Once días para atrapar al presunto violador de la mota del río en Murcia

Once días para atrapar al presunto violador de la mota del río en Murcia

Lunes, 27 de enero 2025, 01:30

Son las tres menos cuarto de la madrugada del 13 de septiembre de 2022. Murcia bulle en plena feria mientras en la comisaría de Policía Nacional de El Carmen una mujer pone sobre la mesa, por primera vez, la descripción de un hombre: un joven, con pelo largo y barba, que, en los próximos once días, traerá de cabeza a los agentes de la unidad de atención a la familia y mujer (UFAM). Los investigadores de este grupo especializado desplegaron vigilancias durante las 24 horas del día, reconocimientos fotográficos y hasta el denominado círculo de Canter –un método policial ideado por un psicólogo– para tratar de parar los pies cuanto antes a un agresor sexual que aún sumaría cuatro ataques más en ese mes de septiembre. «Sabíamos que estaba desatado», reconoce la inspectora de la UFAM en declaraciones a LA VERDAD. «Teníamos que actuar rápido».

La madrugada del sábado 24, once días después de esa primera denuncia y con la Policía pisándole los talones, Patricio M., alias ‘El Macho’, cayó en un control en la pedanía murciana de Puebla de Soto. La detención de este joven, de 27 años, supuso el fin de unas semanas en las que, reconoce esta profesional, no hubo horario. En la esquina de una pizarra de su despacho aún cuelga la nota que una de las víctimas envió a la subinspectora del grupo acompañando unas flores. «Gracias por ser mi luz en la oscuridad», reza el escrito, que estos profesionales atesoran como la mayor de las recompensas.

  1. La primera denuncia

    «Cuando me sacó el cuchillo yo ya vi el demonio»

La mujer no intuyó el peligro hasta que ya lo tenía encima. «Iba tranquila porque era un camino que había hecho miles de veces», relató esta víctima recientemente en el juicio ante la Audiencia. «Cuando me sacó el cuchillo yo ya vi al demonio». El primer ataque sexual en la mota del río que llegó a oídos de la Policía se produjo sobre las diez y media de la noche del 12 de septiembre de 2022 en una zona del cauce a su paso por Murcia. Esa agresión –considerada violación porque el atacante llegó a introducirle los dedos a la mujer– sería el caso más grave que este hombre llevaría a cabo en esos días. Su forma de actuar, armado con un cuchillo y sin rastro de piedad hacia las víctimas, puso enseguida en alerta a los miembros de la UFAM, que empezaron a buscar delincuentes que ya hubieran actuado así en alguna ocasión. «Este tipo de gente suele reincidir», lamenta la inspectora.

En esos días estos agentes siguieron la pista de numerosos sospechosos que, tras algunas comprobaciones, eran descartados. Los agentes de las unidades de Seguridad Ciudadana, curtidos en la calle, pronto advirtieron a sus compañeros de un joven vecino de Javalí Nuevo que recientemente había vuelto a recuperar la libertad tras su paso por la cárcel. El chico acumulaba hasta 23 detenciones anteriores, varias de ellas vinculadas a robos a punta de cuchillo e incluso una agresión sexual.

‘El Macho’ ya estaba en el punto de mira de la Policía, pero los investigadores de la UFAM se dieron cuenta de que en la fotografía que figuraba en la base policial no llevaba barba ni pelo largo. Tras localizar su número de móvil se percataron, a través de su foto de perfil de Whatsapp, que actualmente sí lucía pelo largo y bigote. Patricio M., en esos días, también estaba siendo buscado por otros grupos policiales acusado de diversos robos, así que los agentes de la UFAM pensaron que esperarían a que estos compañeros lo arrestaran y, ya con una reseña policial con su nueva imagen, indagarían si la víctima de esa agresión sexual lo reconocía.

En ese ‘impasse’, sin embargo, sucedió algo que cambió bruscamente los planes de los investigadores. Llegó una segunda denuncia. «Nos dimos cuenta de que había que actuar», explica la inspectora. «Estaba desatado».

  1. Reconocimiento fotográfico

    Un joven barbudo y de pelo largo en scooter

La segunda denuncia que llegó a manos de la UFAM se produjo apenas cinco días después y las coincidencias eran evidentes. En ambos casos era un joven, barbudo y con el pelo largo, que iba en una scooter y que, armado con un cuchillo, instaba a sus víctimas a enseñarles el pecho. «Se puso a mi altura y me dijo ‘para’. Cuando le dije que no, se me cruzó con la moto (…)», relataba esta segunda afectada. «Me dijo que le enseñara las tetas y a mí me entró una cosa por las piernas…».

La Policía decidió entonces pisar el acelerador y realizar ese reconocimiento fotográfico aunque la imagen que tenían de Patricio M. era antigua y no llevaba barba ni pelo largo. La primera víctima lo reconoció con «alguna duda». La segunda lo tenía claro.

La Policía contaba, además, con otro punto a su favor. Una de las víctimas había conseguido memorizar cuatro números y una letra de la scooter en la que se movía el agresor. Algunas chicas hablaban de que era negra y otras apuntaban a gris o beis, un misterio que acabaría resolviéndose poco después.

