Los 98 portapasos del trono de la Virgen de los Dolores han ensayado durante meses cada movimiento para que el ritmo del conjunto sea … perfecto. El vaivén de los varales del palio es sereno y armónico desde que cruzan el umbral de la iglesia de San Francisco para incorporarse a la procesión. Al llegar a la carrera principal en la avenida Juan Carlos I «soltamos toda la adrenalina. Percibimos el cariño de la gente en forma de pétalos» que caen de forma incensante durante el recorrido, hasta el punto de que es imposible ver otra cosa. «Es un orgullo ser partícipes de ese momento», afirma el capataz del trono de la Dolorosa, Juan Campoy. Miles de personas de pie en sus tribunas aplauden al unísono, «la carrera se ilumina» cuando el trono hace su aparición, describe la presidenta de la Asociación de Nuestra Señora de los Dolores, Tana García Mínguez.
El cortejo del Paso Azul fue estrictamente religioso y en la primera procesión del ciclo pasional lorquino todo giró alrededor de la imagen en el día más importante del año para la Hermandad de Labradores. La Virgen, tallada por José Capuz en 1942 y declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 2023, llevaba el manto que diseñó Francisco Cayuela en 1904, también declarado BIC. Está bordado en sedas, es una alegoría a la redención de Cristo y representa la Santa Faz acompañada de los símbolos de la pasión. En su parte inferior, un grupo de ángeles arrojan flores al madero de Jesucristo.
El trono procesionó como en su origen, con los paños de San Juan y María Magdalena, obra de Cayuela, en sus laterales
Rodeada de piezas BIC
El trono de plata, de 1.700 kilos de peso, estaba adornado con rosas y nardos. Por segundo año consecutivo, se situaron en los laterales los paños de San Juan y María Magdalena, como en su origen, después de procesionar durante años como estandartes. Ambas piezas son BIC, datan de 1917 y fueron ideadas por Cayuela para acompañar al trono antiguo de la Virgen de los Dolores en una muestra de reconocimiento a las personas que la reconfortaron en su dolor durante la pasión y muerte de Cristo.
El Paso Azul está inmerso en la realización de uno de los bordados más importantes de la hermandad este siglo, un nuevo palio para el trono de la Virgen, un cielo en sedas que se puso en bastidor el 7 de enero bajo un riguroso secreto sobre los motivos y el concepto estético de la composición. El palio actual fue diseñado por Emiliano Rojo y representa las catorce estaciones del Viacrucis bordadas en sedas con cenefa de oro.
Muy cerca de la Virgen se situaron otras piezas muy valiosas que componen el conjunto BIC de la hermandad, como los centenarios estandartes del Ángel Velado y El Reflejo, también diseñados y dirigidos por Cayuela y considerados obras maestras de la edad de oro del bordado lorquino junto al estandarte guión, de Emiliano Rojo. Acompañaron a la imagen cientos de mujeres ataviadas con la clásica mantilla española, que portaban velas para alumbrar la carrera a su paso.
Durante todo el recorrido cayó una incesante lluvia de pétalos en señal de cariño del pueblo lorquino a la Dolorosa
Interrupción por la lluvia
La lluvia, que hizo su aparición de forma imprevista pasadas las nueve de la noche, obligó a interrumpir la procesión durante media hora. El trono de la Virgen avanzaba por la calle Floridablanca y tuvo que ser resguardado por los costaleros en la carpa instalada a pocos metros, en la calle de los Donantes de Sangre. Tras una breve reunión de la directiva del Paso Azul, en la que también estuvo presente el alcalde, Fulgencio Gil, acordaron proseguir la procesión cuando dejó de llover. Se vivieron momentos de tensión, nervios y lágrimas de algunos cofrades ante la posibilidad de que la Virgen no se pudiera incorporar a la carrera y de aplausos y vítores cuando se formó de nuevo el cortejo para continuar el recorrido.
Los componentes de la Agrupación Musical Mater Dolorosa iban ataviados con trajes militares de gala de la época de Alfonso XIII y fueron los encargados de tocar el himno a la Virgen, cuya letra entonaron los portapasos durante el trayecto. Cerró el cortejo el Grupo de Caballería de la Guardia Civil, con sede en Valdemoro.
Como espectador de excepción se situó en la tribuna de autoridades el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, que tuvo también ocasión horas antes de la procesión de visitar los museos de bordados de los pasos Blanco y Azul y asistir a la multitudinaria recogida de banderas en un balcón situado en la calle Corredera. Le acompañaron en su visita el presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, y el alcalde, Fulgencio Gil.

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