El negociador que tergiversa la historia en los libros de texto de los estudiantes rusos

El negociador que tergiversa la historia en los libros de texto de los estudiantes rusos

Viernes, 16 de mayo 2025, 07:22

Vladimir Medinsky ingresó de becario en la embajada de la antigua URSS en Washington en 1991 y en 34 años se ha convertido en uno de los mejores confidentes del presidente Vladímir Putin, además de ideológo histórico de su Gobierno. ¿Qué significa este concepto? En realidad, sería asimilable a ajustar los hechos a las necesidades del Kremlin y la visión de su jefe. Ejemplo: el discurso de la Victoria en el que Putin, para enfado del líder estadounidense Donald Trump, adjudicó la derrota de los nazis a la actuación del ejército ruso por encima de los aliados.

Este hombre que permanece sobre todo en la sombra del gabinete es el responsable de los libros de texto que estudian los alumnos de Secundaria desde 2023. Por encima del retrato de un tirano, Stalin es descrito en esas páginas como un hombre inteligente que hizo lo que debía para beneficio del pueblo. El millón largo de ejecutados en su Gran Purga fueron, en cambio, un conjunto de delincuentes, vendidos a Occidente y traidores a la patria. Medinsky nació hace 54 años en la ciudad ucraniana de Smila, pero su tesis es que Ucrania «nunca debió existir» como nación. Con todo ese bagaje, y mucho más, ha sido designado por Moscú como el principal negociador de las conversaciones de paz con Kiev en Estambul.

Se trata de uno de los asesores estrechos del jefe del Kremlin, pero también de los más ocultos. Rara vez se les ve juntos. Dentro de su estrategia política y su proyección internacional, Putin pone por delante al ministro Lavrov, a Serguéi Shoigú, su principal consejero en Defensa, o al jefe del Fondo Ruso de Inversión Directa, Kirill Dmitriev, que ha jugado un papel protagónico en la última negociación con Ucrania este pasado mes de abril. Medinsky también tuvo su momento de gloria como mediador en conflictos en 2022 cuando comenzó la invasión y rusos y ucranianos se sentaron por primera vez en Estambul con resultados nulos. Ahora repite por segunda vez.

Noticias relacionadas

Sus estudios de Periodismo y Relaciones Internacionales, unidos a su experiencia como presidente de una agencia de publicidad, forman el triángulo a partir del cual este hombre supo formarse como referente ultrapatriótico y venderse al núcleo de Putin. Su entrada al gabinete se produjo en 2012 cuando el presidente le nombró ministro de Cultura. Fue justo en el instante en el que Putin regresó a la cúspide del Kremlin después de un periodo como primer ministro bajo el mandato de Boris Yeltsin. Todavía Medinsky no se le había revelado como un profundo fundamentalista.

El ministro permaneció ocho años en el puesto y en ese tiempo se afanó en escribir un rosario de libros. Todavía hoy mantiene un prolífico ritmo con el ordenador. Pero lo suyo es contar una historia del país que poco tiene que ver con la historia real del país. Su visión ultranacionalista y añorante de la gran madre patria es muy del gusto de Putin. Y, a veces, para medrar hay que gustar más que enseñar.


Medinsky y Putin, en una de sus contadas apariciones en público.


AFP


Así que ahora el negociador ostenta los cargos de consejero de Estado y es miembro de peso en el consejo general del partido Rusia Unida, el mismo al que está afiliado Putin. Su influencia como ideólogo precisa una matización. Él representa al ideólogo del Kremlin o de la óptica oficial sobre Rusia, no a una inspiración directa sobre el presidente, cuya metafísica procede de pensadores como el ultra Alexánder Duguin, padrino del populismo patriótico asimilado por la extrema derecha europea. Duguin no tiene relación directa con el jefe del Kremlin. Medinsky, sí. Representa quizás al pintor que plasma sobre papel las fabulaciones nacionalistas del antiguo espía de la KGB.

Con todos sus antecedentes, Medinsky no es un individuo parapetado detrás de un escritorio. A su manera es un hombre de acción. En su época de ministro financió películas como ‘Los 28 hombres de Panfilov’ y ahora está empeñado en grabar ‘Liberación’, un largometraje basado en la invasión de Ucrania.

De su paso por el ministerio caben algunas polémicas. En 2019 Medinsky se hizo acreedor de las iras de buena parte del mundo editorial al tachar de «imbéciles» a los adultos que leían cómics. Lo dijo en la Feria Internacional del Libro de Moscú y en un momento en el que este género escalaba ventas en Rusia. Según el ministro, aficionarse a los tebeos infantiles decía bien poco de la población varonil rusa. Como consecuencia, en 2020 la lectura de cómics se disparó. También pasó sus aprietos patrióticos tras la publicación de una serie de cartas que revelaban la homosexualidad del genial compositor Tchaikovsky.

