Antes de que existiera la Unión Europea (UE) y antes de que se estableciera el 9 de mayo como el Día de Europa, ya existía el Colegio de Europa. Esta institución fue creada en 1949, sobre los escombros de la Segunda Guerra Mundial (el 80 aniversario de su final también se recuerda estos días) y está considerada un referente académico en la defensa de la integración y la formación de líderes comunitarios, sobre todo en el terreno jurídico y de la diplomacia. Al frente está Federica Mogherini (Alta Representante de Asuntos Exteriores de la UE de 2014 a 2019) y entre los más de 300 estudiantes que a día de hoy hay en su sede de Brujas (a los que se suman los de los otros dos campus en Polonia y Albania) hay tres jóvenes de la Región de Murcia. Los tres han contado a LA VERDAD qué les llevó hasta allí y qué esperan del futuro en un momento en el que la Unión afronta grandes retos.
Son María Serna y Pablo Martínez, que estudian el máster en Estudios Legales Europeos, becados por la Consejería de Presidencia, Portavocía, Acción Exterior y Emergencias de la Región de Murcia; y Elena Viudes, que lo hace en el máster en Relaciones Internacionales y Diplomacia. Por eso, Elena admite que «tenemos suerte de estar aquí». En su caso, se graduó en Holanda y, al término del máster, le gustaría abrirse camino en Bruselas en cuestiones que tengan que ver con el medio ambiente, la energía o la cooperación al desarrollo.
«Un sueño»
María Serna: «Hay buen ambiente y mucho compañerismo», dice esta estudiante desde Brujas.

«Para mí siempre había sido un sueño este sitio. Es una satisfacción personal», admite María, que muestra su predilección por el Derecho de Competencia, en el que comenzará a desarrollar su actividad profesional en septiembre, después de realizar el examen de abogacía en junio. Trabajará para un despacho estadounidense, Latham & Watkins, y su intención es vivir «entre Bruselas y Murcia». Después de haber realizado prácticas en el Tribunal Europeo de Justicia, Pablo tiene claro que quiere continuar su actividad en esta u otra institución. Por eso, admite que está «en el mejor sitio en el que puede estar para estudiar Derecho en la UE». Además del nivel académico y la exigencia, el Colegio organiza continuas actividades, encuentros, conferencias y debates, a los que asisten expertos de alto nivel o responsables de organismos comunitarios.
«Tenemos suerte de estar aquí», cuentan de esta estancia en el campus de Brujas
La convivencia y el intercambio social es para ellos otro de los grandes alicientes: al Colegio de Europa llegan alumnos de todo el mundo, no solo comunitarios. «Aprendes a convivir con gente de muchas culturas y a respetar las diferencias», cuenta María. «Estudiamos juntos, vamos a clase juntos, desayunamos juntos, comemos juntos», enumera Elena. Para Pablo, esto también pone de manifiesto que «somos diferentes, pero tenemos que trabajar juntos para defender los valores europeos». El aspecto social también es importante y destacan que hay «buen ambiente, buen rollo y mucho compañerismo».
En la encrucijada
Pablo Martínez, en el jardín del Colegio de Europa.

Estos tres jóvenes conviven en una institución donde Europa late por los cuatro costados. Sus instituciones afrontan años convulsos, muchas veces cuestionadas, sometidas también a intentos de desvirtuar esos valores que impulsaron el Colegio. «La integración de Europa se hace fuerte en las crisis», admite Pablo. Elena remarca que «tenemos espíritu crítico»: «Sabemos que hay cosas que no funcionan. Pero esperamos estar un día ahí para ayudar a arreglarlas». María es la única que no se define como europeísta: «No es que no crea en el proyecto europeo. Sin embargo, cambiaría muchas cosas».
Elena Viudes, en uno de los encuentros organizados en el campus.

Llegados desde la Región, los tres coinciden en que no es tanta la distancia que separa ambos mundos. María saca la lupa para que veamos que en Murcia hay actuaciones, como el paseo de la mota del río Segura, que se financiaron con fondos comunitarios. Elena enfatiza también que la Comunidad es ejemplo en muchas ocasiones para hablar de la gestión y el aprovechamiento del agua. Y Pablo, natural de Santomera, menciona los limones de su pueblo: «Se producen allí y se venden en toda Europa. Por eso, lo que se decide aquí también afecta a sitios como Santomera».
Pero a pesar de la belleza de Brujas («es una ciudad de película», «de juguete», cuentan) sí hay algo que les separa de su tierra natal: el buen tiempo. Pablo bromea: «Hemos tenido un mes de sol, esto no parecía Bélgica».
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Enlace de origen : Murcianos en la cantera de líderes europeos