En septiembre pasado, la Fundación Anse logró que las Salinas de Marchamalo, entre Cabo de Palos y Playa Honda (Cartagena), volvieran a dar sal, su primera cosecha tras 30 años de abandono. Un éxito fruto del empeño colectivo por recuperar lo que es un patrimonio etnográfico, industrial, cultural y natural de la Región de Murcia y de toda España, que ha estado al borde de la desaparición pese a que hasta cinco figuras (Paisaje Protegido Espacios Abiertos e Islas del Mar Menor, LIC, Zepa, Zepim y Humedal de Importancia Internacional Ramsar) y un Plan de Gestión Integral lo protegían y lo calificaban como «elemento clave» en el paisaje lagunar.
Hoy, Hispania Nostra reconoce este esfuerzo de la Fundación Anse con el Premio de Buenas Prácticas en Patrimonio Cultural y Natural 2025 en la categoría de Intervención en el territorio y el paisaje. Unos galardones de ámbito nacional que convocan Hispania Nostra y la Fundación Banco Santander desde 2011 con el fin de «defender, promocionar, acrecentar y difundir el patrimonio cultural y natural español, contando con la participación de la sociedad civil».
Esta asociación de ámbito estatal sin ánimo de lucro y de utilidad pública reconoce en la iniciativa de Anse –con el imprescindible concurso de vecinos, asociaciones e instituciones diversas para llegar hasta aquí– «una referencia ejemplar para el futuro, que contribuye al reconocimiento del patrimonio como parte inseparable de la calidad de vida». Este premio de Hispania Nostra valora la restauración de estas infraestructuras, cuyo origen podría remontarse a tiempos del dominio romano y que, pese a los obstáculos encontrados en el camino, va más allá de velar por preservar los canales, las charcas para calentamiento y cristalización de la sal, el molino y otros edificios de la salinera. Contribuye a salvaguardar tanto el paisaje cultural como las instalaciones históricas, parte del patrimonio industrial, y no solo es compatible con la conservación del medio ambiente y los ecosistemas asociados, sino imprescindible para ellos, para la flora y fauna endémica y para las aves acuáticas, migratorias y residentes, que encuentran en este humedal fruto de la mano del hombre y de su historia su refugio y lugar de cría.
Imágenes de las salinas el pasado septiembre.
A. Gil / AGM


Hispania Nostra escoge reconocer este proyecto, que finalmente ha podido salir adelante, por ser «una actuación ejemplar, que potencia un concepto integral del patrimonio cultural y natural, contribuye al desarrollo social y económico del país y sirve de referencia a otros emprendedores en el ámbito de la conservación y el enriquecimiento de nuestra herencia cultural». Pedro García, director de la Fundación Anse, agradece el premio y el apoyo de todas las entidades y personas que han colaborado en este proyecto, entre ellas Salinera Española, la Fundación Estrella de Levante y Biocyma.
Una larga historia con final feliz
Protegida, en parte pública y en parte privada, la amenaza del ladrillo ha pendido sobre las Salinas de Marchamalo –Salinas de la Calzada según un documento del siglo XIII– desde que la producción salinera dejó de ser lo suficientemente rentable. El paso de los años y la inacción de las instituciones puso en serio riesgo de desaparecer estas infraestructuras, que eran calificadas en 2018 por Félix Santiuste, profesor asociado de Arquitectura en la UPCT, como uno de los espacios del entorno del Mar Menor que todavía podían ser recuperados. El proyecto de fin de grado de Paloma de Andrés Ródenas permitió recopilar una información que no estaba disponible al público y librarla del olvido definitivo, rescatándola de la memoria de «muchos vecinos de la zona que trabajaron en las salinas o son familiares de los que trabajaron» y hacer creer a todos que la rehabilitación de las Salinas de Marchamalo era un proyecto perfectamente viable.
A. Gil / AGM


En 2019, Anse logró la concesión de 8 hectáreas del dominio público marítimo terrestre por parte de la Comunidad y compró una finca de 7.000 metros cuadrados con una nave en ruina para promover la colaboración de las administraciones y entidades varias en la recuperación de la actividad salinera y la mejora de la gestión de la biodiversidad del espacio natural protegido. En 2022, sumó 4.000 metros cuadrados y dos viejas naves industriales de las antiguas salinas más para contar con la infraestructura necesaria para recuperar la actividad salinera en la zona oriental. Y, con el incondicional apoyo de sus socios, de WWF-España y del Instituto Español de Oceanografía, además de la financiación de la Fundación Biodiversidad, consiguió en septiembre pasado devolver a la vida este pedazo de historia que permite la explotación sostenible de las balsas salineras y preservar toda la riqueza natural, cultural y social para las generaciones venideras.

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Enlace de origen : Anse gana el Premio Hispania Nostra por la restauración de las Salinas de Marchamalo en Cabo de Palos