«Todos lidiamos con nuestras historias»

«Todos lidiamos con nuestras historias»

Domingo, 27 de abril 2025, 00:56

Dorsales aparte, el número que marca la vida de Andrés Iniesta es el doce. Si a los doce años sintió el desgarro de tener que dejar a su familia para ingresar en La Masia, fue doce más tarde cuando una depresión, agravada por la muerte de su amigo Dani Jarque, le hizo tocar fondo. Salió de aquel episodio con ayuda familiar y profesional, pero también porque se aplicó a sí mismo los consejos que hoy da a los chavales que se inician en el fútbol: «Confiar en uno mismo, no rendirse nunca y pensar y trabajar para que todo sea posible». De esas patadas que le ha dado la vida habla en ‘La mente también juega’ (Espasa). Aunque ya no tenga la pelota en los pies, confiesa que la sigue teniendo en la cabeza: «Está presente siempre».

-De aperitivo del domingo se tomará un vino de Bodegas Andrés Iniesta.

-Pues si me das a elegir, sí.

-Seguro que sus domingos actuales serán más felices que aquellos en los que su familia, tras ir a verle a La Masia, volvía a casa.

-Sí. El viernes era el día de la esperanza y la alegría porque estabas esperando a que llegase tu familia, pero el domingo ya era el día de la tristeza, de pensar en volver a estar sin ellos. Las circunstancias de la familia en ese momento eran las que eran y tenían que volver al pueblo, a trabajar en el bar y a seguir con sus cosas, y eso no les permitía estar más tiempo.

-Y esa autoexigencia brutal para no fallar: ni a sus padres, ni a usted mismo.

-Creo que ser así me ha permitido avanzar de la manera que lo he hecho, y eso tiene sus cosas positivas y sus cosas no tan positivas. Pero tuve claro que el sacrificio que estábamos haciendo tanto mi familia como yo al separarnos con doce años tenía que valer la pena de alguna manera. Eso sí que lo tenía muy metido.

-¿Dejaría que sus hijos pasaran por una situación similar?

-Pues no lo sé, porque tendríamos que vernos en la situación. Lo que pasó entonces es diferente a lo de ahora porque los contextos son distintos a nivel familiar, a nivel de necesidades, a nivel de todo, pero igualmente tendría que estar en ese contexto. Yo lo viví como hijo y, ahora, soy padre, así que lo veo doblemente difícil.

-En 2009 sufrió una depresión. Algunos se preguntarán cómo le puede ocurrir eso a alguien que lo tiene todo.

-Sí, supongo que la pregunta es esa. Digamos que sí tiene explicación, pero no tiene sentido si miramos estrictamente las cosas materiales, porque la relación entre lo material y la mente o lo material y el sentimiento a veces no se ajusta a la realidad. Se trata de vivencias, de situaciones por las que, en momentos determinados de la vida, yo creo que todos pasamos: unos lo manifiestan de una manera, otros de otra, pero todos lidiamos con nuestras historias. A partir de ahí, se intenta gestionar de la mejor manera y aprender para ir avanzando.

-Se lo comentaba porque, a veces, quien no lo ha pasado no es capaz de entenderlo. De ahí la importancia de que figuras como usted visibilicen la salud mental.

-Sí, cuando no lo has experimentado es muy difícil llegar a entenderlo, pero no solo en el caso del dolor a nivel mental, sino incluso físico: a lo mejor vemos que a alguien le duele la espalda y no puede ni agacharse, y tú, que no lo sufres, le dices «Oye, que no es para tanto». Pero lo importante es que, con los años, se ha mejorado muchísimo en ese sentido, en poder verbalizarlo, explicarlo, y que la gente entienda que también forma parte del día a día de las personas y que necesitamos ser empáticos con los demás, ayudarnos entre nosotros y romper con eso de que si uno se siente de una manera o de otra no es más débil o peor que otro, sino todo lo contrario.

-El capítulo dedicado a Japón termina con la frase «AMO JAPÓN», en mayúsculas. ¿Qué le dio aquel país para que le declare así su amor?

-Me dio y nos dio a nivel familiar. Fue nuestra primera salida como familia después de estar en Barcelona, y nos encontramos con una gente que nos acogió de una manera maravillosa. Ellos sentían que no íbamos de paseo, sino a construir algo bonito y a sentirnos parte de ello. Y realmente nos sentimos parte de Kobe, de Japón, porque estuvimos cinco años maravillosos. Además, nos fuimos con tres hijos y aumentamos dos más. Todo lo que puedo hablar de aquello es prácticamente positivo.

-También será porque, más allá de su talento como futbolista, la gente lo percibe como una persona humilde, como un buen tipo.

-Siempre he percibido el cariño y el respeto de la gente, es algo que me llevo y que tengo en mi corazón. A partir de ahí, yo no lo veo igual que se ve desde fuera, porque siempre he intentado comportarme de la manera que he sentido y he creído sin creerme ni mejor ni peor que otro, sino siendo yo mismo. Si eso ha despertado lo que me comentas, para mí es algo muy especial.

-Despertó eso, y también otras cosas: la natalidad aumentó en Barcelona tras su gol en Stamford Bridge en el 2009, y en España después del gol del Mundial

-Sí, sí. Bueno, yo correspondo por los cinco hijos que sé míos, jajaja. Luego, haber contribuido es un añadido.

-¿Alguno apunta maneras?

-El mayor de ellos es bastante loco del fútbol. Valeria ha hecho sus pinitos como futbolista, y el segundo niño también juega. La otra pasa del fútbol.

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