Pedro Martí: «La desaparición nos recuerda que la vida es cruel, y que el ser humano puede ser muy malo a veces»

Pedro Martí: «La desaparición nos recuerda que la vida es cruel, y que el ser humano puede ser muy malo a veces»

Miércoles, 9 de abril 2025, 17:11

Pedro Martí (Almansa, Albacete, 1988), escritor de novela negra afincado en la Región de Murcia desde hace quince años («de aquí no me sacan ni con aguarrás»), es una de las apuestas de Ediciones Destino, editorial con primeras espadas como Alicia Giménez Bartlett, Dolores Redondo, Lorenzo Silva, César Pérez Gellida, Víctor del Árbol, Manuel Marlasca y otras firmas como el yeclano Claudio Cerdán. Todos ellos son narradores que admira Martí, autor de ‘La mala hija’, novela que no inventa la rueda con su sinopsis. Cuenta la desaparición de una chica de 16 años en Almansa, una apacible localidad manchega en la que, supuestamente, nunca sucede nada. Hasta que Belén Villalba, una chica perfecta, carismática, inteligente y, por supuesto, buena hija, desaparece una noche de enero. La noticia causa una conmoción sin precedentes.

La capitán de la UCO Alma Ortega, una mujer reservada y meticulosa que está pasando por uno de los momentos más adversos de su vida, se ve obligada a abandonar Madrid y regresar a su pueblo natal para coger las riendas de la investigación. Tendrá que trabajar codo a codo con la teniente al cargo del caso hasta ahora: su hermana mayor, con quien guarda una relación de rivalidad llena de heridas sin cicatrizar. Este es el punto de partida de ‘La mala hija’, obra que Martí presenta este miércoles en la Casa del Libro de Alicante y este jueves, de 17.30 a 21 horas, firmará también en El Corte Inglés de la Gran Vía de Murcia. «Ojalá venga mucha gente y acabemos reclutando a muchos malos hijos», bromea Martí, en conversación con LA VERDAD. A la presentación en el Teatro Principal de Almansa, el día del lanzamiento de la novela, acudieron más de 250 personas.

Martí afirma que se puede considerar «un mal hijo de Almansa porque yo en la adolescencia quería salir de allí, tenía grandes ínfulas y me imaginaba viviendo en Madrid o en Barcelona, pero acabé viviendo en Murcia, que no está nada mal, eh. De hecho, mi hijo es murciano, y estoy aquí muy a gusto. Pero quería irme de Almansa porque sentía que no había cosas que hacer, me sentía un poco aburrido, y ansiaba una gran ciudad. Ahora, siendo ya adulto, con perspectiva, pienso que se vive muy bien en Almansa, se vive bien allí, la gente sonríe mucho, es gente muy cercana, y me siento cada vez que voy muy a gusto. Respiras un aire limpio, tiene cosas muy bonitas, y ahora pienso que no valoraba entonces aquellos escenarios que luego salen en ‘La mala hija’. ¿Por qué al lector no le va a gustar disfrutar de Almansa y de su gastronomía, y de su gente, de esos escenarios potentes y bonitos?». Almansa no es el Baztán de Dolores Redondo, dice. «Aún no, pero quién sabe con el tiempo».


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«Mal hijo de Almansa», insiste Martí, «porque no la quise como se merece. Pero ahora de adulto quiero mucho a Almansa, e intentaré que Diego, Alma e Irene se paseen mucho por allí en los próximos años». Diego es el «ácido periodista que se ve obligado a regresar a Almansa porque le han echado del periódico y porque su prometida le ha dejado. Nada más llegar, se entera de la noticia de la desaparición de Belén Villalba y comienza a utilizar cualquier medio a su alcance para ser el primero en conseguir suculenta información que le permita recuperar su empleo». Irene es la «compañera de clase de la chica desaparecida. Retraída, es una friki de manual, rodeada de sus manga y sus videojuegos. Oculta peligrosos secretos: es hacker y se dedica a crear personalidades múltiples en su ordenador para así espiar a través de las redes sociales a la gente de su alrededor sin ser vista». Y Alma «tendrá que ejercer de jefa de su hermana Paula, teniente de la Guardia Civil en Almansa. Rubia, delgada y con vitíligo (una enfermedad de la piel que le confiere un aspecto peculiar). Es una mujer fuerte en apariencia, recta, con la ética del deber muy presente siempre. También es vulnerable y obsesiva, características que la han llevado a necesitar tratamiento psicológico. Nunca quiso ser madre, pero tras la muerte de su marido, tiene que hacerse cargo de Cris, una adolescente de 17 años a la que adora, pero de la que, por mucho que lo intenta, no se siente su verdadera madre». Ellos son los verdaderos protagonistas de la trama.

