El periodista Darío Menor (Murcia, 1982) lleva más de 18 años cubriendo la información del Vaticano. El corresponsal del Grupo Vocento en Roma ha acompañado … al Papa Francisco desde sus inicios en distintos viajes, ha podido conversar con él cara a cara y ha sido testigo de excepción de su pontificado narrando desde la fumata blanca que presenció hace 12 años hasta su fallecimiento. Atiende a LA VERDAD en una pausa a su ajetreada agenda de estos días, recién salido de la Basílica de San Pedro, que concita un pedazo de la historia del mundo. Acaba de decir adiós al cuerpo yacente de la persona y la figura que ha centrado buena parte de su carrera profesional. «Tenía la necesidad de despedirme», reconoce.
-¿Cómo ha sido ese momento?
-La verdad es que ha sido muy emocionante, por la talla de la persona y también un poco por la relación personal que había tenido con él. He entrado con un grupo de fotógrafos y luego me he bajado y he ido con los peregrinos a verle.
-¿Qué estaba haciendo cuando se enteró de su fallecimiento?
-Desde el 14 de febrero, cuando se anunció la hospitalización, he tenido un periodo de no parar. Prácticamente vivía en el hospital Gemelli. Cuando le dieron el alta, bajó un poco el ritmo, pero luego, con la Semana Santa, hemos tenido otra vez unos días muy intensos. El domingo ya se le veía bastante mala cara, pero se empeñó en hacer la vuelta con el ‘papamóvil’ ante cerca de 35.000 personas. Se vio con ganas de hacerlo y de saludar a la gente. Así que lo que pasó el lunes no lo esperábamos, pero me pilló trabajando. Nos avisaron a los periodistas que cubrimos el Vaticano de que el Cardenal Farrel iba a hacer una declaración. Así que me fui para la Casa Santa Marta y allí recibimos el anuncio.
-¿Le ha dado tiempo a asimilar lo que le está tocando contar?
-Hoy -por el pasado jueves- ha sido la primera noche que he conseguido dormir 5 o 6 horas seguidas. Si te gusta esta profesión, al final, no puedes evitar cierto estado de nerviosismo. Eres consciente de lo que ha sido su figura y te cuesta un poco relajarte. Pero supongo que necesito que pase toda esta bola tan grande de trabajo para asimilarlo.
Legado
«Se convirtió en el único líder moral con impacto global. Su contribución rebosa las fronteras de la religión»
-¿Qué ha significado para usted este Papa?
-Yo llegué aquí con Benedicto y cubrí ya el cónclave de 2013 tras su renuncia, que también fue muy emocionante y un periodo inolvidable. He sido testigo del pontificado de Francisco desde el comienzo, desde que apareció en el balcón central de la Basílica de San Pedro con aquella declaración de intenciones, diciéndole a los líderes mundiales que rezarán por él y aquello de que habían ido a buscarle al fin del mundo. Y luego están todas las decisiones y gestos que han venido después: como el primer viaje a Lampedusa, o cuando fuimos a Brasil, a la Jornada Mundial de la Juventud y le vimos darse allí un baño de masas, o cuando se pone a hablar sobre las parejas homosexuales y dice que quién es él para juzgar. Es un líder católico que, aunque no ha cambiado las cuestiones doctrinales, lo que ha provocado desilusión en ciertos sectores, ha puesto por encima la idea pastoral de la acogida, de una Iglesia con los brazos abiertos que no pide un certificado de pureza. Eso yo creo que lo ha convertido en el único líder moral que tiene un impacto en todo el mundo. Además, ha tenido visión a medio y largo plazo. Empezó ya a hablar del tema de la ecología, o de la idea de la fraternidad universal, de la «tercera guerra mundial a trozos», del comercio de armas o de los excesos del capitalismo. Creo que su contribución rebosa por mucho las fronteras de la religión y de las creencias que tiene cada uno.
En la corta distancia
«Se acordaba de qué habías hablado con él la última vez, aunque hubieran pasado dos años»
-¿Cómo era en la corta distancia?
