
El cartagenerismo respira incertidumbre. El Efesé ha consumado su descenso a Primera RFEF para la temporada 2025/26, una categoría áspera y peliaguda que … promete ser un desafío mayúsculo. Tras la épica salvación de 2023/24 bajo el mando de Julián Calero, la afición albinegra respondió con un récord histórico: 9.000 abonados, una cifra que reflejaba el fervor del cartagenerismo y el apoyo ante las dificultades. Sin embargo, la campaña 2024/25 ha sido un desastre en todos los frentes: deportivo, institucional y social. El descenso, sellado con siete jornadas por disputar, ha hecho implosionar una crisis que ha fracturado la relación entre la directiva, liderada por Paco Belmonte y Manolo Breis, y una hinchada que se siente traicionada. En las calles de la ciudad portuaria, bares y redes sociales una sola pregunta resuena con fuerza: ¿es momento de renovar el abono o de dar un paso atrás como protesta?
La llegada de Belmonte en 2015 fue un salvavidas. El club, al borde del abismo, encontró estabilidad, ascendió al fútbol profesional y se consolidó en Segunda División. Durante años, se habló de la mejor directiva en la historia del Efesé. Pero tras dos temporadas de sufrimiento y un descenso humillante, la admiración ha dado paso al hartazgo. El silencio de la directiva en los momentos más críticos, su opacidad y la falta de avances en una posible venta del club han agotado la paciencia de la afición. La sensación de abandono, incluso de estafa, es palpable. Ahora, el cartagenerismo se debate entre la lealtad al escudo y el rechazo a una gestión que consideran insostenible.
El pulso de la afición
El dilema ha dividido a la afición en dos bandos: quienes ven el abono como un acto de fe en el club, por encima de sus dirigentes, y quienes creen que no renovar es la única forma de forzar un cambio en la cúpula. Para conocer el sentir del cartagenerismo, LA VERDAD ha hablado con presidentes de peñas y aficionados, cuyas voces reflejan la complejidad de un debate cargado de pasión y desencanto.
Juan Antonio García (peñista): «Yo me sumaré y después, el que quiera, que proteste desde dentro; abandonar, nunca»
Miguel Ángel Muñoz, presidente saliente de la Federación de Peñas (Fpfcc), no oculta la división que atraviesa la ciudad. Según él, muchos aficionados condicionarán su renovación a un cambio en la directiva, ya que con Belmonte al frente, difícilmente se superará el 40% de los 9.000 abonados actuales. «Yo creo que con un cambio todo sería más fácil y habrían muchos más abonados. Yo, personalmente, sí voy a renovar esté quién esté. No por nada, sino porque para mí por encima de todo está el escudo, y tenemos que defenderlo», opina.
«Hay que hacerlo»
Juan Antonio García, líder de la peña Piratas del Almarjal, defiende una postura similar. Para él, apoyar al club y criticar a la directiva no son incompatibles. «Hay que abonarse. Una cosa es cómo están estas personas de la presidencia y otra es que el que quiera al club debe apoyarlo. Yo me abono, esté a favor o en contra de ellos. Han terminado un ciclo, pero ante todo está la entidad. Abandonar, nunca». Recuerda episodios pasados, como la etapa de Florentino Manzano, cuando muchos dejaron de acudir por desavenencias con la directiva, y advierte contra repetir ese error. «El que quiere al equipo está en Primera, Segunda o Regional». Sin embargo, no es optimista: si Belmonte sigue, el número de abonados caerá en picado.
Desde la Peña Icue, Fulgencio Ros aboga por separar el amor al club del rechazo a sus gestores. «En mi opinión creo que deberíamos abonarnos. El equipo es nuestro aunque la propiedad sea de esta directiva que lo ha hecho muy mal los últimos años. Creo que la directiva debe seguir en el foco, sobretodo por la dejadez. Porque el planteamiento deportivo puede ser mejor o peor, pero es la dejadez, la falta de información, el ocultismo, lo oscuro que tiene todo. No tiene mucha explicación, no lo he visto hacer en ningún club. Mi opinión es que deberíamos abonarnos, e independientemente de si las cosas vayan bien o vayan mal, si el ocultismo y la falta de información continúan debemos ser críticos con nuestra directiva».
Miguel Ángel Muñoz, exlíder de las peñas: «Con la actual directiva va a ser muy difícil que el 40% de los 9.000 socios renueve»
Julián Conesa, presidente de La Marinera, la peña de los albinegros no residentes, refleja el dolor de quienes viven el descenso desde la distancia. En su grupo hay opiniones divididas, pero la mayoría apuesta por renovar. «Si abandonamos ahora, el futuro será negro», advierte. La imagen del estadio con apenas 2.000 espectadores tras el descenso le parece «muy triste». Aunque reconoce los fallos de la directiva en comunicación y gestión, insiste en que el club trasciende a sus dirigentes. «Abonarse es un acto de fe, pero entiendo a quienes no quieran dar su dinero a esta directiva. Si no hay cambios, la campaña de abonos será un desastre», pronostica.
La presión como estrategia
En el otro lado del debate, algunos ven la no renovación como una herramienta para forzar un cambio. Pencho Angosto, histórico líder de las peñas y una de las figuras más queridas del cartagenerismo, pide cautela. «Es pronto para decidir, porque no sabemos qué pasará en los próximos dos meses. ¿Qué campaña de abonos habrá y qué precios tendrá? ¿Estará la misma junta directiva? Todo lo que se diga ahora mismo es especular», reflexiona.
Sin embargo, su mensaje es contundente: si Belmonte sigue, la afición debe actuar. Propone una estrategia de presión inicial, con una baja renovación de abonos para poner a la directiva contra las cuerdas. «Si nadie se abona al principio, se podrían ver forzados a ceder el club antes», asegura. Recuerda que Belmonte adquirió el Efesé por un euro tras asumir deudas, lo que sugiere que no hay un apego económico que les impida vender. Para Angosto, el Ayuntamiento, principal patrocinador con cerca de un millón de euros anuales, tiene la llave. «La afición debe apretar a las autoridades locales para que exijan transparencia y soluciones», reclama.
Fran Nortes, abonado y peñista, admite que el dilema le genera un conflicto interno. «Ambas posturas tienen razón», reconoce. Por un lado, defiende abonarse, ya que «la masa social es el mayor patrimonio del club». Cree que los aficionados son la constante en un club donde jugadores, entrenadores y directivos son pasajeros. «Estuvimos en las buenas y debemos estar en las malas. La mejor forma de exigir explicaciones es yendo al campo, animando y mostrando nuestro descontento con pancartas o cánticos», argumenta. Sin embargo, comprende a quienes rechazan renovar con esta directiva. Y añade un paralelismo que cala: «Esto me recuerda a Cartagena como ciudad. La pisotean, la ningunean, pero nadie hace nada. Pasotismo y dejadez. Pues con el club, igual. Hay que moverse».
Abonarse es un acto de fe para algunos, pero para otros, es legitimar una gestión sin rumbo. La campaña de abonos 2025/26 será un termómetro del cartagenerismo: ¿prevalecerá el amor por el escudo o el hartazgo hacia sus gestores? En las calles de Cartagena, la pregunta sigue abierta: ¿abonarse o no abonarse? La respuesta definirá el destino del Efesé en los próximos años.

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