Mejora las propiedades del pan con un simple proceso: el truco para que actúe como un prebiótico

Mejora las propiedades del pan con un simple proceso: el truco para que actúe como un prebiótico

Ana de Dios

Viernes, 28 de marzo 2025, 21:16

El pan es un alimento que ocupa un lugar especial en la mayoría de los hogares. Su éxito, que se remonta a tiempos antiguos, radica en su versatilidad: es perfecto para disfrutar de un bocadillo, pero también funciona como un excelente acompañamiento para prácticamente cualquier comida. A pesar de su popularidad, su consumo no está exento de debate. Por un lado, muchos disfrutan de un buen trozo de pan como parte de su dieta diaria; por otro, algunos prefieren evitarlo, argumentando que su contenido en hidratos de carbono y calorías podría ser perjudicial, especialmente en dietas enfocadas en la pérdida de peso.

Sin embargo, no es necesario eliminar por completo el pan de nuestra alimentación. Según la Fundación Española de Nutrición, se recomienda incluir de tres a seis raciones diarias de cereales y tubérculos, dentro de una dieta equilibrada. En cuanto al pan, la ración ideal es de entre 40 y 60 gramos si se consume como parte de un bocadillo o tostada, y de 20 a 30 gramos cuando se utiliza como acompañamiento de comidas.

Recientemente, ha surgido un método que promete hacer que el pan sea más saludable, especialmente para quienes buscan alternativas que beneficien su salud intestinal y reduzcan el índice glucémico. Muchas personas, ya sea para evitar desperdiciar comida o para no tener que comprar pan fresco todos los días, optan por congelarlo. Pero, ¿realmente congelar el pan puede ser beneficioso? La ingeniera en alimentos y divulgadora Mariana Zapién (@ingdetusalimentos en redes sociales) ha explicado cómo este sencillo hábito puede mejorar las propiedades del pan.

«Al congelar el pan, propiciamos la retrogradación del almidón naturalmente presente en él», explica Zapién. Este proceso reorganiza y cristaliza las moléculas del almidón, transformándolo en un tipo resistente a la digestión. Este almidón resistente, al no ser descompuesto por nuestras enzimas digestivas, actúa como una fibra dietética que llega intacta al intestino grueso, donde puede funcionar como alimento para las bacterias buenas. En otras palabras, actúa como un prebiótico que promueve una microbiota saludable.

Cómo aplicar este método

Según esta ingeniera, es muy sencillo aprovechar este efecto. Basta con cocinar el pan, congelarlo y, cuando vayas a consumirlo, calentarlo o tostarlo. Además, señala que este proceso no solo se aplica al pan, sino también «a otros alimentos ricos en almidón, como la pasta, el arroz, las patatas y la avena».

No obstante, Zapién aclara que congelar el pan no es una obligación. Es completamente válido seguir consumiéndolo fresco, pero congelarlo es «una buena estrategia para cuidar la microbiota, aumentar el consumo de fibra y reducir ligeramente el índice glucémico de estos alimentos». Además, en el caso de que te dé pereza esperar el tiempo para que se congele, también bastaría con refrigerarlo, aunque con la congelación «dura mucho más»

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