potencia en ensayos clínicos en Oncología. Es algo que hay que aprovechar.
-Sí. Además, con la irrupción de Donald Trump, Europa puede tener una oportunidad [de atraer a compañías y proyectos de investigación si las políticas en Estados Unidos afectan a las agencias científicas]. Es clave tener un alto número de ensayos clínicos en la Región de Murcia, e integrarlos dentro de la estructura hospitalaria.
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Enlace de origen : Domingo Antonio Sánchez: «Exigir a quienes acaban el MIR exclusividad en la pública puede generar el efecto contrario»