-Cuando hablaba contigo, no solo sabía perfectamente quién eras y tus circunstancias, sino que se acordaba de qué era lo que habías hablado con él la última vez, aunque hubieran pasado, a lo mejor, dos años. Tenía una memoria de elefante. Además, aunque trataras temas espinosos, como los abusos, sabía combinar el conocimiento y demostrar el interés que merecían. Nunca sentías que estaba dándote la atención porque tocaba. Se implicaba con cada una de las personas a las que veía. Y eso es algo en lo que coincide todo el mundo.
-Un momento clave.
-Para mí, hay un punto muy importante en enero de 2018, cuando viaja a Chile y encuentra que las calles están vacías, que nadie va a los actos y hay un ambiente malísimo. La única gente que hay es de las parroquias y está protestando, porque Chile había tenido un problema gordísimo de pederastia con el caso Karadima, un sacerdote muy carismático que había enfangado prácticamente todo el episcopado. El Papa pensaba que las personas que estaban acusadas eran inocentes porque así se lo había dicho gente de su confianza. Pero va y se da cuenta que ahí pasa algo gordo. A su vuelta, reconoce su error, se trae a Roma a todo el episcopado chileno en bloque y les obliga a renunciar a todos. Aquello marcó un punto de inflexión en él respecto a la pederastia.
-¿Cuáles destacaría como sus principales virtudes?
-Destacaría la sencillez y la humanidad. Él te decía: ‘llámame Padre Jorge’. Ejerció el cargo que tenía que ejercer sin dejar nunca que el personaje se comiera a Bergoglio. También tuvo una gran capacidad de trabajo y de pensar a medio y largo plazo y supo hacerse entender en sus encuentros con la persona más sencilla o con el más alto mandatario. Además tenía ese optimismo respecto a las personas, con una concepción casi naif de la vida. Aunque era consciente de los riesgos, él se la jugaba. Confiaba en las personas, en sus amigos, en los amigos de sus amigos, se fiaba mucho de esas antenas de información ajenas a los canales oficiales de la Iglesia. Pero luego, sabía rectificar si descubría que le habían mentido.
Equivocaciones
«Muchos de sus errores están ligados a confiar en personas que le fallaron»
-¿Y sus errores?
-El de Chile fue uno, aunque luego lo resolvió, y el escándalo financiero del cardenal Becciu, donde también se la jugaron sus subalternos, de los que él se había fiado. Bastantes errores suyos estuvieron ligados a eso. Luego tuvo otros ligados a su espontaneidad, que a veces le llevó a decir cosas que sentaron muy mal. Como cuando para apelar a una paternidad responsable dijo que los católicos no tenían por qué reproducirse como conejos.
-Cuéntenos alguna anécdota.
-Hay un comentario que me hizo y que mis compañeros de Roma suelen recordarme entre bromas. Yo trabajaba en una revista de información religiosa de la que él era suscriptor. Y durante un tiempo estuve publicando investigaciones sobre pederastia, escándalos financieros y demás. En un encuentro que tuvimos, me dijo: ‘Darío, ¡tenés tu venenito!’. Y yo le dije: ‘Pero Padre, ¿a qué se refiere?’. La verdad es que me quedé muy cortado. Y me dijo: ‘¡No, venenito del bueno! ¡Tenés que seguir dándole al venenito!’. Fue su forma de decir ‘adelante, aunque haya gente a la que esto le moleste, es algo necesario, es bueno para las víctimas y también para la propia institución’.
Darío Menor, en uno de sus encuentros con el Papa Francisco.

-El abordaje de algunos de esos temas espinosos ha provocado división de opiniones, por un lado ha contado con críticas del sector conservador, pero otros lo acusan de no haber avanzado con suficiente decisión.
-En algunas cuestiones ha sido muy valiente, pero en muchas otras no ha tomado decisiones que consideraba que podían poner en riesgo la unidad de la Iglesia, que para un Papa es su principal tarea. Un ejemplo es el sínodo de la Amazonía, en 2019, una especie de asamblea muy grande de religiosos donde uno de los aspectos más controvertidos era la posible aprobación de que en sitios con mucha escasez de sacerdotes los hombres casados pudieran celebrar misa. El sector conservador consideraba que eso era cargarse el celibato obligatorio por la puerta de atrás. Él empujó mucho para que hubiera un debate, que se produjo y fue muy encendido. Y aunque en la votación salió que la mayoría quería que se aprobara, al final él decidió dar marcha atrás porque sintió que iba a generar mucha tensión y que todavía no era el momento. Él decía mucho que más importante que ocupar los espacios era el tiempo. Abrir procesos y que se desarrollen, para que haya una decisión más adelante.
