Grande Amore: «Mi parte más cerebral me trae solamente disgustos»

– El tercer disco de la banda ha sido recibido de una forma realmente fantástica por parte de crítica y público. ¿Sienten que ‘III’ es el álbum de confirmación de Grande Amore?

¡Ojalá lo sea! A ver, de momento solo hemos visto críticas positivas, tanto en nuestro entorno como en redes sociales. Lo que pasa es que las redes sociales son tal cámara de eco que nunca sabes cuánto puedes fiarte de lo que ves en ellas. Y, por otra parte, la gente de tu entorno siempre va a esforzarse por reaccionar positivamente para animarte. No te van a decir que el disco no les gusta, aunque de hecho no les guste. Va a ser ahora, estos meses en la gira de salas, donde veamos realmente cuántas personas cantan las canciones nuevas y con que fervor las reciben o no.

– Siempre se ha hablado de la complejidad y dificultad que tienen los terceros discos por las expectativas generadas con los dos anteriores, las opciones de mantener la línea fijada, la posibilidad de arriesgarse, el nivel de tensión que puede generar…En su caso, ¿cómo han vivido todo el proceso de creación relacionado con ‘III’?

Para bien y para mal, a nosotros nos ha producido la misma cantidad de estrés y sufrimiento el proceso de composición de este álbum que el de los dos anteriores. En ningún momento teníamos en mente componer el disco que nos reafirme definitivamente como banda. Es que tampoco sabemos muy bien lo que esperan de nosotros las personas que nos escuchan. Hombre, supongo que un disco de rancheras no, pero quiero decir que tampoco venimos de un éxito masivo que haya condicionado toda nuestra carrera a posteriori.

– ¿Se puede interpretar este disco como el fin de una trilogía y, por lo tanto, de una etapa concreta del grupo?

Diría que no. Puede que eso sí que pase con el siguiente, con el ‘Vol. IV’, que será aún más oscuro y denso que éste y, en cierto modo, culminará esa trayectoria que iniciamos desde el paso del primer al segundo disco. Ahí sí que me imagino que se pueda cerrar una etapa, pero de momento aún nos queda mucho camino por recorrer.

– ¿En qué aspectos trabajaron con mayor insistencia junto a Jacobo Naya en el terreno de la producción? ¿Esa entrada a lo grande del post punk en el sonido de este disco llega por esta vía?

Jaco es el responsable del 90% del sonido de este disco, lo digo sin exagerar ni un ápice. Sin él, no sabríamos como enfrentarnos de manera concreta al proceso que tomamos como base a la hora de componer, que es el de introducir guitarras como elemento protagonista en las nuevas canciones. En principio, queríamos que el disco reflejase el sonido de nuestro directo desde que se incorporó Clara como guitarrista en 2023. Lo que pasa es que ha sido tan fina y minuciosa la producción de Jaco que la verdad es que el sonido resultante no se parece en absoluto a como era nuestro directo antes. Ya nos gustaría. De hecho, hemos tenido que ensayar muchísimo para ponerlos a la altura de lo que suena en el disco. El cuento de nunca acabar.

– Además del citado post punk, aquí volvemos a encontrar sonidos de los géneros que han destacado a lo largo de sus tres discos, con el synth-punk, la electrónica, el rock industrial y el punk a la cabeza. ¿Estos estilos han estado siempre presentes en su educación musical o se han ido adaptando y reformulando a su forma de crear con el paso de los años?

Yo diría que, en mi vida, el único género que siempre ha estado presente ha sido el rock and roll. Es la música que empecé a escuchar siendo un preadolescente y la música que más me sigue apasionando hoy en día. Luego, por lo que representaba de revisión fanática y extremista de los principios del rock and roll, me enganchó el punk de primera ola, el de los Stooges y Ramones, y ahí fue cuando me motivé a hacer mis primeras canciones. El resto de estilos que me han gustado desde aquellas han contribuido circunstancialmente a moldear mi gusto y me han aportado cosas, claro, pero creo que en esencia lo que sigo intentando es, sí, no sé, parecerme a Little Richard, supongo. Pero claro, no se puede molar tanto como Little Richard.

– En el álbum encontramos la participación de Nacho Vegas y David Ruiz (La M.O.D.A) en dos de los mejores temas del disco (‘Ti Máis Eu’ y ‘Se te volvo a ver’). ¿De qué forma surgieron estas colaboraciones que aportan colores tan distintos y atractivos al disco?

