Las 12 horas y 33 minutos de este lunes 28 de abril de 2025 quedarán impresas en la memoria colectiva de toda España y durante tiempo por sus consecuencias para la vida normalizada de sus ciudadanos. En ese preciso instante se produjo el primer, y hasta ahora, único «cero absoluto» de la historia energética del país. Fue un apagón total, sin precedentes -y por ahora sin una explicación oficial sobre su detonante- que afectó al conjunto de la Península Ibérica y, en momentos puntuales, a Andorra y a pequeñas extensiones del sur de Francia, cercanas a Perpiñán. Más de 53 millones de personas volvieron durante horas casi a la edad de piedra, en muchos casos solo unidas al siglo XXI por los transistores a pilas del siglo XX.
De golpe se evaporó un 60% del suministro. Quince gigavatios perdidos súbitamente en apenas cinco segundos, según detalló el presidente Sánchez en su segunda comparecencia, al borde de las once de la noche. Sin luz, muchísimos sin internet ni redes sociales durante buena parte de la jornada, sin poder comunicarse por ninguna vía con amigos o familiares. y, sobre todo, sin transporte. Centenares de miles de ciudadanos entrampados en inmensos atascos por la falta de semáforos en las grandes poblaciones o por la escasez de combustible debido al cierre de las gasolineras por la ausencia de luz.
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Otros centenares de miles emboscados en metros, tranvías o ascensores, que se quedaron parados sin su alimento eléctrico. Infinidad de pasajeros bloqueados en unos aeropuertos que, sin llegar a paralizarse gracias a los sistemas de emergencias que evitaron situaciones de peligro, sí que se vieron afectados de lleno igualmente por la falta de fluido, obligando a reducir sus operaciones en un 20%. Las Fuerzas de Seguridad del Estado, sin contar los cuerpos autonómicos, movilizaron a 30.000 agentes, No consta que hubiera pillajes, uno de los contados alivios de una jornada infernal.
Lo peor, más allá de las situaciones que reprodujeron temores sufridos en la pandemia como los padecidos en las residencias, se afrontó en los trenes. El tráfico ferroviario de larga, media y corta distancia quedo suspendido el resto del día. Y los pasajeros de 26 convoyes (la mayoría de las líneas de Madrid con Sevilla y Barcelona) a los que el corte de luz les sorprendió en pleno viaje no lograron ser evacuados antes de que cayera la noche. Al cierre de esta edición, y según cuantificó Red Eléctrica, solo se había restituido el suministro en un tercio del país.
El desplome eléctrico anuló semáforos y provocó grandes atascos en las ciudades más pobladas.
Reuters
El caos se tradujo, hora tras hora, en instituciones y colegios que echaron la persiana de forma abrupta por falta de luz y en cajeros fuera de servicio. Las tarjetas de crédito, en buena parte del país durante buena parte de la jornada, no fueron más que pedazos de plástico en los contados supermercados y tiendas que, casi a oscuras o ayudándose con generadores de emergencia, siguieron ofreciendo sus servicios a una población que retornó a la primavera pandémica de 2020 y a los días de acaparamiento sin sentido de bienes de primera necesidad. Esta vez, de agua potable.
Drástico desplome
A las 12:33 horas del lunes, de golpe, se perdió el 60% del suministro eléctrico en el conjunto de la Península Ibérica
Con la caída de la noche, y todavía sin luz en varios puntos de la Península, entre ellas amplias zonas de Madrid, miles de trabajadores aún caminaban por las calles tratando de llegar a pie a sus casas tras la accidenta jornada de trabajo. El pronóstico de que el apagón podría solventarse entre seis y diez horas no pudo cumplirse.
Enemigos difusos
El ‘black out’, el temido ‘corte general’ recreado por las películas apocalípticas de Hollywood, se convirtió en realidad en España y Portugal continentales sin que ninguna autoridad -tampoco el presidente Sánchez en su primera comparecencia- revelara si detrás de esta pesadilla estaba una fatal avería del sistema eléctrico, un ciberataque o algún tipo de sabotaje físico de los siempre amenazantes ‘hackers’, de los servicios secretos del Kremlin o de otros países enemigos.
Seis horas después de que la gran mayoría de España se sumiera en las tinieblas en pleno día, Sánchez, tras presidir en Moncloa el Consejo de Seguridad Nacional, no arrojó ninguna luz sobre lo que estaba ocurriendo. «No tenemos información concluyente. Todavía se están estudiando las causas. No descartamos ninguna hipótesis», constató el presidente del Gobierno con un mensaje que, una vez más remitió a la crisis pandémica. Sánchez se limitó a ofrecer algunos consejos básicos de seguridad y a informar de que el Ejecutivo aceptaba declarar la emergencia de interés nacional en los territorios de las tres comunidades autónomas que lo habían solicitado a esa hora (luego serían siete): Madrid, Extremadura, Andalucía, Murcia, La Rioja, Galicia y Comunidad Valenciana, todas gobernadas por el PP, y la socialista Castilla-La Mancha. Tras esta declaración, el titular de Interior, Fernando Grande Marlaska, asumió la «ordenación y coordinación» de las actuaciones y la gestión de «todos los recursos estatales, autonómicos y locales del ámbito territorial» de las tres comunidades.
