Sabine Gruber recupera la memoria de los alemanes expulsados de Tirol del Sur

Sabine Gruber recupera la memoria de los alemanes expulsados de Tirol del Sur

Jueves, 10 de abril 2025, 19:29

Sabine Gruber (Merano, Italia, 1963), autora de prestigio en los países de habla alemana, especialmente en los círculos intelectuales de Viena y en el ámbito universitario, ha sido protagonista esta semana de unas jornadas internacionales en la Universidad de Murcia, ‘Desde la Literatura Austriaca: Sabine Gruber. Colonialidad y anatomía de futuro’, donde ha presentado su última novela, ‘Stillbach oder die Sehnsucht’ ‘Stillbach o la añoranza’, traducida a varios idiomas, y todavía no publicada en lengua española. Esta novela tiene como trasfondo Tirol del Sur, región fronteriza entre Austria e Italia, provincia germanoparlante [en el pasado formó parte de Austria, pero fue anexada por Italia tras la Primera Guerra Mundial], también conocida como Bolzano y como Alto Adigio, en el noreste de Italia, que recuerda los peores momentos del fascismo. Fue escenario de un genocidio cultural en pleno siglo XX.

«Hoy Tirol del Sur tiene la mejor gastronomía que te puedas imaginar, con la base alemana y la fantasía italiana», comenta la escritora y traduce la profesora del área de Filología Alemana de la Universidad de Murcia Leonor Sáez, promotora de estas jornadas.

Gruber ha escrito y trabajado a lo largo de varias décadas sobre formas de colonialismo y derechos humanos, sobre migraciones forzadas y sobre asilo. En un encuentro con LA VERDAD este jueves, la autora afincada en Viena confirmó su deseo de ver publicada en España esta última obra de ficción y se mostró muy agradecida a la UMU y al Foro Cultural de Austria en Madrid [institución de la política cultural exterior del Ministerio de Exteriores de Austria] por organizar estas jornadas sobre su literatura. Hacía 40 años que Gruber no venía a España.

En 1939 se les ofreció a los habitantes de lengua alemana abandonar su valle y establecer una colonia en zonas ocupadas de los Sudetes [antigua Checoslovaquia], de Francia o de la Crimea rusa. ‘Stillbach o la añoranza’ vuelve a aquellos años con una mirada retrospectiva desde el momento actual

«Todavía hay muchos nacionalistas en Tirol del Sur, y, ciertamente, para los intelectuales es una región muy rica culturalmente por la diversidad. Crecer con la cultura germana y con la cultura italiana es importante». Los italoparlantes en la región representan hoy el 25% de la población, pero a primeros del siglo XX el porcentaje apenas suponía el 3%. En 1961 llegaron a ser el 35% de la población, cita Sabine. «Hoy hay unas 15.000 personas en la región que no pertenecen a ninguna de estas dos comunidades, muchos vinieron de la guerra de los Balcanes». Lo cierto es que la colonización italiana de Tirol del Sur, territorio que formó parte de la monarquía austriaca, arruinó a muchas familias, que se vieron obligadas a buscar trabajo fuera por la presión tributaria para expulsarlos de estos territorios a fin de italianizarlos. Muchas de ellas acabaron en otras ciudades italianas como Roma y Venecia.

Cuenta Gruber que en 1939 hubo un pacto entre Hitler y Mussolini. Ese año se les ofreció a los habitantes de lengua alemana abandonar este valle y establecer una colonia en zonas ocupadas de los Sudetes [áreas norteñas, meridionales y occidentales de la antigua Checoslovaquia], de Francia o de la Crimea rusa. ‘Stillbach o la añoranza’ vuelve a aquellos años con una mirada retrospectiva desde el momento actual. «Es un libro marco, hay un libro dentro de otro, porque cuenta la historia desde la perspectiva de una estudiante que llega a Italia a estudiar italiano y descubre la historia de una mujer, Emma Manente, que había vivido en una región imaginaria, Stillbach, que podría ser el Tirol del Sur, de donde tuvo que trasladarse en 1939 a Roma por motivos laborales antes del estallido de la guerra y decidió quedarse». Emma acaba casándose con el hijo de unos hoteleros. Todos los personajes son ficción, incide Sabine, quien empezó a escribir este libro pensando en su abuela, hija de un granjero que tuvo que marcharse del Tirol del Sur. «Emma se ha construido con elementos de muchas de aquellas mujeres».


Sabine Gruber, durante la entrevista con LA VERDAD.


