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Decenas de miles de alemanes protestaron este sábado en varias ciudades alemanas contra el alza de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y en defensa … del cortafuegos levantado para aislarla por el resto de las formaciones políticas germanas un día antes de las elecciones legislativas adelantadas en las que esa formación podría convertirse en segunda fuerza nacional. Todas las encuestas, sin excepción, sitúan a AfD con más de un 20% de votos por detrás de los conservadores, con un 30% y clara ventaja sobre socialdemócratas, verdes, liberales o La Izquierda.
«El odio no es alternativa», «Solidaridad en vez de exclusión», «Contra AfD y el bandazo a la ultraderecha» o «No votar a la agitación y el odio» son algunos de los lemas de las protestas convocadas durante la llamada jornada de reflexión en ciudades como Kiel, Lübeck, Rostock, Hanover, Berlín, Fráncfort, Karlsruhe, Ausburgo o Múnich. «Por la diversidad y la democracia» fue la consigna en la ciudad portuaria de Hamburgo, donde tuvo lugar la mayor manifestación de la jornada con más de 60.000 participantes. En semanas pasadas, Berlín y Múnich llegaron a concentrar 160.000 y 250.000 manifestantes, respectivamente, contra AfD.
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En Berlín una marcha neonazi con unos 150 participantes necesitó protección policial para evitar verse agredidos por un millar de contramanifestantes. Estos interrumpieron a base de sentadas en varias ocasiones el recorrido de los ultraderechistas, que fueron bombardeados con frutas y verduras, como manzanas y patatas. La manifestación neonazi se disolvió a su llegada a la estación central de Berlín, desde donde los participantes abandonaron la capital alemana en distintos convoyes, siempre bajo la atenta mirada de agentes del orden.
Mientras, en la localidad suiza de Einsiedeln, residencia en el cantón de Schwyz de la familia de la presidenta de AfD, Alice Weidel, la Policía practicó cinco detenciones con motivo de una manifestación autorizada contra la líder ultraderechista y una contraprotesta no permitida de activistas neonazis. Los agentes hablaron de «provocaciones y escarceos», aunque pudieron evitar males mayores. Mientras unos gritaban «nazis fuera», los otros coreaban las siglas AfD. Casada con una cineasta suiza de origen srilankés y madres de dos hijos, Weidel vive a caballo entre Alemania y Suiza.
También en los últimos actos de campaña se lanzaron advertencias contra los extremistas de derechas. «No sois una alternativa, sois el abismo para Alemania», afirmó en referencia a AfD Martin Huber, secretario general de la bávara Unión Socialcristiana (CSU), en el mitin final de los conservadores con sus hermanos de la Unión Cristianodemócrata (CDU) en Múnich. Con Friedrich Merz, presidente de la CDU y candidato a la jefatura del Gobierno federal, los conservadores germanos son favoritos incontestables para encabezar el próximo Ejecutivo federal.
Socio de coalición
Nadie duda de su victoria este domingo y la única incógnita abierta es quién será su socio de coalición los próximos cuatro años a sabiendas de que los partidos de la Unión excluyen tan siquiera dialogar con la ultraderecha, pero también con el partido de La Izquierda, la formación en el otro extremo del arco político alemán. De ese modo, el abanico de posibles compañeros de alianzas se reduce a los todavía gubernamentales socialdemócratas (SPD) y verdes. A los primeros los sondeos les conceden de media un 15% de votos y a los segundos un 13% o 14%.
Los liberales (FDP), aliados naturales de CDU/CSU, se han excluido solos. La conspiración de la que son sospechosos para reventar la coalición de gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz, los ha hundido en el agujero de la impopularidad. No es un partido de fiar, toda vez que antepone sus intereses a los del Estado. Esa es la imagen que se ha ganado el FDP tras forzar y provocar su expulsión del gabinete de Scholz. La gran mayoría de los sondeos pronostican que se verán castigados por el electorado y perderán todos sus escaños. El propio Merz llamó hace unos días a no desperdiciar votos con el FDP y optar en las urnas por un mayor apoyo a los conservadores.
«En 24 horas el Ejecutivo de Scholz será historia», afirmó Merz en su último acto electoral en la capital bávara, en el que subrayó que «la libertad, la paz y el estado social» son conquistas «por las que hay que seguir luchando». El candidato conservador prometió que el próximo gobierno centrará su trabajo en relanzar la economía, aprobar nuevas directrices en materia de migración y asilo, priorizar la seguridad y defensa e incrementar el compromiso con Europa, donde Berlín debe jugar un papel de liderazgo. Merz aseguró que el gabinete a sus órdenes tendrá además la vista puesta «en los más laboriosos del país».
Por su parte, Olaf Scholz, irradiaba optimismo en sus últimos actos de campaña este sábado, pese a que todos los pronósticos le son absoluta y rotundamente desfavorables. «No creo en milagros sino en un triunfo electoral», declaraba el aún canciller federal a los medios callejeando por Potsdam, capital del Estado federado de Brandeburgo donde se encuentra la circunscripción de su candidatura parlamentaria. Scholz se mostró convencido de que el SPD ganará los comicios «para dar continuidad a un gobierno bajo mi mando». Un análisis muy personal y peculiar de las encuestas.
Para los editorialistas y expertos políticos de la capital alemana, Scholz ha llegado al fin de su carrera pública en la capital alemana. Todos esperan que la misma noche electoral anuncie su retirada definitiva de la vida política. El jefe del Gobierno germano ha dejado claro en campaña que de ninguna manera entraría de segundón en un gabinete dirigido por Merz y en su propio partido carece de futuro. Scholz será el cabeza de turco sobre el que caiga la culpa de haber hundido a los socialdemócratas hasta unos resultados electorales propios del siglo XIX, en las primeras décadas después de su fundación.
Motivos de celebración tendrá, pese a su marginación y aislamiento, la ultraderecha germana. Previsiblemente duplicará sus resultados frente a los comicios anteriores y superará el 20% de votos. Uno de cada cinco alemanes habrá considerado que Alternativa para Alemania debe gobernar el país, aunque es un partido condenado públicamente por las iglesias católica y protestante, que advierten sobre su carácter xenofóbico y racista, pero también por las diferentes patronales germanas, que ven en sus demandas de salida del euro y la Unión Europea, así como en sus iniciativas financieras, una seria amenaza para la economía nacional.
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Enlace de origen : Decenas de miles de alemanes protestan contra la ultraderecha en la víspera de las elecciones