
Habitual del Fausto Vicent, pues su mujer Kalis Loyd fue jugadora y «tiene muchas amigas en España», cree que el Hozono Global Jairis «tiene … posibilidades de ganar la liga», así como el UCAM la suya de «entrar en el ‘playoff’». DJ Stephens (Texas, 34 años) es un auténtico trotamundos que ha pasado por «siete u ocho países», responde sin tiempo para pensar, y en todos fue uno de los favoritos de la grada por un descomunal salto que parece hacerle levitar. Se ha hecho querer por sus mates, pero también por «experimentar diferentes culturas que me han enseñado a apreciar la vida en todos sus aspectos». Una de las últimas, seguramente, la que más. Vivía en Ucrania en el momento de la invasión rusa, un recuerdo que comparte con detalle.
–Ya sabe que no es habitual en los estadounidenses la inmersión cultural que usted hace allá donde juega.
–Porque se les permite. Cuando era más joven y vine a Europa por primera vez, me asustaba salir a explorar mi alrededor, moverme de un lado para otro, visitar museos… esas cosas. Además, en mi primer año empecé en Grecia y a mitad de temporada me mudé a Turquía. Una parte de ti tiene miedo de ganar familiaridad con su entorno, porque no quieres cometer errores, es duro si no hablas el idioma llegar a apañártelas. Una vez que lo logras, te abres y haces amigos, descubres que es mucho mejor que aislarte.
–¿Recuerda algún ‘shock’ cultural en particular?
–En mi segundo año jugué en Rusia y, bueno, por allí no se ven a muchos como yo, así que a cada sitio al que iba todo el mundo se me quedaba mirando, como si nunca antes hubiesen visto un negro, y era algo muy raro. El ruso es, además, un idioma muy difícil de hablar. Cuando se enteraban de que estaba allí como jugador de baloncesto me respetaban más y trataban de ayudarme, pero al principio eran muy rectos. Simplemente son diferentes. San Petersburgo es una ciudad que, una vez que dejé la timidez a un lado y comencé a hacer cosas fuera, pude ver que, incluso a pesar del tiempo, tiene muchas y muy interesantes cosas que ofrecer.
–Fue a la Universidad en Memphis y más tarde jugó allí en la NBA. Ya sabrá que es una ciudad muy especial para los aficionados españoles.
–Memphis es una gran ciudad de baloncesto. Además, en mis días universitarios, tanto nuestro equipo como los Grizzlies pasaban por un buen momento, así que todo el mundo estaba más volcado. Siendo todavía estudiante llegué a conocer a Marc Gasol. Es un tío verdaderamente guay, totalmente cercano. Y, aunque no jugué mucho con él, es uno de mis compañeros favoritos de siempre, porque es un tío con un gran talento, pero siempre está pendiente para ayudarte en lo que sea y trata con el mismo respeto a la estrella como a los que menos juegan.
–Siendo jugador de la NBA se hicieron virales algunos mates en calentamientos. ¿Es el jugador de la NBA más famoso del mundo en relación a tiempo jugado?
–Puede ser. He sido bendecido con mis habilidades atléticas, sé que no es normal lo alto que salto, es algo especial. Y entiendo que jugando al baloncesto eso permite que pasen algunas jugadas de locura, como el mate del pasado sábado, que ni siquiera yo sabía que iba a pasar.
–¿Siente que ha tenido que luchar por demostrar que es más que un tío que salta mucho?
–Al principio de mi carrera eso era algo que me preocupaba, quería demostrar que, por encima de todo, soy un jugador de baloncesto completo. Pero fui aceptando que los mates y los tapones son lo que todo el mundo quiere ver, y que, al mismo tiempo, quien de verdad entiende, sabe que soy mucho más que eso.
–¿Qué tal la vida en Murcia?
–Es una ciudad agradable. No es muy grande, pero tienes todo lo que necesitas y la gente es muy simpática. Y, aunque ha llovido mucho últimamente, el tiempo para mí sigue siendo bueno, porque es cálido, nada que ver con otros lugares en los que he vivido, como Rusia o Letonia. Allí apenas veías el sol en un mes y medio o así.
–¿Y qué impresión le ha dado la Liga Endesa?
–El nivel de la competición aquí es altísimo. El estilo de juego es diferente, más táctico que en otros países, y me imaginaba cómo podía ser porque ya había jugado contra equipos españoles, pero aquí todos los equipos tienen una base muy sólida y se hace normal que el Real Madrid o el Barça puedan perder algún día contra equipos de abajo.
–Hace solo dos años fue parte del quinteto ideal de la EuroCup. Ahora que ha pasado un tiempo desde su llegada, ¿cree que su rol en el equipo podría crecer?
–No estoy seguro. Desde que estoy aquí hemos pasado por algunas complicaciones como equipo y siento que todavía estamos rindiendo por debajo de lo que realmente somos capaces. No sé si mi rol crecerá. Cuando llegué quizás tenía una idea diferente o mayores esperanzas en cuanto a cuánto podía ayudar, pero soy un profesional, sigo disfrutando de estar en Murcia y el club me está tratando de cine desde que estoy aquí, no tengo ninguna queja.
