Cuando a las 12.33 del mediodía del lunes la luz se fue de LA VERDAD durante unos segundos, el tiempo que tardó nuestro generador de emergencia en ponerse en marcha, ninguno de nosotros sabía aún que estábamos ante uno de los días más complicados de nuestra reciente historia. Pronto intuimos que encarábamos muchas horas de trabajo con enormes dificultades técnicas que, otra vez, fueron superadas por la vocación de servicio público, el compromiso con los lectores y la gran capacidad para trabajar, bajo presión y coordinadamente, de periodistas, técnicos y demás trabajadores del diario.
La gravedad del problema se reveló de inmediato. Teníamos energía, pero no sabíamos por cuánto tiempo. Estábamos, además, prácticamente incomunicados. No funcionaban los teléfonos e internet colapsaba recurrentemente. Solo de vez en cuando entraban y salían con éxito los whatsapps de los móviles. Cuando los sistemas informáticos funcionaban lo hacían con una lentitud exasperante. Así estuvimos trabajando hasta las 00.15 de la madrugada del martes, cuando sobre la bocina cerramos la edición impresa. Solo dos horas antes habíamos recuperado la eléctricidad, pero el cierre fue infernal, porque las telecos estaban reiniciando y ajustando por la noche sus sistemas y todos los periódicos de nuestro grupo estábamos en esa frenética recta final, trufada de parones y conectados a un mismo gran servidor.
Las primeras informaciones de media mañana, aún confusas, confirmaron la magnitud del masivo corte energético. España y Portugal estaban sin luz. El apagón también era informativo. Se especulaba con un ataque informático y desde Portugal se aludía a un posible fenómeno atmosférico como causa del colapso. Red Eléctrica informó pronto de que la recuperación del sistema eléctrico podría durar hasta diez horas. El temor a quedarnos sin gasóleo para el generador nos acompañó hasta bien entrada la tarde, cuando a través de la compañía logística Disfrimur, conseguimos adquirir 250 litros por si se paraba el generador. La duda era si luego volvería a arrancar.
Las dificultades se revelaron de inmediato: teníamos energía, pero no sabíamos durante cuánto tiempo
La implicación de la Redacción fue, como siempre, fundamental. Hubo compañeros que tenían día libre y vinieron a echar una mano, como Fuensanta Carreres. Manuel Buitrago volvía por carretera hacia Murcia. Sin apenas gasolina en el depósito, paró en Cieza y mandó un whatsapp para ofrecerse. La clave, una vez más, estaba en la organización. Que todos y cada uno tuvieran claro lo que debían hacer. Nuestra página digital era a las 12.33 horas la principal prioridad. El programa para publicar y editar la portada fallaba reiteradamente, pero pudimos iniciar un directo en la web con la última hora. Nuestro deber con los murcianos se acentúa en los momentos de crisis. Por eso decidimos que todas las informaciones sobre el apagón debían estar abiertas. En estas situaciones no hay nada más importante que la vida de la gente, de nuestra gente. No fue fácil conseguir información sobre lo que estaba ocurriendo. Hasta media tarde no compareció Pedro Sánchez y la información de Red Eléctrica fluía a cuentagotas en su página web, casi siempre saturada. Con internet y los móviles fuera de servicio, sabíamos que la audiencia era baja. Sí, pocos nos podían leer, pero no bajamos la intensidad. Al revés. Todo nos parecía poco.
Antes de comer (muchos recurrimos a un bocadillo en el bar Campoy, frente al periódico, para no perder tiempo), coordinamos toda la cobertura informativa y asignamos cada tema a un redactor. La idea era hacer 33 páginas, de información nacional, regional y local, para el diario impreso, pero a medida que había información relevante se publicaba en la web. Los jefes de Edición, Local, Diseño, Continuidad, Fotografía y laverdad.es (Víctor Rodríguez, Miguel Ángel Ruiz, Mar Saura, César García Granero, Nacho García y María García) controlaban y coordinaban todo el flujo informativo. Incomunicados, había que salir a buscar la información. Javier Pérez Parra en los hospitales, Lázaro Giménez en las estaciones de bus. Pedro Navarro en las calles de Murcia, Rebeca Martínez en comercios y bares… El equipo que completaban Raúl Hernández, Alicia Negre, David Gómez, José Alberto González, Zenón Guillén, Alberto Gómez, Sergio Conesa, Isabel Manzano, Iván Rosique y Jose Ruiz dio el do de pecho. Como Gregorio Mármol y sus compañeros de Cartagena, que por falta de energía en la sede de la ciudad portuaria tuvieron que trabajar en Murcia. Vicente Vicéns y el resto de fotoperiodistas de AGM dieron la talla, como siempre, esta vez teniendo que traer las fotos a la Redacción porque no había posibilidad telemática. Los equipos de Cultura y Deportes cerraron a toda prisa para facilitar el trabajo. Alberto Sánchez se encargó de la importante reunión de la comisión de explotación del Trasvase y a las tantas de la noche, de retirada en su casa, mandó a la web un cronicón de la vida nocturna en la Murcia del apagón. Gracias a Pepa García y Miguel Rubio, que hicieron un cierre de libro. Mandamos las últimas páginas en un tiempo razonable.
El jefe de la planta donde está nuestra rotativa, Javier Fernández Esplá, tuvo el detalle de pasarse por el periódico antes de ir al trabajo para interesarse por nuestra situación y ofrecer su ayuda. Si todo fallaba a última hora cabía la posibilidad de llevar el periódico en un ‘pen’ hasta la rotativa. No hizo falta. El diario se imprimió en hora y la distribuidora llevó los ejemplares con eficacia a los puntos de venta. Gran parte del mérito fue de Paco Pagán, responsable técnico del diario, que estuvo hasta el final al pie del cañón solventando la catarata de incidencias. Entre todos lo habíamos conseguido.
Hacer un periódico con un apagón masivo y graves problemas de comunicación fue un reto superior al que nos enfrentamos durante el confinamiento de la pandemia. Entonces estábamos separados físicamente, pero las telecomunicaciones funcionaron a la perfección. Esta vez fue al revés. Si todo salió bien es por sentido de la responsabilidad, oficio y una capacidad para trabajar coordinadamente, sabiendo que todos y cada uno de los eslabones de la cadena de trabajo son relevantes. Si falla uno, se cae todo. ¿Podríamos hacer un periódico completamente a oscuras? Ojalá que el destino no nos ponga a prueba, pero si lo hace yo apostaría por este equipo. A ciegas.

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Enlace de origen : Un periódico histórico para el gran apagón