Vivir, trabajar y morir en un piso de custodia de menores

Vivir, trabajar y morir en un piso de custodia de menores

En el salón de aquel piso, el primer día con los menores que estaban bajo la tutela estatal, una educadora social, que venía de hacer prácticas en una clínica y asumía con entusiasmo su primer trabajo remunerado, reunió a los que allí vivían. Después de presentarse, le hicieron la siguiente pregunta: ¿y tú cuándo nos vas a abandonar también? Ella aseguró que duraría con ellos, convencida de poder darles el mismo apoyo afectivo que había procurado en la unidad pediátrica hospitalaria de donde provenía. Contratada para el turno de noche, al poco de apagar las luces, cuando los tutelados debían dormir, una chica intentó suicidarse tirándose al vacío desde la terraza. La educadora renunció al día siguiente. Era un piso de menores tutelados, chicos que no pueden estar con sus familias por distintas razones que convergen en que sus padres no les cuidan y la Administración retira su custodia.

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