Vía crucis hasta el Calvario de Cartagena para honrar a la Virgen «guapa, guapa y guapa»

Vía crucis hasta el Calvario de Cartagena para honrar a la Virgen «guapa, guapa y guapa»

Domingo, 23 de marzo 2025, 20:42

La Virgen de la Soledad ya está de regreso en su ermita del monte Calvario. La imagen que tantas pasiones despierta entre los vecinos de Santa Lucía, Los Mateos y Lo Campano hizo su peregrinaje de vuelta al monte este domingo en compañía de un nutrido grupo de fieles que le imploraron por la salud y bienestar de los suyos y le colmaron de todo tipo de gustosos piropos para la Virgen «guapa, guapa y guapa».

La misa de nueve dio inicio a la romería, que partió desde la iglesia de Santiago Apóstol, patrón del barrio de los pescadores cartageneros. A las puertas del templo, donde la Virgen aguardaba desde el pasado día 16, le esperaban, no solo una legión de voluntariosos romeros, también la agrupación musical La Buena Unión de Los Mateos que, con sus tambores y trompetas, abrieron paso a la talla vestida de negro luto.

Tras ellos estaba la alcaldesa, Noelia Arroyo, y el concejal de Hacienda, Nacho Jáudenes; este último sonriente y agradecido tras ser nombrado Cofrade de Honor en gratitud al apoyo económico que el Ayuntamiento brinda para el sostenimiento de la institución comandada por su hermano mayor, José Antonio García. También estuvo presente el portavoz de los socialistas cartageneros, Manuel Torres, quien como buen vecino de Santa Lucía no quiso faltar a esta importante cita.

Entre el resto de romeros, se condensaba buena prueba de que la tradición y la devoción siguen muy vivas de cara esta muestra fraternal de fe compartida. Prueba de ello es que a esta, una de las procesiones más castizas de la ciudad, no faltaron quienes acudieron descalzos en señal de penitencia. Hasta un señor se acercó rosario en mano para orar al paso del tradicional cortejo, el cual entonó sin complejos una salve frente al histórico respiradero de San Juan.

Las familias fueron sin duda las que más disfrutaron el camino. Mientras un grupo de niños repartían estampas con la imagen de la Virgen, muchas madres no dejaron pasar la ocasión para que la venerada talla bendijera con el roce de su manto a los más pequeños de la casa. Una prenda que, como anécdota, tuvo que ser sujetada con un extra de alfileres por aquello de que no ondeara con cada racha de viento que a ratos soplaba de mar a tierra.

A la salida de Santa Lucía, unos vecinos arrojaron a la Virgen una lluvia de pétalos desde su balcón engalanado con el pendón celeste de la Cofradía. Y en Lo Campano, varias señoras aprovecharon el descanso de las mujeres portapasos para depositar en ofrenda sus coloridos ramos de flores. La lluvia de los pasados días, además, brindó a todos un paseo campestre sembrado de verdor y paisajes ya claramente primaverales.

Relevo a pie de monte

Pasadas las cuadras de caballos y el cementerio, los romeros se agarraron los machos para encarar la empinada cuesta. Comenzaba el vía crucis y los hombres relevaron a las féminas bajo el trono. Quienes quisieron orar una a una las estaciones que recuerdan la pasión y muerte de Cristo vivieron el momento en silencio y profundo respeto y, los que no, apretaron el paso con la tripa lista para darse el festín que les aguardaba en la cima.

Para la ocasión, la Cofradía dispuso puestos para la venta de empanadillas, pizzas y refrescos. Asimismo, por primera vez, se contrató una gran paella para 200 comensales. Los más afortunados fueron los más mayores, que pudieron hacer el camino arriba sentados y en minibús. Con todo, los vecinos en conjunto pudieron disfrutar en torno a la imagen que les une de eso tan particular que es sentirse un pequeño pueblo dentro de una gran y trimilenaria ciudad.

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