El Warm Up cae rendido al encanto de Amaia

El Warm Up cae rendido al encanto de Amaia

Sábado, 3 de mayo 2025, 23:42

Lo recuerdo como si fuese ayer. Y mira que han pasado ya la friolera de siete años. Qué vértigo. Qué sofoco. Qué ganas de plantarle cara a los dictados del reloj. Acababa de arrancar 2018 y una buena parte de España andaba enganchada a Operación Triunfo, archiconocido formato televisivo que, tras resucitar después de algunas temporadas desastrosas, se encontraba en el mejor estado de forma desde sus inolvidables comienzos. Una segunda vida motivada por un estupendo plantel de concursantes donde destacaban nombres tan exitosos en la actualidad como los de Lola Índigo, Aitana o, ya hemos llegado, Amaia. Y fue precisamente esta última la que, aquella lejana noche de enero, firmó una de las actuaciones más impresionantes de la historia del programa, haciendo suya la brutal ‘Shakeitout’ de Florence + The Machine y confirmando, además de una victoria incontestable, que estábamos ante una artista con una sensibilidad especial, distinta. La gota de arrebatadora intensidad que terminó de colmar el vaso de las expectativas. Pero, claro, faltaba el después, ese instante en el que las ovaciones se van apagando, los mandos cambian de canal, la industria recoge el guante con ojos inyectados en hambre y sed de éxito y los focos descienden a la espera de nuevo aviso. El momento en el que la etiqueta de ‘triunfito’ puede llegar a pesar como mil cadenas, los prejuicios se lanzan con el machete afilado y el público decide si seguir u olvidar. El término medio y la fama que nace de un día para otro no suelen jugar con las mismas cartas. ¿Qué hizo Amaia ante esta serie de bifurcaciones, campos minados y maremotos de atención masiva? Lo que le dio la gana. Así de sencillo. Así de complicado. Así de admirable.

Las prisas y urgencias para quienes las quieran. Los contratos que imponen y no dejan espacio para la calma en la creación para quienes compartan cama y colchón con la urgencia. Las cifras, estadísticas y algoritmos para quienes dejen a la canción en un segundo o tercer plano. La cantante y compositora de Pamplona tuvo la capacidad y decisión de coger las riendas de su carrera cuando alrededor todo eran voces, gritos, opiniones, consejos y órdenes para, a su manera y ritmo, confeccionar algo tan relevante e íntimo como unos primeros pasos. El resultado ha sido, siguiendo un orden cronológico, un delicioso debut (‘Pero no pasa nada’), una secuela superior (‘Cuando no sé quién soy’) y la consagración definitiva con el reciente ‘Si abro los ojos no es real’. Un maravilloso tercer trabajo que hasta la propia Amaia parece considerar su punto más alto hasta el momento si tenemos en cuenta la importancia que le dio en el repertorio con el que regresó a un escenario principal del Warm Up donde prácticamente estrenó su trayectoria post OT en 2019. Mismo lugar, distinta artista. La evolución, además de evidente, es deslumbrante. Los nervios de entonces son ahora pisadas firmes sobre las tablas. La tímida puesta en escena se ha transformado en una dirección artística llena de elegancia, equilibrio e ideas brillantes. Su garganta, eso sí, mantiene intacta su capacidad para derribar lacrimales, encoger el corazón en un suspiro y dejarnos con la sonrisa tonta pegada al rostro. Así, el concierto se fue desarrollando entre ejemplos de pop radiante, preciosos regresos a la raíz, versiones impecables (‘Santos que yo te pinte’), visitas al pasado con ‘El encuentro’ o ‘Quedará en nuestra mente’, intervalos mágicos como la interpretación a arpa y voz de ‘Ya está’y joyas tan contundentes ‘M.A.P.S’ y la increíble ‘Tengo un pensamiento’, piezas ya esenciales dentro de su catálogo. Si hace casi ocho años hubiésemos soñado con la artista que podría llegar a ser Amaia, es posible que, para muchos, se pareciese bastante a la que es hoy en día. Grande sin estridencias. Única y libre.

