«Aquí fue asesinada por la banda terrorista ETA Margarita González Mansilla el 19 de abril de 1995. Verdad, memoria, dignidad y justicia». Una placa de color azul con el escudo de Madrid en homenaje a la vecina que falleció atrapada entre los escombros de su casa es el único recuerdo de que aquí hace exactamente treinta años, a las 8.11 horas de la mañana de aquel miércoles de primavera, los terroristas pretendieron cambiar la historia de España. Fue aquí exactamente dónde intentaron sin éxito asesinar con un potente coche bomba a José María Aznar, entonces presidente del PP y líder de la oposición y a quien ya por aquellos días casi todos daban por seguro futuro jefe del Ejecutivo ante el desgaste evidente de Felipe González y del PSOE que gobernaba desde 1982.
Treinta años después, la mañana de este Sábado Santo en la intersección de las calles de Arturo Soria y José Silva, al noroeste de la ciudad de Madrid, apenas hay tráfico en una ciudad vacía que apura las vacaciones de Pascua. Los escasos viandantes de este día casi festivo que pasean por la zona no reparan en que todo hubiera sido diferente si aquí ETA hubiera conseguido su objetivo hace tres décadas.
Aznar finalmente llegó a La Moncloa el 5 de mayo de 1996, apenas un año después de aquel atentado convirtiéndose en el cuarto presidente de la democracia, pero no hubiera sido así si no se hubieran unido dos factores. El primero fue el soberbio blindaje del Audi V8 en el que viajaba el político del PP con destino a la sede de Génova y que hizo que él y su conductor, Estanis, resultaran prácticamente ilesos, con solo algún rasguño.
José María Aznar, instantes después del atentado.
ABC

El segundo factor milagroso fue la precipitación del terrorista que accionó, in situ, el detonador. Los etarras, para evitar los inhibidores de la comitiva del líder de la oposición, tendieron 150 metros de cable para accionar el coche-bomba cebado con 30 kilos de amosal y ante el temor de ser descubiertos o no poder garantizarse la huida tras las detonación pulsaron el botón antes de tiempo, por lo que la onda expansiva alcanzó de lleno el motor del audi y pero no a la cabina.
En el PP se sabían objetivo de ETA, de hecho, solo tres meses antes, el 23 de enero de 1995, los pistoleros habían asesinado a Gregorio Ordoñez en San Sebastián. Sin embargo, la cúpula del Ministerio de Justicia e Interior que por entonces dirigía Juan Alberto Belloch no veía probable un gran atentado contra el máximo responsable de los populares. Y menos en Madrid. Las fuerzas de seguridad, de hecho, nunca llegaron a detener o a acusar a nadie por este atentado, que sigue siendo una de las centenares de acciones de autoría desconocida de la banda terrorista.
Imágen del lugar del atentado minutos después de la explosión del coche bomba.
EFE

Herri Batasuna, la formación que en aquellos años monopolizaba el espacio de la izquierda abertzale, justificó en intento de asesinato por la «responsabilidad directa de determinados políticos en la estrategia de represión legal e ilegal contra Euskal Herria».
El atentado de Arturo Soria, aunque no provocó un giro tangencial en la historia de España, sí que tuvo reflejo en la política vasca, sobre todo en las elecciones municipales que se celebraron en mayo de 1995. En San Sebastián, la candidatura que encabezó Jaime Mayor Oreja -ocupando el puesto de Ordóñez- se convirtió en la lista más votada por primera y única vez en la historia. En Vitoria, el PP duplicó sus votos y en Bilbao se convirtió en segunda fuerza con el 21% de los sufragios, siete puntos más que cuatro años antes.
Colocación de la placa de recuerdo a la única víctima mortal del atentado en noviembre de 2024.
Ayuntamiento de Madrid

La imagen de José María Aznar, que a sus 43 años ya caminaba antes del atentado con paso firme a la Moncloa, se vio sin duda reforzada tras el intento frustrado de asesinato. Las fotos del líder del PP instantes después de la explosión del coche-bomba, andando tranquilo y con el traje casi impoluto, dieron la vuelta al mundo. Aznar, que fue atendido en la cercana maternidad Belén, fue trasladado a observación en la clínica Ruber, donde incluso atendió a los medios. Al día siguiente, tras recibir el alta, visitó en otros hospitales a los heridos del atentado y el 21 de abril, fue recibido en Zarzuela por Juan Carlos I en una audiencia que debía haberse celebrado el día del atentado.
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Enlace de origen : Treinta años después en la esquina en la que Aznar volvió a nacer