El Cartagena va de ridículo en ridículo

El Cartagena hace mucho tiempo que dejó de dar señales de vida. No tiene nivel para competir en la categoría y sus números son indignos de una categoría profesional: 10 derrotas en los últimos 12 partidos, 8 de ellas de forma consecutiva para firmar un horrible balance de 2 puntos de los últimos 36. La directiva no aplica paños calientes para pasar el mal trago de otra forma; el cambio de futbolistas y entrenadores (tres ya con Romo) sirve de nada y la afición, atónita y sin respuestas, hace tiempo que dimitió de ver caer de esta manera al club de sus amores. El resultado es un equipo condenado al descenso desde hace meses, que ha encajado 54 goles en contra y que solo ha sumado 15 puntos de 90 posibles. La salvación puede pasar hoy de 21 a 24 puntos y lo peor es que a esta agonía aún le quedan más de dos meses.

El partido fue un día más en la caótica oficina del Cartagena. El equipo es tan anticompetitivo que se autodestruye, es capaz de hurgar en su propia herida y empujarse por sí mismo al precipicio. Lo vimos en la primera parte, cuando los albinegros entraron bien, se arroparon en un inédito dibujo de 5-3-2 y protagonizaron algunas interesantes estiradas al área rival. Sin embargo, y como viene siendo habitual, el Efesé pecó de la ternura que le caracteriza cuando Escriche perdonó el 0-1 en un fantástico pase entre línea de Ndiaye. No es casualidad que el atacante de Burriana lleve 0 goles esta temporada ni tampoco es casualidad que el Cartagena, en general, solo lleve 15 en 30 jornadas. Sí es de juzgado de guardia, en este sentido, que el pichichi de las últimas campañas, Alfredo Ortuño, esté defenestrado y sin jugar desde el primer día de la temporada.

Como el Cartagena va de regalo en regalo, le concedió al Levante el 1-0 sin merecerlo. La jugada fue el perfecto resumen de lo que es esta lamentable temporada. Un error garrafal de Andy Rodríguez en el minuto 28, pues con un incompresible pase atrás asistió a Iván Romero para que marcara a placer. Una acción lamentable y una imagen dolorosa la posterior, porque solo Pablo Cuñat acudió a consolar al centrocampista albinegro. Antes de rodar el balón, el Levante se conjuró en un círculo y mientras el Cartagena esperaba con los brazos en jarra. Dos fotografías, la del inicio y la del 1-0, que reflejan los ánimos en el vestuario.

El Levante marcó el 1-0 sin despeinarse. Y en el minuto 50 el encuentro perfectamente pudo ir 5-0 porque los locales fallaron cuatro ocasiones clarísimas. Un pase en largo entre línea se coló entre Sipcic y Aguirregabiria para habilitar un mano a mano de Iván Romero que solo un mal bote del balón evitó que el remate del ariete entrara dentro; un nuevo resbalón de Delmás, similar al de Huesca, terminó en el disparo de Morales rozando el palo. Ya en la segunda parte los primeros pestañeos fueron similares: el ‘Comandante’ también erró en su particular duelo frente a Cuñat; y Kochorashvili desde atrás mandó a las nubes un servicio con todo a favor.

El Levante monopolizó el juego y las ocasiones. Elgezabal se hizo gigante, encendió el aspirador y recuperó todos los balones sueltos; por la izquierda, el lateral Pampín desplegó las alas y volvió loco a Aguirregabiria, pues Guillermo Fernández Romo quitó a Delmás y dejó en el carril diestro al vasco con tarjeta amarilla. La bola no le duraba nada al Cartagena, embotellado, sin argumentos ofensivos ni apenas pisadas en campo contrario; y el Levante se animó a placer, posponiendo el 2-0 para desesperación de los 14.367 espectadores del Ciudad de Valencia. Todo era cuestión de tiempo, no obstante.

Tanto fue el cántaro a la fuente que el minuto 71 llegó el 2-0. Y todo ello, a pesar de que el valenciano Pablo Cuñat se doctoró en su casa, ante su equipo y en el que debería jugar la próxima temporada. El portero albinegro cedido por el Levante salvó un par más de ellas, también en un tremendo mano a mano, hasta que Kochorashvili esta vez no erró con todo a favor. El internacional georgiano aprovechó la pasividad defensiva del Cartagena, nada contundente en el rechace de una intervención de Cuñat, para subir el segundo al marcador.

Ya en la recta final Kiko Olivas rizó el rizo del esperpento con un atropello sin discusión que terminó en el penalti transformado por Iborra. De nada le sirvió a Sipcic reclamar un fuera de juego inexistente. Y hasta de cabecear un centro a la cruceta. El Ciudad de Valencia siempre fue un campo talismán para el Efesé: en 2009 soñó fuerte con Primera gracias a la falta de Expósito; en 2022 durmió líder de Segunda y en 2024 selló medio milagro de la salvación a los mandos de Julián Calero. Precisamente el entrenador de aquella gesta, ahora en el Levante, fue el que anoche empujó un poco más al precipicio al Cartagena.