Nacho García


Muchas de estas mujeres, que tenían fama de disciplinadas y obedientes, se reunían en la iglesia de Santa Maria dell’Anima de Roma, donde van a coincidir, curiosamente, con un obispo austriaco, Houdac, que tras la segunda guerra mundial ayudó a muchos nazis refugiados en Italia para que pudieran partir legalmente hacia América Latina. Uno de ellos sería Franz Stangl, comandante de los campos de exterminio de Sobibór y Treblinka durante la llamada Operación Reinhard, que fue nombrado por dicho obispo bibliotecario de la iglesia. Bajo su responsabilidad fueron aniquilados más de 400.000 personas en dichos campos. «Es llamativo cómo la pequeña historia de estas mujeres de Tirol del Sur, que fueron manipuladas y acaban en Roma, porque no podían volver al norte, se une con la gran historia de los nazis refugiados en Roma». El hombre con el que tomaban café resultó ser un monstruo.

«Claro que queda mucho por contar sobre este periodo de la historia», acredita la escritora, que está trabajando nuevamente en una nueva novela con tintes históricos a partir de 1939 inspirada en la familia de su padre. «Porque hubo separación de las propias familias, por ejemplo, mi abuelo se queda, pero el hermano de mi abuelo decidió marcharse». Su bisabuela, que nació en la misma época que Kafka y murió cuando Sabine tenía 11 años, le contó que votó por Mussolini porque no se quería ir de Tirol del Sur ni que la mandaran a los Sudetes. Cualquier decisión, en todo caso, iba a complicarles la vida. La solución más fácil era quedarse en Italia, entiende Sabine.

«La población germanoparlante fue muy oprimida por las estructuras fascistas porque se les prohibió hablar en alemán, desaparecieron las escuelas alemanas y se ocuparon con profesorado italiano. Alguna parte de la población mantuvo la cultura alemana en Katakombenschulen, las escuelas catacumbales»

Sabine Gruber

Escritora

El empobrecimiento de muchas familias tirolesas del sur fue motivado, en muchos casos, por la subida de impuestos, incluso se trocearon sus granjas y acabaron repartiéndose entre los nuevos ocupantes italianos. «En la actualidad, sin embargo, es una región muy rica», reconoce Sabine. «Pero entonces la población germanoparlante fue muy oprimida por las estructuras fascistas porque se les prohibió hablar en alemán, desaparecieron las escuelas alemanas y se ocuparon con profesorado italiano. Alguna parte de la población mantuvo la cultura alemana en las llamadas Katakombenschulen, las escuelas catacumbales [aproximadamente 30.000 estudiantes en 324 escuelas se vieron afectados], que se reunían en las iglesias o en casas privadas en las cocinas, donde los niños eran enseñados para no perder el idioma. Todo estaba prohibido en alemán por la presión del fascismo».


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En ‘Stillbach o la añoranza’ trata de mostrar asimismo la gran esperanza que supuso el apoyo a Hitler en esta región, cuando pensaron en que los harían parte del nuevo estado alemán, «pero se encontraron con que no fue así, y esta población no solo fue víctima poniéndose del lado del Führer sino que tomaron parte del nacionalsocialismo, algo que trato claramente en este libro». Dice Gruber que al principio Hitler admiraba a Mussolini y había aceptado la frontera nacional que proponían los fascistas.

Stillbach, el país de la memoria

Sabine Gruber siempre ha escrito, desde niña. Estudió Germanística, Historia y Ciencias Políticas, y adentrarse en este mundo que le resulta tan familiar se lo exigía el propio estudio. La protagonista de ‘Stillbach o la añoranza’, como tantas otras mujeres, siempre llevará consigo un pedazo de Stillbach en un país extranjero. Stillbach será el país de la memoria, ese Tirol del Sur que se vio implicado en luchas políticas. Muchos hombres de la región serían reclutados para luchar en una guerra africana, en Abisinia, «la guerra de todas las cosas», dice Sabine. «Mussolini quiso colonizar Abisinia y mandó a 1.100 soldados de Tirol del Sur. Pero lo cierto es que, como digo en la novela, aquello no era una guerra, porque los etíopes ni siquiera tenían zapatos y luchaban con simples lanzas, mientras que Mussolini había dado rienda suelta a sus generales para utilizar bombas de gas mostaza». Incluso con la bendición de ciertos cardenales italianos, como un tal Roncalli.

El primer prometido de Emma, de hecho, se ve en la obligación de irse a Abisinia junto con esos 1.100 soldados como italiano, pero cuando vuelve de esa guerra se alista a la Segunda Guerra Mundial como parte del Ejército alemán. Un punto importante de la novela es el atentado de los partisanos (la Resistencia italiana) en Via Rasella, donde murieron 33 personas, tomado como excusa para la masacre de las fosas Ardeatinas (24 de marzo de 1944), donde fueron asesinados 335 civiles italianos por las tropas de ocupación nazi en Roma. «Pero sabemos que murieron, en realidad, muchos más porque dieron de beber coñac a los tiradores, lo que suponía que ya no podían dar en el blanco y a menudo tenían que apuntar tres o cuatro veces a la nuca. A veces las balas solo perforaban la cara o arrancaban ojos o narices». La novela incluye detalles biográficos de los comandantes que dirigieron esta matanza.

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