La colaboración con David ha sido la única en la historia de Grande Amore que me he atrevido a pedir personalmente, porque ya lo conocía de hacía tiempo y tenemos muy buen rollo. Me da mucho reparo pedirle a alguien que se sume a una canción nuestra porque tengo un pánico total al rechazo y casi que prefiero perderme la experiencia de colaborar con esa persona que tener que afrontar que me digan que no, porque me imagino poniéndome muy, muy triste al recibir esa negativa. Pero, ya digo, con David fue todo facilísimo. Es un tío muy guay. Por otra parte, la colaboración con Nacho surgió a través de Ane, de Oso Polita, que además de ser pareja de Jaco es colega nuestra. Un día, escuchando el disco, nos dijo: «¿No os parece que aquí entraría bien la voz de Nacho?». «¿De Nacho Vegas?», le respondí. Ella asintió, y claro, claro que entraría bien. Pero me parecía imposible que a él le apeteciese hacerlo. Ane se lo propuso y al final, como en el caso de David, fueron todo facilidades por su parte. A veces hasta me cuesta creer, todavía hoy, que tenemos una canción con Nacho Vegas.

– ¿Es cierto que la canción en la que participa Vegas surgió de un tema de la versión de ‘Barrio Sésamo’ estadounidense? ¿Cómo terminó aquella melodía convertida en ese breve e hipnótico corte de apenas dos minutos que encontramos en el disco?

Es totalmente cierto. La canción original es buenísima, se llama ‘I’m sad’. A mí me cuesta mucho componer así en abstracto, desde cero. Necesito que algo me motive, una frase de una canción que me gusta, una secuencia de acordes o la energía que me transmite un grupo concreto. En este caso, el algoritmo de Youtube, el mío debe de ser uno de los más aleatorios de la historia, me sugirió esta canción hace ya un par de años como mínimo y me quedé enganchado al instante. Luego, claro, la cabra tira al monte y al querer replicarla me salió ‘Ti máis eu’, que tiene un poco la sonoridad de guitarra de los Misfits y la misma duración de muchas de sus canciones, pero sin todo lo que le añadirían por encima los Misfits, que tampoco es que sea mucho, básicamente bajo y batería, y por eso se acaba pareciendo más bien a una canción de Spacemen 3 que a cualquier otra cosa.

– Otro punto en común de los discos de Grande Amore son las atmósferas oscuras y penetrantes que te sitúan como oyente en un sitio muy particular y diría que casi necesario para experimentar al cien por cien lo que propone cada tema. ¿Cómo es el trabajo específico en este apartado de la composición? ¿Está desde el principio o espera al estudio para comenzar a darle forma?

¡Caray, qué bonito eso! No es algo fruto de una intención predeterminada ni de una reflexión racional, eso desde luego. Supongo que es algo que simplemente sucede por cómo somos y por las cosas que nos gustan.

– ¿Qué es lo más importante que aportan Mariagrep y Clara Redondo a la banda? ¿Cómo definiría la evolución que han tenido dentro del grupo en relación con el sonido con el que cuenta actualmente Grande Amore?

Su compromiso y dedicación al proyecto. No es nada fácil, y recalco lo de nada, encontrar a gente que se sume a un grupo del que no formaron parte en su génesis y aun así estén dispuestas a entregarle tantas horas de su vida. ¡Encima haciendo una música que es mucho más ruidosa que lo que ellas escuchan normalmente! Un colega lo definió bien hace poco, cuando dijo que ahora, con el directo nuevo, por fin se nos ve como una banda de tres y no como uno más dos.

– La música del grupo transmite la sensación de nacer desde lo visceral y la urgencia, aspectos directamente relacionados, por otra parte, al citado punk. ¿Qué papel diría entonces que juega su parte más cerebral durante la composición?

La verdad es que mi parte más cerebral me trae solo disgustos (risas). Le doy demasiadas vueltas a todo, creo que debo sufrir de neurosis o algo así. O, si no neurosis, por lo menos de un mal que en mi zona conocemos como ‘non ser ben’. Para algunas cosas supongo que estará bien, pero a la hora de componer solo hace que me obsesione con elementos que a nadie más le van a importar nunca, como puede ser el timbre agudo de una batería o un pequeño desajuste en el tiempo de la pista de guitarra. Y me frustra porque lo realmente rockero sería que no te importase eso y que simplemente valorases lo que comentas, la urgencia, la visceralidad y la garra de la canción. Maldita sea mi parte cerebral.