
Después de muchos años vuelve a ser ‘indie’ -de independiente- el murciano Blas Cantó (Ricote, 1999), que acaba de sacar al mercado su nuevo single, ‘ … No me conoces’, un alegato contra el ‘ghosting’ dentro de su nuevo álbum, de su «nuevo comienzo». Un trabajo de «pop en mayúsculas» bajo el amparo de su propio sello, que creó tras partir peras con su antigua compañía discográfica. Con 25 años en el mundo del espectáculo y la televisión, desde los ocho añitos dando guerra, el artista ha dejado atrás a las grandes multinacionales y se ha embarcado en el ‘show business’ por su cuenta. Con dos discos de platino y dos de oro a sus espaldas -que levante la mano el que pueda presumir de lo mismo-, nuestro Blas puede hacer lo que le dé la gana. Y sin oros y platinos, también.
-Echando cuentas, trabajando desde los ocho años podría jubilarse alrededor de los 50.
-Ojalá los primeros años hubieran sido cotizados [risas].
-Este 12 de abril se cumple un año de su actuación en el Teatro Eslava de Madrid para estrenar su disco ‘El Príncipe’. ¿Qué ha pasado en este año?
-He escrito mucho. Tenía muchas ganas de contar cosas. Llevo escritas muchísimas canciones, y esta es la primera canción que sacamos de todo ese nuevo repertorio. He viajado mucho. Tengo nuevos proyectos en Francia. Voy a principios del mes que viene por primera vez a saludar al mercado francés y a cantar con artistas francófonos, y me hace mucha ilusión. Me he puesto una lista de nuevos sueños por cumplir, y los voy cumpliendo. Estoy muy contento con eso.
-¿Qué sueños hay en esa lista?
-El primero, que ya se va a cumplir, cantar en Francia. Otro es México, que está a la vuelta de la esquina. Llevo muchos años pretendiendo ir, con billete en mano incluso, y a veces ha sido imposible viajar. Y seguir en la ruta.
La ruptura con la industria
«Mi conversación con el presidente de la compañía fue supersana; nos emocionamos y nos dimos un abrazo»
-Amor, desamor… y ‘ghosting’, que se podría definir como una forma moderna de desamor.
-Bueno, hay que ponerle tinta a lo que vivimos. Y cuando lo viven otros también nos inspiramos. Es una historia real. Cuando la gente desaparece sin decir nada y tú esperas una contestación, y te vuelve a escribir como si no hubiera desaparecido, como si hubieras escrito ayer, es frustrante. Escribir sobre el ‘ghosting’ ha sido toda una terapia. No solo hablo de relaciones amorosas, sino de decepciones personales, profesionales, etc. Porque contestar un mail o un ‘whatsapp’ no es tan difícil. Hay gente que lo normaliza y… ‘¡Hola, qué tal!’.
-¿Miedo al rechazo?
-Sí, existe. Y el miedo a decepcionar… Hay muchos miedos. Pero lo importante es plantarle cara al miedo. Si vuelves a hacer lo mismo una y otra vez, no sabes cuál sería el resultado.
-Miedo, usted, ¿a qué le tiene?
-A nada. Tenía miedo a perder a gente querida. Pero cuando ya pasas por un dolor tan grande de pérdidas [Blas Cantó perdió a su padre y a su abuela en 2020 con unos meses de diferencia], ya creo que no le tengo miedo a nada.
-Auryn, Tu cara me suena, Bake Off… ¿Hay alguna etiqueta de la que necesite desprenderse o todos son ladrillos necesarios para construir el Blas Cantó de hoy?
-Durante todo mi proceso he estado muy orgulloso de todo lo que he hecho y lo he llevado siempre por bandera. No hay ninguna entrevista en la que haya utilizado pseudónimos o eufemismos para referirme a las etapas por las que he pasado. No mola esa frase de ‘no me da vergüenza admitir…’. No uso eso. Es mi biografía, es mi carrera y me ha hecho muy feliz.