  1. El Circulo de Canter

    Vigilancias las 24 horas del día para atrapar al joven

El tercer ataque que se le imputa a sospechoso se produjo el 18 de septiembre, sobre las diez de la noche. En este caso las víctimas eran dos amigas que se encontraron con el joven barbudo cuando daban un paseo por la mota del río, a la altura de La Ñora. «Nos dijo que si llevábamos hora y yo ya vi la amenaza de que nos iba a hacer algo», relató una de las afectadas. «Fue todo muy rápido, me cogió fuerte del pelo y me puso un cuchillo en el cuello». Los elementos volvían a coincidir: la descripción del atacante, el arma blanca, la orden de ‘enséñame las tetas’ disparada como un misil… Una de estas chicas también reconoció a ‘El Macho’ en la reseña policial.

Los investigadores desplegaron entonces el denominado círculo de Canter, un método policial que ya ha sido empleado en investigaciones contra otros conocidos agresores sexuales, como el de Ciudad Lineal, en Madrid. Esta técnica consiste en marcar sobre un mapa todos los crímenes cometidos por un delincuente concreto. Tomando como diámetro las dos escenas de ataques que estén más alejadas, se dibuja un círculo en el que se incluyen todas las localizaciones. La teoría del círculo apunta a que, dentro de ese círculo, se encuentra la zona de confort del sospechoso y su lugar de residencia. Los agentes de la UFAM hicieron la prueba y, efectivamente, marcados los ataques, la pedanía de Javalí Nuevo quedaba en la zona de confort del atacante.

Los agentes utilizaron entonces dispositivos de vigilancia las 24 horas del día en torno a los enclaves en los que, sospechaban, podía estar durmiendo el joven. Su tía explicó a los policías que, tras salir de prisión, no había regresado a su domicilio, que antes le servía de hogar. Algunos compañeros apuntaban a que Patricio M. seguía moviéndose por la zona de Javalí Nuevo, de donde es originario.

En esos días, además, ‘El Macho’ había cambiado de apariencia. «Había habido una concentración y salió en prensa una descripción física del agresor», relata la inspectora de la UFAM. «Nos dimos cuenta de que se afeitó y se cortó el pelo para pasar desapercibido».


Patricio M., este mes de enero, durante el juicio.


GUILLERMO CARRIÓN / AGM


  1. Una moto aún caliente

    Sorprendido en un control cuando volvía de fiesta

Una llamada de Guardia Civil alertó a la Policía de que existía una nueva víctima. Esta mujer fue asaltada el 21 de septiembre, a plena luz del día –en torno a la una de la tarde– cuando corría por el cauce del río Segura, cerca de Alguazas. «Me cogió del pelo y me echó hacia atrás», rememora. «Le dije que no me hiciera nada y me dijo que me callase (…). Me metió la mano en el pantalón y la braga».

La ausencia de grabaciones de cámaras de seguridad en esas zonas cercanas al río era uno de los obstáculos con los que la Policía había tenido que batallar en esos días. En este caso, sin embargo, sonó la flauta y en una casa cercana una cámara llegó a captar al sospechoso. En las imágenes, explica la inspectora, se observa al joven junto a una scooter que era negra por un lado y beis por el otro, destapando uno de los enigmas. «Se le veía perfectamente», agradece la investigadora.

Poco después unos policías alertaron a la UFAM de que habían localizado una moto que cuadraba con la descripción y en gran parte con la matrícula memorizada por la primera víctima. Estaba en la barriada de San José Obrero, en Alcantarilla. Los investigadores se plantaron allí a toda prisa y la scooter aún estaba caliente. Una patrulla se quedó allí esperando a que el joven regresase a por su vehículo –que se descubrió había sido robado días antes–, pero Patricio M. se había marchado esa noche de viernes de fiesta con unos amigos a la pedanía de Puebla de Soto.

La Policía Local desplegó esa madrugada un control en la zona. Detuvieron el coche en el que viajaba el sospechoso con tres amigos porque uno de los faros lo llevaban apagado y los agentes vieron un movimiento extraño en la parte trasera. Los agentes hicieron constar en su informe que Patricio M., al que nada más identificar le saltó la búsqueda y captura que la UFAM había lanzado, ocultaba un cuchillo en la parte trasera de su pantalón.

Once días después de iniciar esa búsqueda contra reloj los especialistas de la UFAM habían logrado, al final, dar con el supuesto autor de esa retahíla de ataques. Ante los agentes, ‘El Macho’ no negó ni confirmó las acusaciones. Optó por el silencio. «A nosotros no nos dijo nada».

Sigue defendiendo su inocencia: «No soy un depredador sexual»


El letrado Raúl Noguera.

Patricio M. utilizó su derecho a la última palabra, durante el juicio que se celebró recientemente en la Audiencia, para seguir defendiendo su inocencia. «Seré un ladrón, pero no soy un depredador sexual», remarcó. El letrado Raúl Noguera, que se encarga de su defensa, sostuvo que no existen «pruebas objetivables» contra el joven más allá de la declaración de las cinco víctimas –cuatro de las cuales le reconocen–. «Será una rata inmunda este señor, pero tenemos que ser exigentes porque se piden para él más de 50 años», subrayó. Noguera llamó la atención sobre la inexistencia de pruebas de ADN en el cuchillo que incriminen a su defendido y remarcó que tampoco se pudo geolocalizar al acusado en los lugares de los hechos por la señal de su teléfono móvil. «¿Es suficiente el testimonio para condenar a alguien por violación? Permítanme que dude».

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