
Volodímir Zelenski no asistirá a las conversaciones de paz en Estambul, pero sí enviará a su ministro de Defensa, Rustem Umerov, al considerar que «lo … importante» es «asegurar la paz».
En Estambul se desarrolla este jueves lo que en Cannes acaba de ser un triunfo supremo del cine de acción: Misión Imposible. Ucrania ha decidido congelar el cara a cara con Rusia al menos hasta esta tarde, después de que su presidente, Volodímir Zelenski, discuta con su homólogo turco, Recep Tayyib Erdogan, los siguientes pasos a dar en lo que iba a ser una reunión histórica y lleva camino de convertirse en un embrollo de máxima envergadura. El líder ucraniano quiere contrastar con el anfitrión de la cumbre de Estambul qué es lo que debe hacer tras la negativa de Vladímir Putin a asistir.
Zelenski no parece decidido a continuar con un acto que él mismo había planteado al más alto nivel entre los dos presidentes en guerra, pero tampoco tiene plena disposición a suspenderlo. En juego están la propia trascendencia del encuentro, el primero directo de los dos rivales después de tres años de combates, y las presiones externas, que son muchas. De momento, lo único que ha trascendido desde Ankara, donde Zelenski ha aterrizado poco antes de mediodía, es que la reunión comenzaría posiblemente esta tarde después del almuerzo entre los dos mandatarios.
Si en este interín Erdogan confiaba en calmar los nervios, el tiempo ha jugado a la contra. Zelenski no ha tenido reparos en arremeter contra Moscú. «Oficialmente, desconozco el nivel de representación de Rusia. Pero por lo que hemos visto, parecen simples sustitutos», ha declarado a los periodistas que aguardaban a pie de pista. A su juicio, se trata de una delegación «decorativa» a la que habría que pregunta si «tienen capacidad de tomar decisiones por sí misma». La respuesta del Kremlin ha sido instantánea calificando a Zelenski de «payaso» y «perdedor». «¿Quién usa la palabra ‘tonto’? ¿Un payaso? ¿Un perdedor? Alguien sin educación alguna», ha dicho Maria Zajarova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Los ánimos no parecen los más adecuados para una conversación de paz.
La delegación rusa la encabeza Vladímir Medinsky, alto asesor del Gobierno, presidente de la ultrapatriótica Sociedad Histórica Militar Rusa y negociador en las primeras. únicas y fallidas conversaciones directas con Kiev durante los primeros meses de la invasión. Le acompañan Mijaíl Galuzin, viceministro de Asuntos Exteriores; Ígor Kostyukov, director del GRU, el servicio de Inteligencia militar, y Alejandro Fomín, viceministro de Defensa que también participó en la negociación de 2022.
En realidad, Moscú ha llevado a Estambul una representación de menor entidad política de la que inició el pasado marzo las conversaciones indirectas con Ucrania, lo que algunos expertos interpretan como la respuesta de Putin al reto de Zelenski de verse cara a cara; a su vez, un desafío marcado por la oferta previa del presidente ruso de abrir un diálogo incondicional este mismo jueves sin aceptar la exigencia de Kiev de ordenar una tregua. El resultado es el caos que esta mañana sacude Estambul y que ha conducido a países como Alemania a pronosticar que poco se puede esperar de una cumbre con tantas dificultades organizativas.
Aun así, la portavoz rusa de Exteriores, María Zajarova, ha asegurado que la reunión no peligra y se producirá «en la segunda mitad del día». Naturalmente, Putin no hará caso a los requerimientos internacionales y no estará en la mesa. «No tiene previsto viajar», ha añadido. El líder ruso podría intervenir, en cambio, en diferido con sus enviados, ya que está celebrando reuniones casi continuas con su gabinete para planificar las negociaciones.