Ciudadanos atrapados
Lo peor se vivió en el tráfico ferroviario, suspendido durante toda la jornada y con miles de viajeros bloqueados
Sánchez, además, confirmó una de las pocas certezas de este fatídico día: que el origen del apagón era una «fuerte oscilación» en el sistema eléctrico. En realidad, como había explicado de manera más técnica horas antes Red Eléctrica, la causa detrás del «cero absoluto» de suministro fue una oscilación muy fuerte del flujo de potencia de redes, de «origen desconocido», que provocó la desconexión de la red ibérica del resto del sistema eléctrico europeo. Poco antes de la caída, el suministro rondaba los 25.184 megavatios. Se desplomó en segundos hasta los 12.425 megavatios, una erosión exprés jamás vista en las gráficas de consumo energético de la historia de España.
El insólito episodio devolvió las velas y las lámparas de carga propia a hogares y establecimientos.
EFE
Y a partir de ahí, un caos sin precedentes. Una carrera contra el reloj de Red Eléctrica para ir restaurando la electricidad de manera progresiva y muy escalonada (y a veces a trompicones, con idas y venidas de la luz) en todo el territorio peninsular. Primero en el norte y en el sur (con la ayuda de las ‘inyecciones’ eléctricas de las redes de Francia y Marruecos) y luego muy poco a poco en el resto de las comunidades afectadas. El gestor ya avisó que iba a necesitar entre seis y diez horas en restablecer la luz en todo el país. Particularmente farragoso fue el proceso de volver a incorporar las centrales nucleares al sistema. Los reactores que estaban en funcionamiento pararon automáticamente y sus generadores diésel arrancaron para poder mantenerlas en condiciones seguras.
La zozobra se instaló en todo un país que, a diferencia de la pandemia, en esta nueva crisis tuvo durante muchas horas importantes problemas para acceder a cualquier tipo de información. Los pocos que podían llegar a los medios o a las redes sociales buscaban una respuesta, que también ansiaba el propio Gobierno. En el Consejo de Seguridad Nacional convocado de urgencia por Sánchez, los servicios secretos, según fuentes cercanas a la reunión, revelaron a los asistentes que, por el momento, ni el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) ni el espionaje de países aliados tienen información que avale que el corte tenga origen en un ciberataque o un sabotaje convencional.
La UE, en alerta
No obstante, el Ejecutivo movilizó de inmediato a los técnicos del Instituto Nacional de Ciberseguridad ( INCIBE) y del Centro Criptológico Nacional (CCN), los dos arietes del Estado en la lucha contra los ‘hackers’, para tratar de determinar si detrás de la fortísima oscilación de flujo de potencia de redes que provocó la caída del suministro pudiera estar alguna acción encubierta de los piratas patrocinados por Kremlin que vienen atacando a España desde que comenzara la guerra en Ucrania.
En alerta
El Gobierno decreta la emergencia nacional ante «el cero absoluto» a petición de ocho comunidades autónomas
Tampoco en la Unión Europea vieron indicios, al menos por el momento, que apunten a la intervención de los servicios de Putin o de otros países ‘inamistosos’ o a agentes enemigos de los Veintisiete. La vicepresidenta primera y comisaria de Competencia de la Comisión Europea, Teresa Ribera, aseguró que no hay «nada» que permita «afirmar» que lo que está detrás del apagón es un boicot, ciberataque o «cualquier cosa intencionada». Antonio Costa, presidente del Consejo Europeo, señaló en la misma línea que aunque se están investigando las causas, «en este momento no hay indicios de ningún ciberataque». Desde Portugal, el Centro Nacional de Ciberseguridad luso (CNCS) corroboró que no se han identificado evidencias que apunten a un ciberataque como explicación del apagón.
En medio de esta confusión y falta de datos oficiales sobre el origen de esta crisis energética, el operador portugués REN (Redes Energéticas Nacionais) sostuvo, de acuerdo a fuentes citadas por Reuters, que las interrupciones del suministro eléctrico en Portugal fueron consecuencia de un fallo en la red eléctrica española, relacionado con un raro fenómeno atmosférico. Sin embargo, REN negó tajantemente estas informaciones que apuntaba que estas oscilaciones provocaron fallos de sincronización entre los sistemas eléctricos, lo que derivó en sucesivas perturbaciones en toda la red europea interconectada en un fenómeno conocido como «vibración atmosférica inducida». Unas anomalías que habitualmente se deben a variaciones extremas de temperatura que provocan oscilaciones en las líneas de muy alta tensión (400 kilovatios).
Por su parte, el gestor de la red eléctrica francesa, RTE, negó que el histórico apagón eléctrico de España y Portugal se debiera a un incendio en una línea entre las ciudades de Narbona y Perpiñán. Ya de noche, entre aplausos alborozados de quienes iban recuperando la luz tras un lunes realmente negro, persistía la angustia entre la ciudadanía que no disponía de ella ni de medios para poder comunicarse. En su comparecencia nocturna, Sánchez se esforzó en asegurar que España es un país «seguro» y que el objetivo es que la normalidad se reconquiste este martes.
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Enlace de origen : Un monumental apagón sin aclarar sume a España en el caos