
Es de noche, voy en coche por el Camino Viejo de Monteagudo y de pronto me topo de frente con dos zagales sobre un veloz … patinete que invaden incluso mi carril. El aparato no lleva luz, tengo que frenar y ambos dan un giro para seguir su marcha aparentemente despreocupados. Al día siguiente, me asombro del malabarismo de otro chico que transporta sobre su patinete una gran ventana metálica, la cual sostiene apoyada de canto sobre el carro. Circula con una sola mano a una respetable velocidad, y sin temer por su propia integridad física.
La casuística es tan amplia que todos tenemos una historia que contar, alguna incidencia, sobre los patinetes. Apoyo la necesidad y oportunidad de desplazarse ‘low cost’ para trabajar, ir a la universidad o recorrer la ciudad, con este vehículo no contaminante, pero esta plausible opción de transporte queda empañada a veces por aquellos –espero que pocos– con escasa urbanidad que ponen en peligro la integridad de los viandantes y la suya propia. Ayer casi fui arrollado por un repartidor que iba a todo trapo por la calle (peatonal) del Pilar. Salía de una zapatería cuando el joven me pasó rozando. Hizo un gesto para disculparse y siguió con su tarea. Me libré por los pelos de escribir esta Bitácora en un hospital.
Existen calles, parques, aceras, zonas peatonales y carriles bici donde hay que moverse con los ojos muy abiertos a causa de la proliferación de tripulantes de patinetes que se han hecho casi los dueños de la movilidad en determinados entornos. No hay barreras para algunos intrépidos. Parece que ni siquiera en los semáforos se está a salvo de la osadía de algún ‘patinetero’ que no respeta a los peatones que aguardan para cruzar. Tal es el caso junto al Puente de los Peligros, y de otros lugares donde todo vale para aquellos atrevidos que se saltan semáforos, se suben a las aceras y van por dirección prohibida. La planicie de Murcia y de otras ciudades es terreno abonado para este medio de transporte que vive una auténtica fiebre.
Si vas en bici, hay que tener más cuidado con los acróbatas del patinete que con los coches. Hay que mirar por el retrovisor antes de girar el manillar porque siempre irá detrás un silencioso bólido eléctrico. Y si conduces tu coche, hazlo con los cinco sentidos cuando vayas a cruzar, para no llevarte por delante a un chico o chica poco precavido sobre dos ruedas. Patinetes, por supuesto que sí, pero respetando unas normas que parece que no existen o que casi nadie conoce. Una adecuada regulación sería lo mejor para todos.

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