El secretario de Estado norteamericano Marco Rubio ha señalado este mismo jueves que la Casa Blanca espera «progresos» hacia la paz en esta reunión. Y el propio presidente, Donald Trump, ha declarado desde Doha que «estaba pensando en ir, pese a que resulta «muy complicado». «Si pasa algo, iría el viernes si es apropiado»». El líder estadounidense ha añadido, en el transcurso de un desayuno con empresarios dentro de su gira por Oriente Medio, que «ahora mismo tenemos personas negociando» y que la guerra «tiene que parar».
Más tarde, a bordo del Air Force One, el presidente estadounidense ha restado importancia a la ausencia del líder ruso en Turquía. Y ha agregado en tono tajante que ve difícil una paz en Ucrania hasta que él no se reúna en persona con Putin. «No creo que vaya a pasar nada, les guste o no, hasta que él y yo nos reunamos», subrayó en unas manifestaciones sorprendentes para los periodistas que le acompañan en su viaje por Oriente Medio al dejar traslucir que el papel de Zelenski no será el más determinante en este proceso. «No va a pasar nada hasta que Putin y yo nos reunamos. ¿De acuerdo?» «Obviamente no iba a ir. Iba a ir, pero pensó que yo también. Él no iba si yo no estaba allí », ha agregado.
La sensación de incertidumbre es manifiesta a todos los niveles, especialmente entre los mediadores turcos, así como en el personal ucraniano y ruso desplazado a Estambul. Todos ellos deberían haber permanecido reunidos en el Palacio de Dolmabahçe desde las nueve de la mañana (hora española). «No sabemos qué va a ocurrir. Esperemos a lo que lo anuncie nuestro presidente», ha señalado un portavoz del Gobierno ucraniano. De hecho, todavía se desconoce la composición de la delegación de este país. Algunas fuentes sostienen que su máximo diplomático, Andri Sibiga, concentrado con los ministros de Exteriores de la OTAN en una cumbre informal que se celebra a 690 kilómetros de allí, en la también ciudad turca de Antalia, podría dirigirse a Estambul a primera hora de la tarde.
El estupor ha llegado, además, a Europa. El ministro de Exteriores alemán, Johann Wadephul, sostiene que el presidente ruso está a punto de «tensar la cuerda demasiado» y le ha instado a que «acuda ya» a Estambul. «El mundo está esperando a que finalmente atienda el llamamiento para acudir a la mesa de negociaciones» y, en caso de no hacerlo, Rusia estará demostrando que «quiere continuar la guerra. No quiere negociaciones serias en este momento».
También su homólogo francés, Jean-Noël Barrot, ha utilizado la misma expresión que Wadephul para referirse a la actitud de Moscú: «Hay una silla vacía». El jefe de la diplomacia gala considera que es necesario que Europa tenga nuevas «sanciones masivas» listas para aplicar a Rusia si Putin sigue «esquivando» las conversaciones.
Barrot ha incidido en un aspecto clave que Estados Unidos, Europa y la propia Ucrania esperaban conseguir en esta primera negociación cara a cara: el compromiso ruso de instaurar un alto el fuego incondicional de treinta días como prólogo a un diálogo «hacia la paz». Barrot tiene intención de reunirse este viernes con el senador estadounidense conservador Lindsey Graham, que acompaña al equipo de la Casa Blanca a la cumbre de la OTAN y que es partidario de aplicar aranceles del 500% al petróleo ruso y los países que lo compran. El enviado de Trump a Ucranial Keith Kellogg también se ha mostrado partidario de castigar a Moscú con «sanciones como nunca se han visto».
El principal grueso se dirigiría, en efecto, hacia el sector energético, después de que se hayan agotado casi otras vías sancionatorias en los sucesivos diecisiete paquetes aplicados por Europa, pero contiene un riesgo evidente. Algunos de esos países importadores del crudo ruso ejercen simplemente como intermediarios para vendérselo a otras naciones y potencias, de modo que el alza desmesurado de tasas podría tener un efecto mundial.
