Con más de cien servicios de comida a diario, entre los 62 transeúntes y personas ‘sin techo’ que pernoctan en la Hospitalidad de Santa Teresa, y las 40 bolsas de menús y alimentos complementarios que recogen allí familias vulnerables para garantizar sus necesidades nutricionales en … casa, la cocina de la institución benéfica, donde también se preparan desayunos y cenas, se ha quedado pequeña.
Lo que no ha disminuido en los 109 años de esta querida entidad sanantonera es el espíritu de lucha de sus patronos para que el albergue cubra las necesidades básicas de las personas en riesgo de exclusión social. De ahí que la ampliación de la cocina para dar respuesta a la decena de personas que hay en lista de espera, así como el aumento en cinco plazas del centro de día, que actualmente tiene capacidad para 20 personas, estén entre los retos de este año para la Hospitalidad, presidida por Alonso Gómez.
Inicios en 1916
El origen de la Hospitalidad se remonta a 1916, cuando José Jiménez Blechmit, concejal del Ayuntamiento de Cartagena y obrero de la fábrica del cristal, fundó un albergue en la calle Hermanos Pinzón. En su aventura estuvo respaldado por un grupo de vecinos de San Antón, el párroco Juan Gallego y su coadjutor José Algaba.
Sustituyeron el local alquilado por las instalaciones de la sede de la calle Salvador Escudero tres años después. Desde entonces, el local ha tenido transformaciones importantes, ampliando las instalaciones para ofrecer unos mejores servicios a los usuarios y acoger a un mayor número de ellos y con mayor calidad.
Blechmit decidió honrar a su madre bautizando a la Hospitalidad con su nombre: Santa Teresa y compartiendo, así, el amor y la protección de su progenitora entre los necesitados y desheredados de la fortuna.
Para muchos de los usuarios del albergue, su familia está en esa residencia, mientras que la amabilidad y el respeto de sus profesionales es lo más parecido al amor de un hogar que jamás conocieron o que perdieron por el camino. Es el caso de Abdoulaye Konate, de 35 años y procedente de Costa de Marfil, que lleva dos años y medio en la Hospitalidad tras ser derivado desde Canarias. «Los trabajadores de aquí han cambiado mi vida porque antes yo tenía muchas cosas malas», acierta a decir antes de que las lágrimas le impidan seguir hablando. «Es muy servicial, ayuda en todo lo que puede, se involucra e interesa, y es una persona muy agradecida», apostilla en su auxilio Gómez.
Voluntarios de un servicio de emergencia ofrecen cada martes por la noche comida y ropa de abrigo a los ‘sintecho’
El joven aspira a trabajar en un futuro y poder costearse su propio alojamiento y sus gastos personales. «Todos los trabajos son buenos para mí», dice con humildad.
Nueva vida
Poco más de un mes lleva pernoctando en la institución Andrés Bravo, de 48 años, a quien su «mala gestión de las cosas» le llevó a vivir en la calle dos meses tras estar «mucho tiempo» en prisión. «No veía ninguna salida. Salí de la cárcel y me puse a trabajar de camarero en la playa. Se acabó la temporada y el dinero. Tendría que haber pedido ayuda antes para hacerlo bien», razona.
Ahora se levanta con la ilusión de intentarlo cada día, de que hay otra realidad distinta a la que él conoce y por la que merece la pena luchar, aunque reconoce que a veces la mente le juega malas pasadas. «Se me va a cosas sucias, pero quiero aprovechar esta oportunidad que me han dado. Estoy muy agradecido», asegura.
Con trayectorias vitales diferentes, ninguno de los dos lo tiene fácil para reinsertarse en la sociedad, al igual que el resto de usuarios de la Hospitalidad, pero al menos tienen el propósito de salir adelante sin hacerse ni hacer daño, como les enseñan en la entidad y ellos intentan aplicar.
Para los transeúntes, inmigrantes y personas ‘sin techo’ no hay un tiempo medio de estancia: desde los dos o tres días porque están de paso en la ciudad hasta años porque no encuentran una alternativa habitacional. Estos son derivados desde la Concejalía de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Cartagena y el Instituto Murciano de Acción Social (Imas).
La entidad también desarrolla un Servicio de Emergencia Social (SES), gracias a su veintena de voluntarios. Se trata de un dispositivo especial que recorre las calles del municipio cada noche de martes para ofrecer a los ‘sin techo’ ropa de abrigo y comida caliente. También les informan sobre el recurso de alojamiento de la institución benéfica.
Envejecimiento activo
El centro de día de la Hospitalidad Santa Teresa, situado frente a la sede en la calle José Zamora, acoge a veinte abuelos en horario de 9 a 17 horas, con el objetivo de promover la recuperación y mantenimiento de su memoria y su autonomía personal y social.
Cuarenta familias recogen la comida a diario para garantizar el aporte nutricional que necesitan sus miembros
«El trato es familiar y de confianza. Trabajamos en grupos reducidos para centrar la atención en el usuario. Tienen los servicios necesarios para garantizar un envejecimiento activo y hacen todo tipo de actividades: deporte, pintan, bailan, vamos a comer churros y a misa. Fuimos a la bendición de animales de las fiestas de nuestro barrio, San Antón», relata la directora del centro, Inmaculada Navarro.
En la actualidad hay veinte plazas, pero la Fundación quiere ampliar en cinco más ante la creciente demanda de servicios geriátricos. En este caso, hay dos plazas subvencionadas por el Imas y el resto las costean los particulares.
«Están encantados ellos y sus familiares porque el centro no está masificado. Hay profesionales extraordinarios dándoles un trato personalizado y mucho cariño, que las personas mayores lo necesitan y agradecen», añade Alonso.
Tanto es así que cuando las familias participaron en una jornada de convivencia en Navidad propusieron la ampliación del horario a los fines de semana. «Son conscientes de que están bien cuidados», sonríe Gómez.
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La ubicación del albergue en el barrio de acogida de San Antón nunca fue baladí. La Hospitalidad tiene desde sus inicios el cariño y apoyo de sus vecinos, e incluso el respaldo de ciudadanos tan ilustres como el párroco, Saún Sánchez, y el peluquero Fabián Cortado, que es uno de los patronos más antiguos. Pero Alonso Gómez se ha propuesto que todos los cartageneros conozcan y reconozcan la aportación de la institución benéfica a la sociedad en sus 109 años de historia. Y es que ya no se entiende San Antón sin su Hospitalidad, ni la gestión de los ‘sin techo’ y la ayuda a los colectivos más vulnerables sin la mano siempre tendida de la querida institución.
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Enlace de origen : La Hospitalidad de Cartagena amplía su cocina y las plazas del centro de día ante la creciente demanda