De Pimpinela a Stromae
-‘No me conoces’, dice usted en su último single. ¿Con qué referentes musicales le conoceríamos un poco mejor?
-¡Uy! Soy un megafan de la música en francés. Alex Nevsky, Celine Dione, Marc Dupré, Slimane, Amel Bent… Mi última etapa está siendo de escuchar mucha música en francés. ¡Stromae! Lara Fabian, que su último disco es una maravilla. Grandes figuras con las que, fíjese, he mantenido contacto en los últimos años. Y tengo muchas ganas de conocerlas en persona. Tengo mucha sed de Francia.
-¿Han cambiado mucho esos referentes desde los ochos años?
-¡No! Yo sigo escuchando Pimpinela en mi casa. Y hablo con Roció Bazán, que es la hija de Rocío Galán, y con Fran, que es el hijo de Joaquín. Y es muy bonito, porque se convierten en parte de tu vida sin decidirlo. Me ha pasado también con Rocío Carrasco en Bake Off, porque su madre [Rocío Jurado] ha formado parte de mi vida.
-¿Y cómo ha cambiado la vida con su propio sello discográfico, con la ruptura con el trabajo anterior en la industria musical?
-Hay una cosa que he aprendido en los últimos años. Cuando haces brillar a los demás es que has entendido todo en la vida. Nos propusimos hacer brillar a J Kbello en el Benidorm Fest, que quedó primero del jurado y tercero del público. Y eso fue una sorpresa para nosotros. Lo invitamos a escribir en casa, cuando yo estaba creando. En una de esas sesiones salió su propuesta para Eurovisión [‘V.I.P.’]. Nos llevó muy alto. No tenía equipo y lo formamos nosotros. Intento tratar a los artistas como me hubiera gustado que me trataran a mí. Hablando en plata: de porcentajes, de confianza, de transparencia y de muchas cosas que a veces he echado de menos.
Una obsesión
«Viajar. Ahora lo importante para mí es visitar los territorios y cantar allí y hacer lo que no me dejaron hacer»
-¿Trabaja pensando en éxitos pasados? ¿En superarlos?
-Eso genera mucha presión. Mi meta en la vida ahora no es tener muchos oros, o muchos platinos, o muchos números en plataformas. Lo importante para mí ahora es visitar los territorios. Es lo que me hace bien a nivel personal. Nunca he estado obsesionado con los números, ni con lo que tengo en el banco. Obviamente, hay que llevar un control. Pero mi obsesión hoy en día es viajar, viajar a otros países y cantar allí y hacer lo que no me han dejado hacer en muchas ocasiones. No lo entiendo, y como no lo entiendo, pues ya no formo parte de ese círculo. Y no lo digo con rabia, lo digo con toda la normalidad del mundo. Me llevo superbien con ellos. Mi conversación con el presidente de la compañía fue supersana. Nos emocionamos los dos y nos dimos un abrazo. Les veo mucho amor en los ojos, son muchos años.
Su «hermana» Ruth Lorenzo
-Su amiga Ruth Lorenzo dijo hace poco en estas páginas que necesitaba hacer música para ser feliz, no para alimentar a la industria. ¿Se siente identificado?
-Sí, por supuesto. Ruth es como si fuera mi hermana. Y cuando tengo un problema, una duda, es de las primeras personas a las que llamo. Nos apoyamos mucho. Ella tuvo un problema gordo, un drama con unos mánagers, y estuvimos sentados en un banco de Las Torres de Cotillas, frente a la casa de su madre, arreglando el mundo. Eso es maravilloso, y no suele verse en esa industria.
-¿Qué le parece necesario?
-Ser buenos compañeros, porque no es necesario ser amigos. Alegrarte por los éxitos de los demás y hacérselo saber.

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Enlace de origen : Blas Cantó: «Cuando haces brillar a los demás es que lo has entendido todo en la vida»