El bajón producido por la ausencia de Vladímir Putin en la reunión, que automáticamente ha provocado la renuncia de Donald Trump a participar en la cita y frustra el cara a cara con Volodímir Zelenski, ha enfriado numerosas expectativas y está a punto de hacer naufragar el proceso. Sin embargo, las ausencias no deberían ensombrecer la importancia del primer encuentro directo entre Ucrania y Rusia en tres años de guerra, a pesar de que a Kiev evidentemente le ha disgustado que Moscú haya enviado una representación de mediano nivel con la que, además, ya tuvo una experiencia negativa en las negociaciones de 2022, recién comenzada la invasión.
Existen dos elementos que distinguen esta cumbre. El primero es que las dos delegaciones deberían encerrarse en la misma sala del Palacio de Dolmabahçe, a diferencia de los últimos contactos, que lo hicieron desde habitaciones contiguas. Hasta ahora, los únicos que se han acercado al lugar son los periodistas para encontrarse con que está simplemente vacío.
El segundo factor reside en el ultimátum estadounidense que ha dejado caer este mismo jueves el secretario de Estado Marco Rubio a su llegada a Turquía: Trump espera que de la reunión salga un mecanismo, cualquiera, que contribuya a poner fin a la guerra. Rubio ha remarcado que solo la diplomacia servirá para normalizar Ucrania y que su jefe quiere ver «progresos» entre las dos delegaciones. Lo peor posiblemente no es que Trump reuncie a viajar a Estambul, sino que decline continuar con su intermediación en el proceso de paz.
Ha sido una madrugada larga y llena de incertidumbres que resolver. Después de que el Kremlin anunciara que Putin no viajaría a Estambul y que en su lugar iría Vladimir Medinsky, un asesor ruso que participó en las frustradas conversaciones de paz de 2022, todos los actores se han visto obligados a reajustar posiciones. Hasta esta misma mañana Zelenski no había decidido si entrar en la sala para encabezar él mismo la representación ucraniana. Ha mantenido consultas con el presidente turco, Recep Tayyib Erdogan, y al final los dos líderes han decidido verse en Ankara a mediodía (13.00 hora local) y contrastar sus opiniones sobre las vías de negociación. El mandatario ucraniano ha colgado en la redes sociales una fotografía con su mujer, Olena Zelenska, para felicitar a sus ciudadanos el Día de Vyshyvanka, una festividad dedidaca a las tradiciones ucranianas. «Definitivamente preservaremos y transmitiremos lo que es ucraniano, lo que es nuestro, a las próximas generaciones», ha escrito Zelenski en su mensaje.
Mientras, su ministro de Exteriore, Andri Sibiga, ha celebrado desde la noche del miércoles sus propias consultas con Marco Rubio y sus homólogos de Francia, Alemania y Polonia para coordinar la postura internacional ante Rusia. Putin tampoco ha dormido mucho, Durante gran parte de la madrugada se ha reunido apuerta cerrada con su equipo más cercano, entre quienes han figurado el ministro de Defensa, Andrei Belousov; el jefe del Estado Mayor ruso, Valeri Guerásimov; el secretario del Consejo de Seguridad, Serguéi Shoigú; el asesor de política exterior del Kremlin, Yuri Ushakov, y el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov. Estos dos últimos tienen experiencia en este tipo de contactos con Ucrania.
La reunión de Estambul se ha convertido en el debate central de la asamblea de ministros de Exteriores de los 32 países que integran la OTAN y que también permanecen reunidos en otro punto de Turquía: la ciudad de Antalia. Allí deben debatir sobre el aumento de las cuotas económicas de cada socio a la Alianza. El primer mensaje de su secretario general, Mark Rutte, ha sido sin embargo para Rusia: «La pelota está en su tejado».
El día antes
Putin no estará hoy en Estambul para iniciar las conversaciones de paz con Ucrania. Después de haber tenido al mundo en vilo durante días, el Kremlin esperó al filo de la medianoche de ayer para despejar las dudas y nombrar al jefe de la delegación que se trasladará a Turquía para iniciar el primer contacto directo con Ucrania. Será el consejero del presidente ruso Vladímir Medinksy, anterior jefe del grupo de negociadores en anteriores conversaciones.