Pasado comunista

Nacido en Ucrania, su madre era maestra y su padre un militar que cambiaba de destino cada vez que las fuerzas armadas lo exigían. Procede de un entorno marcado por la disciplina y el amor a la patria. Cuando HBO estrenó la serie ‘Chernobyl’ en 2019, el Partido Comunista se opuso a su difusión y exigió que se retirase en todo el país. Sin embargo, Medinsky defendió la serie como «escrupulosa y rodada con gran respeto por la gente común». Y añadió: «Sé lo que digo. Mi padre fue liquidaror en Chernobyl y lo que me contó es exactamente lo que se narra».

Anecdóticamente, el actual negociador con los ucranianos se hizo un pequeño líder del Partido Comunista mientras cursaba estudios superiores y cuando pudo haber medrado en política, la antigua Unión Soviética se disolvió. No importó. Este hecho histórico solo retrasó unos años su salto al partido del presidente. De los comunistas a Rusia Unida. Se dejó ir con los tiempos.

El lapso intermedio lo aprovechó bien. Se convirtió en un teórico de las relaciones internacionales con cierta notoriedad en el ámbito académico y, sobre todo, fundó con sus compañeros en 1992 una agencia de publicidad que prontó se transformó en una especie de lobby tabacalero. De ahí su apodo en aquellos tiempos: el rey del tabaco.


Medinsky ofrece una rueda de prensa en el marco de su participación en la cumbre de Estambul


AFP


Pero su destino real era otro. El rey del tabaco se convirtió en el rey de Rusia. O, por lo menos, de la visión más patriótica de su pasado. Medinsky ha realizado un ejercicio de revisionismo radical que todavía hoy resulta impresionante, a la vez que caricaturesco. Y que sigue al alza, ya que ha encontrado en los libros de texto un lagar donde cultivar sus tesis. Ha coescrito varios tomos que son de obligado estudio en los institutos. Ucrania, claro está, aparece en ellos. Se trata de un país lleno de «ultranacionalistas» opuestos a Rusia. Sólo es preciso leer el encabezamiento de algunos títulos para percatarse de su recorrido: ‘La recuperación de Crimea’, ‘La operación militar especial’, ‘Nuevas regiones’, o ‘Ucrania: el país neonazi’.

El exministro guarda además una pequeña colección de ensayos breves dedicados a desmentir los clichés populares de su país. Por ejemplo, en ‘Mitos y contramitos’ aborda el vodka y cómo gusta a sus compatriotas. La pereza. El hábito ruso a encarcelar a disidentes. Todo ello es producto de la invención occidental. En otra de sus obras critica el ‘mainstream’ historiográfico sobre la Segunda Guerra Mundial y atribuye la capitulación de los nazis a la «decisiva» batalla de Stalingrado, prólogo de la victoriosa marcha sobre Berlín.

Muchos investigadores critican su revisionismo. Pero fuera caretas. Él admite la validez de una buena manipulación. «Los hechos, por sí solos, no significan mucho. Todo empieza, no con los hechos, sino con las interpretaciones. Si amas a tu patria, a tu gente, entonces la historia que escribas siempre será positiva», argumenta.

En realidad, este hombre, que también preside el colectivo oficial de escritores rusos y la Sociedad Histórica Militar, dirige en realidad la Factoría Medinsky. Toda la extensión de su obra no se debe estrictamente a él, sino a una maquinaria en la que emplea a becarios, escritores anónimos y aspirantes políticos que se encargan de redactar muchos de los textos. Según algunos medios, él y Putin se encargan de la revisión final. Así se confeccionó en 2022 el discurso presidencial de que la invasión de Ucrania combate el «nazismo» y evita que Occidente (traducción: la OTAN) estire su sombra hasta la frontera rusa. El relato puede ser inasumible, pero todavía hoy sigue en vigor. El propio Putin lo repitió el domingo al ofrecer la apertura de una negociación directa con Kiev en Estambul.

Límite de sesiones alcanzadas

El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a las vez.

Por favor, inténtalo pasados unos minutos.

Sesión cerrada

Al iniciar sesión desde un dispositivo distinto, por seguridad, se cerró la última sesión en este.

Para continuar disfrutando de su suscripción digital, inicie sesión en este dispositivo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores



Enlace de origen : El negociador que tergiversa la historia en los libros de texto de los estudiantes rusos