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Las aplicaciones móviles cambiaron las reglas del juego a la hora de encontrar aventuras de una noche o compañeros de vida: los menos echados para … adelante evitaron tener que acercarse a su amor platónico en bares y discotecas, pudiendo emprender su búsqueda en cualquier parte. A fin de cuentas, todo se resume a crearse un perfil, escudriñar los ajenos y abrir una ventana de chat.
El problema, como con todo, llegó conforme algunos usuarios decidían utilizar estas aplicaciones de forma malintencionada: pese a los continuos esfuerzos de las plataformas, siguen abundando los perfiles falsos creados para engatusar a quienes ansían romanticismo (o pasión) con todas sus fuerzas. Es lo que se conoce con el término anglosajón de ‘catfishing’: cuando pasamos semanas o meses hablando con alguien hasta que nos tiene en el bote y consigue justo lo que pretendía (ingentes sumas de dinero, información sensible con la que chantajearnos…). A menudo, las víctimas descubren la treta demasiado tarde, cuando ya resulta evidente que el supuesto médico norteamericano no era más que un adolescente de provincias deseoso de engordar sus arcas o pasar el rato.
En este contexto, que ha derivado en titulares tan terribles como el del asesinato de las hermanas de Morata, surge un concepto a medio camino: el ‘kittenfishing’. Se produce cuando la persona con la que interactuamos suelta ‘pequeñas verdades’ cada dos por tres, exagerando sobre sus rasgos físicos e incluso inventándose anécdotas personales con el único propósito de resultar más deseable y conseguir una primera cita en la que, con suerte, pueda convencernos de que es justo lo que andábamos buscando.
Le ocurrió a Dolores, de 39 años, quien nos cuenta su experiencia bajo pseudónimo: «Me pasé semanas hablando todos los días con un chico que parecía perfecto. Me enviaba fotos desde el gimnasio que daban el pego, mostrando un cuerpo bien trabajado. Incluso me comentó que estaba terminando Derecho y pretendía independizarse pronto. Aunque le insistí en conocernos personalmente al cabo de unos días, siempre daba alguna excusa. Así hasta mes y medio después, cuando accedió a que nos viésemos en una cafetería. Me dijo que iría vestido con una sudadera negra y vaqueros, pero fue lo único que coincidió con la descripción y las fotos que me había enviado hasta el momento. Quien se me plantó delante tenía una cara completamente distinta (más bien poco agraciada) y además me confesó que no había pisado la Universidad».
En otras de sus variantes, el kittenfishing consiste en describirse con bastantes años menos de los que se tienen realmente o en ocultar, mediante instantáneas perfectamente escogidas, una altura mínima, cicatrices o la pérdida de piezas dentales. Pueden parecer aspectos nimios, pero lo cierto es que ninguna relación sólida se constituye a partir de mentiras.
Detectando a un impostor
Hablemos de catfishing o kittenfishing, existen señales de que la persona que nos corteja digitalmente puede estar intentando darnos gato por liebre. La firma de ciberseguridad Avast pide estar alerta si el sujeto tan solo cuenta con un perfil de redes sociales y apenas encontramos información suya en Internet. Y es que quien tiene Tinder, por poner un ejemplo, también suele contar con su particular repositorio de imágenes en Instagram. Si no es así, o ha borrado su rastro a conciencia o es que se ha abierto una cuenta en la app de citas con el único propósito de cazar presas.
En el ejemplo anterior, el perfil de Instagram seguramente cuente con pocos seguidores y fotos, consistiendo la mayoría en tomas genéricas de las que no podemos extraer demasiada información personal (cuando no en ángulos imposibles que muestran rostros parciales).
El pretendiente también se mostrará reacio a dejarse ver tanto en persona como por videollamada, algo esto último de lo que también deja cuenta Dolores: «Le decía que si estaba tan ocupado como para no poder tomar un café, que al menos me videollamase, pero se ponía bastante tenso. Recuerdo que alguna vez probé a hacerle un FaceTime de improviso, pero lo rechazó al instante. Ahí empezaron mis sospechas y, en realidad, terminé forzando que nos viésemos para confirmarlas. Le dije que así no se hacían las cosas, me levanté y me fui sintiéndome una idiota. Me había hecho perder el tiempo».
A los consejos anteriores, otra compañía especializada en seguridad cibernética (ESET) añade «prestar atención a las inconsistencias o contradicciones en lo que la persona cuenta, o bien si elige no profundizar o no da detalles de ciertos temas puntuales o específicos». En resumidas cuentas, optar por la cautela y seguir a pies juntillas dichos populares como ‘piensa mal y acertarás’ o ‘nada es tan perfecto como parece’. Si de repente nuestra cita virtual se convierte en el mayor experto mundial sobre nuestras aficiones (que casualmente también son las suyas), cabe preguntarse si de verdad existe una media naranja tan literal.
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Soy William Abrego, me uní como ejecutivo de SEO y me abrí camino hasta el puesto de Gerente Asociado de Marketing Digital en 5 años en Prudour Pvt. Ltd. Tengo un conocimiento profundo de SEO en la página y fuera de la página, así como herramientas de marketing de contenido y diferentes estrategias de SEO para promover informes de investigación de mercado y monitorear el tráfico del sitio web, los resultados de búsqueda y el desarrollo de estrategias. Creo que soy el candidato adecuado para este perfil ya que tengo las habilidades y experiencia requeridas.
Enlace de origen : 'Kittenfishing': así es el último engaño en las aplicaciones de citas