Hablamos de un concierto tan formidable que hasta contó con la duración exacta para que diese tiempo a disfrutar del tramo final de la actuación que la banda madrileña Shego estaba ofreciendo en el escenario ENAE. No costó nada introducirse en lo que, a esas alturas de actuación, bien podía representarse como un torbellino de punk punzante donde la melodía cristalina y las cuerdas afiladas remaban en la misma dirección. ‘Te mataré’, ‘Lucky’, ‘Curso avanzado de zorra’ y ‘Vicente amor’. Así, del tirón. Maite, Raquel y Charlotte reinando en la república independiente de la actitud y la bilis, el desahogo y el pogo, el jodido presente y un futuro que es suyo. Bravo, bravas.

Debut a la altura

Antes de esta dupla de conciertos de altos vuelos, la jornada de sábado habíacontado con uno de sus conciertos más esperados: Alcalá Norte. Su primer trabajo, de título homónimo, es uno de los más alabados, reconocidos y celebrados de los últimos años en la música española. Y con razón. Misterioso en su fondo, con unas letras fascinantes, y compacto en una forma que bebe de los inagotables mares del post punk y el pop/rock de herencia Smith, hablamos de un disco que les ha lanzado directos a los grandes escenarios de decenas de festivales sin prácticamente pasar por la casilla de las salas. Así, el conjunto madrileño se bautizó en el Warm Up con el fervor de una parroquia de fieles ya asentada en la devoción. Si lo suyo es flor de un día es algo que solamente el paso del tiempo sabe, pero, si consiguen firmar próximamente temas tan rotundos como ‘Los chavales’, ‘Westminster’o las coreadas ‘La calle Elfo’ y ‘La vida cañón’, los cuales sonaron en La Fica con una potencia superior a la de sus versiones de estudio, mejorándolas en todos los casos, podemos ir olvidándonos de deshojar margaritas y empezar a pensar en tumbarnos cómodamente sobre una esplendorosa cosecha.

Salto y empuje con Sexy Zebas

Ya que estamos en racha, ¿para qué parar? Sobre todo, si, como sucede con los siguientes protagonistas, los respiros, cuando se trata de darlo absolutamente todo, están de más. Sexy Zebras son puro fuego y sudor. Músculo y tensión. Salto y empuje. Ladrido e incorrección. Va, más fácil: rock and roll. Los temas de su último disco, publicado hace pocos días, ‘Bravo’, funcionaron bien, pero los golpes fulminantes hay que apuntarlos en la cuenta de ‘Jaleo’, ‘Charly García’, ‘Nena’ y ‘Tonterías’, canciones que les han aupado como una de las bandas del momento. Llevarle la contraria al hype cuando llega acompañado de directos tan explosivos como el que el trío madrileño liderado por el carismático Gabi Montes firmó en esta séptima edición es un ejercicio tan absurdo como innecesario. Las agujetas del mañana se escriben con su tinta.

Cara y cruz

Y con M.I.A., otro de los grandes nombres internacionales de esta edición y cabeza de cartel destacado del sábado, llegó el bajón. Si bien es cierto que, a estas alturas de la película, es decir, diez años después de su último disco realmente notorio (‘Maya’), la esperanza tampoco es que estuviera en su punto más boyante, uno podía esperar, como mínimo, algo de potencia o interés por parte de la creadora del imprescindible ‘Arular’, pero todo quedó en un descafeinado espectáculo donde ni siquiera los temas más populares del repertorio consiguieron salvarlo. Mucha torre de humo, algún que otro apunte vistoso gracias al apoyo del cuerpo de baile, un trabajo interesante de visuales, un total de cero instrumentos sobre el escenario, ligerísimos destellos, fuegos artificiales para despedirse con ‘Paper planes’ y pare usted de contar.

En resumen, una cita bastante fallida que nos terminó empujando hasta el concierto de Barry B. Salimos ganando con el cambio. Planteada como una montaña rusa donde las diferencias entre lo urbano y el rock se difuminan entre estimulantes subidas y bajadas, la actuación del arandino es víscera y hueso, carne en llamas y piel erizada, alma bizarra y pulsión cotidiana. Acompañado por una banda que entiende a la perfección el papel que le toca jugar y, todavía más importante, la manera en la que tiene que hacerlo en cada ocasión, Barry B entregó alguno de los mejores momentos del Warm Up 2025.

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