–Usted vivía en Ucrania cuando Rusia invadió el país. ¿Cómo vivió aquello?
–Fue un poco aterrador. El director deportivo y mis compañeros estaban tranquilos, decían que Rusia siempre amenazaba con lo mismo, por lo que no se lo tomaban muy en serio. Pero los estadounidenses vimos al presidente Biden decir que teníamos 48 horas para salir del país y, que si no lo hacíamos, no nos podrían ayudar. Cuando recibes esta información en un país que no es el tuyo y donde las cosas van mal, no es muy fácil encontrar ayuda. Hablamos con el propietario del Prometey [equipo en el que jugaba y que tiene su sede en la ciudad de Kamianské, cerca de Dnipro] y nos decía lo mismo, que Rusia siempre amenaza con lo mismo, que todo va bien. Y lo entendíamos, pero esta vez parecía en serio, así que le planteamos mover el equipo a una ubicación diferente por un par de semanas, mientras veíamos qué pasaba. Nos pusieron en un avión privado junto a nuestras familias y fuimos a la República Checa por cinco días antes de volver. Al hacer escala en Ámsterdam, antes de volar a Praga, miré mi teléfono y tenía miles de llamadas perdidas y mensajes de gente preguntándome si estaba bien, que qué estaba pasando… Entré en las redes sociales y no paraba de ver imágenes de la invasión de Rusia, bombas cayendo en ciudades ucranianas…
–Menuda impresión.
–Era una locura, porque una de las primeras ciudades en ser bombardeada fue Zaporiyia, solo a media hora de donde vivíamos, en Dnipró, y donde hay una central nuclear muy importante. Los aeropuertos cerraron, no se podía salir ni entrar, y la única forma de hacerlo era por tren o por coche. Y, por supuesto, cuando esto pasa, todo el mundo quiere salir cuanto antes, por lo que era un caos absoluto. Los americanos de otros equipos hablamos entre nosotros sobre qué hacer, porque había muchos que tardaron cinco o seis días en poder salir mientras veían caer bombas cerca suya.
–¿Usted pudo salir pronto?
–Sí, tuve la suerte de haber salido, pero al mismo tiempo me sentía mal, porque mis compañeros y sus familias seguían allí. El equipo continuó jugando únicamente la Champions League desde Nymburk, pero podías ver en las caras que vivían estresados, sin dormir… era como si no estuvieran aquí. ¿Realmente era momento de seguir jugando al baloncesto? ¿De verdad esto era lo más importante? Me acuerdo que jugamos un partido, obviamente muy mal, pero aún teníamos opciones de entrar en cuartos de final. Pero tuvimos una reunión al poco y el propietario nos comunicó que la temporada se había terminado para nosotros y que quería destinar dinero y recursos para el ejército y la población ucraniana. Algunos encontramos equipo, pero mis compañeros no podían volver a Ucrania, porque, si lo hacían, no podrían volver a salir, ya que, si tienes entre 18 y 60 años, tienes que luchar en la guerra. Así que no podían volver, ver a sus familias, coger sus cosas… nada. Es muy duro. Sigo en contacto con ellos, fuimos compañeros más de dos años y tenemos un buen vínculo, pero algo así es terrible. Aun habiéndolo visto de cerca no me lo puedo imaginar.
–Jugó en Ucrania antes, durante y después de la invasión, aunque ya con el Prometey refugiado en Riga. Será un país especial para usted.
–Sí, desde luego. Tú escuchas Ucrania y no piensas en lo mejor, pero es un país muy chulo y la gente es muy dulce y amable. Es muy desafortunado todo lo que están teniendo que afrontar, pero, ojalá, algún día pronto la guerra acabe y los ucranianos puedan retomar sus vidas, si bien hay gente que conozco y que sigue en Ucrania que hace su vida normal y la liga local de baloncesto está jugándose de nuevo. Están intentando vivir como antes a pesar de todo porque, como dicen allí, vivir con miedo no es vivir. Son gente muy dura, ojalá tener siempre esa mentalidad.
«En el Draft Combine, si tienes algo especial, la gente lo va a ver»
Doce años atrás, DJ Stephens batió tres récords que siguen vigentes en el Draft Combine: el de salto vertical tanto a pies parados como en carrera y el de velocidad en tres cuartos de la pista. Es el mismo evento al que el murciano Izan Almansa vuelve este próximo mes de mayo, ya siendo oficial su presentación al Draft. Un hombre al que tan bien se le dio cree que la clave para el joven pívot del Infante será «no ponerse un extra de presión». Es tanto lo que se mide y se ve que «si tienes un buen físico o algo en tu juego que te hace especial, la gente lo va a ver». Y trae a colación una anécdota. «Hay una prueba que consiste en hacer tantas repeticiones como puedas de ‘press’ de banca con 185 libras (casi 84 kilos), y Kevin Durant, uno de los mejores de la historia, no logró hacer ni una».

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Enlace de origen : DJ Stephens: «Algunas de las primeras bombas cayeron a media hora de donde vivía en Ucrania»