-Francisco nombró al 80% de los cardenales que van a elegir a su sucesor. ¿Garantiza esto que la Iglesia de los próximos años se parecerá a la suya?
-Esa es la gran cuestión. Yo creo que muchos cambios que ha puesto en marcha Francisco, no solamente con decisiones concretas, sino también en cuanto al estilo, son ya irreversibles. Esa composición de cardenales puede marcar una línea continuista, aunque muchos de estos cardenales apenas se conocen entre ellos. Por eso son tan importantes estos encuentros de purpurados previos al cónclave, donde ponen en común un diagnóstico y el retrato robot de la persona que tendría que afrontar los retos futuros.
El Papa de América
«Su origen, geográfico y familiar como hijo de migrantes, fue clave en su forma actuar»
-¿Cuánto peso otorga a su origen como primer Papa de América en las posturas que ha defendido?
-Mucho. Y no solamente su origen geográfico, sino también su propio origen familiar. No olvidemos que Francisco es hijo de una familia de migrantes. Lo que viven hoy los refugiados y los emigrantes, lo conoce, pero no porque se lo hayan contado, sino porque lo ha vivido. Y sabe cómo se utiliza la inmigración para polarizar o para crear cortinas de humo. Él consideraba que la acogida es una cuestión de humanidad, simplemente. También se notaba en su forma de amplificar esa religiosidad popular que se vive en América Latina y que él llevó a Roma.
-¿Tiene favorito para el cónclave?
-Algunos periodistas que cubrimos el Vaticano nos jugamos el otro día un café justo con esa pregunta. Teníamos que decir quién será el Papa y también el nombre que tomará. Así que le diré lo que dije en ese momento. Creo que la sacudida de este pontificado ha sido tan grande, que van a intentar elegir a un Papa que asiente esta época de cambios, que no dé marcha atrás pero no inicie una nueva revolución. Y dentro de ese perfil, considero que uno que está muy bien colocado es el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin. Es un hombre diplomático, conoce el funcionamiento de la Iglesia Católica y podría ser un candidato atractivo de transición. Y si fuera Parolin, creo que podría elegir dos nombres: uno, que sería una declaración de intenciones, podría ser Juan Pablo III. Y otra opción, teniendo en cuenta que Parolin es del Véneto, como era Pablo VI, y que está muy ligado a su figura, podría ser Pablo VII.
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«El papel de la mujer es uno de los grandes retos pendientes»
-Intentó dar más peso a la mujer, pero la representación femenina en el poder de la Iglesia sigue muy acotada.
-Sin duda es uno de los grandes retos pendientes. En cuanto a grandes corrientes de pensamiento sociológicas en las últimas décadas, tienes el feminismo por un lado, y por otro los movimientos que nacen de las personas que sienten que pierden privilegios y que explican algunos postulados de los movimientos de ultraderecha. Hay estructuras que llevan metidas muchos siglos en la sociedad en general, y en la institución como la Iglesia Católica, que ha sido tan machista. Francisco ha sido también un hombre criado en su tiempo y con la mentalidad de su tiempo. En la presidencia de la Gobernación del Estado Ciudad del Vaticano situó a la primera ‘alcaldesa’, Raffaella Petrini; nombró también a la primera mujer al frente del Ministerio que se encarga de los religiosos, la monja Simona Brambilla, y puso a una mujer al frente de los Museos Vaticanos, que es una persona brillantísima, Barbara Jatta. La cuestión del sacerdocio femenino, para él era una puerta que ya estaba cerrada. Queda mucho por recorrer aparte de decisiones de este tipo, también en la mentalidad. Él entendía el feminismo dentro de un marco más grande, que era su lucha contra el clericalismo, uno de sus caballos de batalla. Es decir, que nadie por ser sacerdote es más que nadie, ni más que un laico, ni que una niña recién bautizada o una religiosa.

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Enlace de origen : Darío Menor: «El Papa Francisco nunca dejó que el personaje se comiera a Bergoglio»