¿Por qué la obsesión con esta desaparición? Pedro Martí dice que como niño de finales de los 80 y de principios de los 90 obviamente quedó muy marcado por el caso de las niñas de Alcasser [la noche del viernes 13 de noviembre de 1992, Miriam, Toñi y Desiré fueron vistas por última vez haciendo autoestop; 75 días después fueron encontrados sus cadáveres en una fosa en el barranco de la Romana]. «Es un caso del que se habló mucho tiempo, fue muy notorio. También recuerdo los casos de Madeleine, de Yéremi Vargas, de Gabriel… cuando la sociedad tiene conocimiento de casos como estos se une en la indignación. Porque los niños son lo más puro, no han tenido tiempo de vivir, de dar su primer beso… Una de las cosas que se pregunta la madre de la chica que desaparece en la novela es cómo habría sido ella de adulta, si habría tenido hijos o no. Porque es muy cruel arrebatarle a alguien la posibilidad de vivir. Aunque sea un punto de partida típico o tópico, sigue siendo potente y creo que el argumento de ‘La mala vida’ llama la atención porque ahí hay una realidad truncada y el lector quiere saber por qué».


Pedro Martí.


Kiko Asunción / Agm

Las dos agentes que tienen que investigar el caso son hermanas. En las novelas policiacas funcionan, de hecho, muy bien las parejas. «Yo quería que se llevasen rematadamente mal, y quería que hubiera un personaje que tiene que volver a Almansa, a todo lo que odia, a lo que supone volver a un pasado traumático del que ella quiere huir y del que acaba refugiándose en Madrid, donde disfruta de su anonimato. Por eso no quiere volver a Almansa, pero allí tendrá que hacerse cargo del caso y mandar sobre su hermana mayor, con la que guarda gran parte de ese pasado traumático y con la que tiene heridas aún por cicatrizar, y bastante abiertas. Además, tienen el sentimiento tan malo de orgullos personales que puede comprometer la investigación». Alma y Paula son una pareja de detectives que, no obstante, procurarán buenos momentos a los lectores «porque no dejan de ser hermanas y tienen también pequeñas victorias emocionales, pero tienen mucho que reprocharse».

Martí es un periodista frustrado. Su padre le desanimó a la hora de elegir Periodismo como una posible vía profesional. «Mi padre era un hombre muy práctico, y a mí me gusta mucho la locución deportiva, y yo quería ser periodista, pero por entonces, cuando tenía que decidirme, se puso de moda ‘Gran Hermano’ y mi padre me decía: ‘Ves, cuánto intrusismo, si al final nadie puede dedicarse a eso. Y ves quién comenta los partidos de fútbol, ¡antiguos futbolistas! Al final me acabó convenciendo, y como se me daba bien el inglés, acabé haciéndome maestro, y al final me gusta lo que hago. Pero siempre hubo un periodista-escritor dentro de mí».

Dicen que todo se ha escrito, pero Pedro Martí considera que lo importante son los personajes que viven esta historia, y la voz con la que se cuenta. «Y esto sí que se distancia de otras series, de otros libros, de otros autores, que tratan también lo mismo. La desaparición nos recuerda que la vida es cruel, y que el ser humano puede ser muy malo a veces». «Yo quería hacer con ‘La mala hija’ mi ‘Twin Peaks’, mi ‘Monte Perdido’, mi ‘Millennium’… y pensaba que La Mancha, con sus peculiaridades y su lenguaje, podía quedar verídico, con una trama que me permitiera recordar mis años de instituto y equipararlo a la juventud de ahora, que no tiene nada que ver, pero quería que hubiera líos de futuros adultos. Una mala decisión o una carencia de cariño pueden ser determinantes en las decisiones que se toman a ciertas edades, y puede llevarte hacia la maldad o llevarte a las manos de cualquiera…».

«Una mala decisión o una carencia de cariño pueden ser determinantes en las decisiones que se toman a ciertas edades, y puede llevarte hacia la maldad o llevarte a las manos de cualquiera…»

Pedro Martí

Autor de ‘La mala hija’

Habrá continuidad para esta saga, ya trabaja en una segunda parte, con consejos de Santiago Díaz, y tiene planeado lo que sucederá con los personajes en próximos episodios.

En septiembre, Pedro Martí será uno de los primeros invitados confirmados al festival Cartagena Negra, del que ha sido un autor habitual entre el público, y también como participante en otras ediciones. Con un estilo literario oscuro y afilado, Pedro Martí se afianza como uno de los más destacados relevos generacionales en la novela negra de nuestro país, tiene claro Destino. «Antonio Parra Sanz, de Cartagena Negra y crítico de Ababol, siempre me dijo: ‘Pedro, ponte a escribir’, y en esto estoy».

Martí es diplomado en Magisterio especializado en inglés (está de excedencia en el Colegio Santa Florentina de La Palma, en Cartagena) y autor de la bilogía de novelas protagonizadas por el inspector Giralt ‘La pieza invisible’ y ‘Donde lloran los demonios’ (Ediciones Dokusou), esta última finalista del III Premio Cartagena Negra y ganadora del premio a mejor novela negra española de 2018 otorgado por el blog ‘El búho entre libros’. Ha participado como ponente y moderador en Cartagena Negra, Alblackcete y Castelló Negre, así como en diversos ciclos sobre cine y literatura en la Facultad de Criminología de la Universidad de Murcia. Colabora semanalmente en el programa radiofónico ‘El día menos pensado’, de Metropolitan Radio, aportando sus recomendaciones literarias. ‘La mala hija’ (Destino, 2025) es su novela más ambiciosa.

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