Ni en el escenario más volcánico de todos, un estadio de La Romareda enfurecido y un Real Zaragoza asomado al abismo de Primera RFEF, fue … capaz anoche el Cartagena de aprovechar una renta de 1-2 a favor. La desperdició en la segunda parte, donde aceptó la estampida del equipo maño, aguantó como buenamente pudo y prácticamente no puso medidas para impedirlo, encerrado con una línea de cinco defensas y sin tocar prácticamente el campo rival. El Merecido castigo llegó en diez minutos finales, pero se veía venir desde un rato antes. Otro punto negro a una temporada soporífera.
La peor noticia de la quinta visita oficial del Cartagena a La Romareda es que nunca sabremos cuándo será la sexta. Esta triste temporada en Segunda División llega a su fin con el equipo albinegro descendido desde hace un mes, con un futuro tan negro como la boca de un túnel y la nostalgia de ver que estadios como el del Real Zaragoza, anoche; y el de El Molinón, en quince días, difícilmente puedan volver a pisarse en un corto espacio de tiempo. Son estadios cinco estrellas donde el Efesé vivió algunos de los pasajes más felices de esta intensa etapa en el fútbol profesional.
Zaragoza:
Poussin, Francho, Lluis López, Jair, Tasende (Liso, 68); Ager Aketxe (Dani Gómez, 68), Toni Moya (Arriaga, 56), Raúl Guti, Adu Ares; Pau Sans (Marí, 78) y Mario Soberón.
3
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Cartagena:
Fuidias; Aguirregabria, Alcalá, Jorge Moreno, Nacho Martínez (Vukcevic, 78); Ndiaye, Pepín (Andy, 60), Guerrero; Luna (Ortuño, 69), Álex Millán (Núñez, 78) y El Jebari (Delmás, 60).
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Goles:
0-1, Nacho Martínez (minuto 4). 1-1, Raúl Guti (10). 1-2, Pepín Machín (13). 2-2, Alberto Marí (87). 3-2, Dani Gómez (90+). -
Árbitro:
Sánchez Villalobos (andaluz). Amarillas a Luna, Nacho Martínez, Adu Ares, Guti, Poussin, Delmás, Luna. -
Incidencias:
18.715 espectadores en La Romareda.
En 2024 el cartagenerismo se agarró a un clave ardiendo con el gol de Fontán en el descuento (1-2); se enganchó debajo del larguero de Marc Martínez, en abril (0-0) y en agosto (0-1) de 2021; vio pegar bocados a Datkovic, los aplausos a De Blasis y las virguerías de Gallar. También el poso y la contundencia de Raúl Navas. Son momentos que ya nunca volverán, formarán parte del baúl de los recuerdos y cuando pasen los años se repasarán con cariño.
El tren del Cartagena ya casi llega a su estación final con destino a Primera RFEF. Pero antes, el calendario ha querido ser tan caprichoso que el Cartagena cierra esta triste historia por el fútbol profesional ejerciendo de visitante en La Romareda y El Molinón, dos estadios que son absolutos santuarios, ligares de culto total para cualquier jugador y para cualquier aficionado. Un castigo a lo que el Efesé dejó escapar, con el agravante de hacerlo de una forma tan lamentable, descendido hace un mes pero virtualmente desde que en el mercado invernal la plantilla quedó, si cabe, más debilitada a la de la primera parte del curso.
Lo que pudo haber sido y no fue para el Cartagena, al que dentro de muy poco le tocará sudar la gota gorda en una realidad bien distinta: la de campos de dimensiones reducidas, focos de escasa visibilidad, una categoría a años luz de Segunda, filiales tremendamente incómodos y clubes, recién ascendidos desde Segunda RFEF, que con un mal pestañeo son capaces de darte un baño de agua helada. El Real Madrid Castilla, el Alcorcón, el Torremolinos y el Atlético de Madrid B, entre otros, aguardan en un escalón tan exigente que muy pocos son los que son capaces de abandonarlo a las primeras de cambio.
Ya solo queda esperar a que esta temporada acabe cuanto antes. Tiene pinta de que el Cartagena la concluirá definitivamente como el último clasificado y con el récord de derrotas en una misma temporada. Anoche los albinegros visitaron uno de sus estadios talismanes, La Romareda, donde el equipo había sido capaz de ganar dos veces, empatar otra y caer en una sola ocasión. En la semana donde AFE tranquilizó al vestuario por el retraso en más de dos nóminas, los futbolistas dirigidos por Guillermo Fernández Romo volvieron a demostrar que ni siquiera es posible ganar cuando el escenario es muy favorable.
El Efesé firmó una aceptable primera parte. Los primeros quince minutos fueron totalmente vertiginosos pero los albinegros parecieron tomarle el pulso a ese encuentro agitado. En el minuto 4, una falta colgada por Nacho Martínez [vio la quinta tarjeta amarilla y no estará el sábado para medirse a su exequipo, el Tenerife] se paseó por el área, la rozó el central Jair Amador y significó el 0-1. A la inmediata reacción del cuadro maño, con el 1-1, respondió estupendamente bien el Cartagena con firmeza, determinación y decisión.
Así, un tremendo derechazo de Pepín Machín en el vértice del área se coló con rosca por el palo izquierdo de Poussin. Y se hizo el silencio en La Romareda. Solo era el minuto 14 pero al Real Zaragoza le entró el mal de altura, vio todo cuesta arriba y supo, entonces, que se podía meter en un lío tremendo si perdía contra uno de los peores colista de todo el siglo XXI. La presión empezó a adueñarse de la parroquia local, tanto que arrojaron una botella de plástico que por poco y no impactó en Pepín Machín.
Fuidias, hasta el final
Pasaron los minutos y se sucedieron las paradas de Toni Fuidias. Era la primera vez que el guardameta suplente del Cartagena tenía la oportunidad de defender los tres palos estando Pablo Cuñat disponible. La razón atiende única y exclusivamente a la política de rotaciones que aplicará Fernández Romo en estas tres jornadas restantes, donde es probable que Fuidias se mantenga. Pau San, Aketxe y Arriaga chocaron contra el guardameta.
Entonces ya era una versión muy conservadora del Efesé. Con una línea de tres centrales solo pisó el área una vez, a disparo a bocajarro de Vukcevic, lo que quedó traducido en una estampida local: el VAR invalidó un penalti inexistente, pero en el 87 y e forma merecida, esa insistencia maña se vio traducida en el empate a trompicones de Alberto Marí. Ya en el 96, al igual que ocurrió en el partido de ida, Dani Gómez materializó un arreón que deja al Real Zaragoza prácticamente con la salvación ya matemática. Para el Cartagena fue un castigo merecido: se arrinconó, lo pasó mal, pidió la hora y acabó perdiendo otra vez.

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