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Este anuncio rebaja considerablemente la esperanza de que las negociaciones lleguen a buen puerto y deja en el aire que la delegación rusa entable conversación con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Porque ayer reiteró su disposición a dialogar, pero anteriormente había advertido de que lo haría solo si su interlocutor era Putin.
«Estoy esperando a ver quién viene de Rusia y luego decidiré qué medidas debe tomar Ucrania. Hasta ahora, las señales que han emitido en los medios no son convincentes», afirmó anoche en su alocución diaria, desconfiando claramente de la presencia de Putin. «Estamos listos para cualquier formato de negociación y no tenemos miedo a las reuniones. Mañana, en Turquía», concluyó.
No obstante, para Zelenski supondría una humillación sentarse hoy con mandatarios rusos de nivel muy inferior, ya que ni siquiera acudirá a la reunión el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov. Medinsky estará acompañado solo por viceministros como los de Exteriores, Mijaíl Galuzin, o Defensa, Alexánder Fomín.
Poca altura también para Donald Trump, que había afirmado su deseo de estar en lo que creía que podía ser un momento histórico. El líder ucraniano lo apoyó inmediatamente, pero, al cierre de esta edición, de Estados Unidos solo habían confirmado su asistencia el secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial Steve Witkoff.
Y lo más curioso de esta inusual situación es que la reunión surgió a petición del propio presidente ruso. «Nos comprometemos a iniciar negociaciones serias con Ucrania, con el fin de solucionar las raíces del conflicto y establecer una paz a largo plazo», declaró Putin el pasado domingo. No aceptó, sin embargo, la tregua de 30 días que Zelenski exigía para abrir las negociaciones.
Contra la ‘flota fantasma’ rusa
Han pasado ya más de tres años desde que Rusia inició la invasión a gran escala de Ucrania, y, hasta ahora, los contactos que se han producido han sido siempre a través de terceros y no han dado ningún resultado. Es un fiasco para Trump, que está tratando de propiciar el diálogo para materializar una de sus promesas de campaña: acabar con la guerra en Ucrania.
«Estamos listos para cualquier formato de negociación y no tenemos miedo a las reuniones», dice Zelenski
Pero las posturas de Moscú y Kiev no pueden estar más alejadas: Zelenski ha mencionado en numerosas ocasiones que no está dispuesto a ceder territorio, aunque esa es una posibilidad que cada vez se menciona más en Ucrania, y Putin exige la soberanía de las cuatro regiones que se anexionó mediante una reforma constitucional, que Kiev reduzca el tamaño de su ejército y que renuncie a acceder a la OTAN. Además, los dos presidentes han considerado a su oponente un interlocutor ilegítimo y han construido una narrativa de odio que ahora les dificulta justificar las negociaciones frente a sus compatriotas.
Pero, ante la comunidad internacional, ambos mandatarios compiten por erigirse en el que más desea la paz. Por eso, un astuto Zelenski instó a Putin a celebrar un cara a cara en Estambul e incide en la declaración de una tregua. La negativa de Putin ha servido de justificación para las nuevas sanciones que la Unión Europea decretó ayer, después de que se cumpliese el ultimátum que dio para la tregua.
El decimoséptimo paquete destinado a dañar la economía del país más extenso del mundo pone la diana en la flota fantasma con la que Putin continúa comerciando, sobre todo en el sector de los hidrocarburos. Son en torno a 200 buques, a los que se suman medidas contra 50 nuevas entidades y 75 individuos que entran en la lista negra europea: verán congelados sus activos en Europa y tendrán prohibida la entrada al bloque comunitario.

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Enlace de origen : Zelenski se salta la cumbre con Rusia en Estambul pero envía al ministro de Defensa