Sofía Crespo Madrid (Valencia, Venezuela, 1995), llegará hoy a Murcia con la caravana literaria de Olga Martínez, editora de Candaya, que recorre todo el levante español. Ayer estaba en Valencia por la mañana, buscando un lugar donde guarecerse de las mascletás, por la tarde en Alicante, y este miércoles, a las 19 horas, en Libros Traperos de Murcia, junto a la poeta Ángeles Carnacea, con la que presentará ‘Aunque me extinga’, un poemario delicioso sobre amores nacientes, amores retenidos y amores que no queremos dejar ir. «Ante las estrías del mar, escribo: Mi vida ha sido una peregrinación hacia la mujer que amo». ¿Acaso puede haber un capricho más humano que «amar el vacío y llenarlo de significado»?
La conversación con LA VERDAD le hará recordar lo bueno y lo malo de la vida, lo que dejó en Venezuela, lo que perdió en el camino, y todo lo que ha ganado. «Es para mí la primera vez en Valencia, porque yo nací en Valencia, la ciudad del estado de Carabobo, que se llamó La Nueva Valencia del Rey, por cierto». Sofía no deja de reír. «He vivido en España desde 2014, estudié [[Filología Hispánica] en Salamanca». Hizo el Máster del Profesorado en la Complutense de Madrid. Su vida, entonces, como decía, es «una peregrinación hacia la mujer» que ama. Un apunte muy lúcido, pensando en Aida González Rossi, autora del «prólogo-acampada», a la que dedica un montón de poemas. En correspondencia, Rossi dice sobre Sofía: «Yo me extinguiré hablando de madrugada en la cama con Sofía, durmiéndonos tan tarde que de pronto llegamos a una hora desconocida, iniventada, solo nuestra». Según Sofía Crespo, el amor y la amistad ofrecen la posibilidad de arraigar, «porque Aida y yo comenzamos siendo amigas, nos conocimos en un recital de editoriales independientes, algunas de las cuales ya están extintas, y luego brotó el amor. Fuimos amigas, y a través de la escritura pudimos crear más amigas y crear una especie de constelación de tela, de red, de tejido que arropa». El amor nos lo da todo, también nos lo quita, y cabe preguntarse si el amor es un arma poderosa para poner fin a tantas guerras. ¿Con más amor podríamos acabar con las guerras? «Es una pregunta agustiniana, en el sentido de ‘ama y haz lo que quieras, cualquier gesto que tengas, hazlo con amor…’. Pero, es cierto que, en nombre del amor, se han cometido muchos horrores. Un amor desbocado también puede ser peligroso. Sí, claro que hace falta mucho más amor, pero que llegue a todas partes y a todas las personas, que no discrimine por cuerpos ni por nacionalidad, y que realmente sea el amor como un motor, como voluntad de unión y de acercamiento, de superficies que se conocen y se reconocen, y no solo quizás el amor como algo que usamos para justificar las peores de nuestras acciones».
Sofía Crespo Madrid ha escrito este poemario con todos los sentidos en alerta. La mirada, el tacto, ¡el oído!, el olfato, la vista… pero podría pensarse que lo escribió incluso con los ojos cerrados. «Me gusta mucho verlo así porque todo lo del mundo lo percibimos a través del cuerpo, y es algo que yo tengo presente en mi escritura. Cuento con todas las posibilidades para captar esos estímulos y sensaciones, me pregunto a qué huele el pasado de las películas viejas. Presto atención, sí, y a veces es bonito tener miedos que tenemos que acariciar, porque nos recuerdan lo importante de perder lo que tenemos. La escritura me ha acompañado en los procesos más difíciles de mi vida, la muerte me ha tocado cerca con el largo proceso de mi padre, y creo que somos unos sanos en transición. La enfermedad nos obliga a recalcular el mundo, que está diseñado para los sanos».
«Las hormigas no dejan ningún cuerpo muerto atrás. Tienen más dignidad que los genocidas»
Sofía se pregunta qué animal es, y a veces dice a su objeto de deseo que parece encaminarse a vivir en su cuerpo. ¿Qué animal sería? [Suenan petardos de fondo; está en Valencia en Fallas, recuerden]. «Las hormigas tienen cementerios y no dejan ningún cuerpo atrás. Las hormigas tienen más dignidad que los genocidas», reflexiona. ¿Lo peor y lo mejor de su vida? No duda: «Lo mejor, amar; lo peor, sufrir el chavismo». Ama en la incertidumbre, escarba hacia la belleza. Así es ella.
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Enlace de origen : Sofía Crespo Madrid: «Lo mejor de mi vida ha sido el amor; lo peor, el chavismo»