«China y Estados Unidos han dado pasos importantes para resolver las diferencias mendiante el diálogo». La guerra comercial entre las dos mayores potencias del … mundo afloja después de semanas de escalada, en las que EE UU ha llegado a imponer aranceles de hasta el 145% sobre las exportaciones del gigante asiático. La andanada proteccionista -desatada tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca- se rebaja ahora y ambos países anuncian una tregua parcial de 90 días.
La suspensión entrará en vigor antes del miércoles, según indicaron ambas partes en un comunicado conjunto. El acuerdo, que supone un alivio para las cadenas de suministro globales, llega después de que las delegaciones de ambos países emprendieran durante el fin de semanas jornadas maratonianas de negociaciones en Suiza. Aunque las medidas aún están lejos de suponer un desmantelamiento total de las barreras aduaneras, el gesto es una señal de que ambas economías buscan estabilidad en un momento en el que parecían abocadas a un choque frontal de trenes.
Estados Unidos reducirá los aranceles sobre los productos chinos del 145% al 30%, mientras el gigante asiático rebajará del 125% al 10% las tasas impuestas a las importaciones de productos estadounidenses. La reducción, aunque temporal y no total, podría reactivar un volumen considerable de comercio bilateral que había quedado paralizado y que amenazaba con arrastrar a país americano hacia la recesión. «Queremos un mercado más equilibrado y ambas partes estamos comprometidas a lograrlo», ha señalado el secretario del Tesoro estadounidense Scott Bessent.
Washington y Pekín también han acordado establecer un mecanismo permanente de consulta, con el objetivo de prevenir futuras escaladas y gestionar las diferencias de forma estructurada. Este canal directo estará formado por representantes de alto nivel de ambos gobiernos y celebrará reuniones periódicas, alternando la sede entre China y Estados Unidos. El objetivo es institucionalizar el diálogo bilateral más allá de las coyunturas políticas y garantizar una vía estable de resolución de conflictos en materias tan sensibles como el comercio, la emergencia de las nuevas tecnologías o la propiedad intelectual
La declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump, tras el primer encuentro entre ambas delegaciones ya rezumaba optimismo: «Una reunión muy buena hoy con China (…). Se discutieron muchos temas y se llegó a muchos acuerdos», apuntó y destacó que ambas potencias han negociado «un reinicio total» de sus relaciones «de forma amistosa, pero constructiva». Un tono conciliador que contrasta con la dureza mostrada en los últimos meses y que ha tenido que rebajar conforme ha aumentado la presión sobre la deuda pública estadounidense.
La realidad es que este acuerdo supone un nuevo paso atrás para la Administración Trump en una guerra arancelaria que, en sus cálculos iniciales, debía reforzar su posición y «hacer cada vez más rico a Estados Unidos». La realidad, sin embargo, ha demostrado ser la contraria: las medidas proteccionistas han desatado represalias de otros países, tensado las cadenas de suministro y contraído un 0,3% el PIB de la Estados Unidos. Lo que se planteó como una ofensiva para recuperar soberanía industrial y corregir desequilibrios comerciales acabó generando incertidumbre, encareciendo costes para las empresas y debilitando la posición global de EE UU.
El rechazo de los mercados a esta andanada proteccionista, que ha provocado varias jornadas negras en Wall Street, ya llevó a Trump el mes pasado a suspender durante tres meses -a todos los países salvo a China- los «aranceles recíprocos» anunciados el 2 de abril, una jornada que bautizó como ‘El Día de la Liberació de América’. Sin embargo, lejos de suponer una victoria económica, aquella jornada se ha traducido en una sucesión de quebraderos de cabeza para la economía estadounidense.
Renegociar condiciones
El presidente estadounidense defendió esta tregua como una oportunidad para renegociar con terceros países condiciones provechosas para EE UU. Por el momento, sin embargo, solo ha sido capaz de lograr un acuerdo con el Reino Unido, anunciado el jueves pasado y que contempla una mejora de las condiciones aduaneras para el aluminio, el acero y los automóviles, tres de los sectores más perjudicados por la política económica de Trump.
Mientras la Administración Trump insiste en que los acuerdos con terceros países pueden llegar de forma «inminente», la Unión Europea endurece su posición negociadora. La Comisión Von der Leyen anunció el jueves pasado su intención de gravar productos estadounidenses por el valor de 95.000 millones, a lo que se suma la denuncia presentada ante la Organización Muncial del Comercio (OMC) porque considera que los «aranceles recíprocos violan inequívocamente las reglas fundamentales» del comercio internacional.

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Enlace de origen : EEUU y China sellan una tregua y suspenderán parte de sus aranceles durante 90 días