Sonia Navarro (Puerto Lumbreras, 1975), la artista murciana que ocupa hasta julio la sala pública de exposiciones más importante de la Comunidad de Madrid, Alcalá 31, con ‘Frontera y territorio’, una selección de 50 obras que explican su trayectoria artística, tiene una agenda bastante completa, con muy pocos huecos libres. Además de Madrid, podemos ver obras suyas estos días en la Sala de Exposiciones del Rectorado de la Universidad de Málaga, donde forma parte de ‘Hebras y urdimbres’, muestra que puede verse hasta el 14 de junio, con Blanca de la Torre de comisaria, que reúne a nueve artistas contemporáneas de España y Latinoamérica, cuyo trabajo se centra en la práctica ancestral del tejido; en Nave Oporto, en Madrid, la propuesta ‘Escuchando las montañas’, exposición que hace dialogar su obra con la de Glenda León (La Habana); y en ARCOLisboa, feria internacional de arte contemporáneo [organizada por Ifema Madrid y la Câmara Municipal de Lisboa, del 29 de mayo al 1 de junio en su tradicional sede de la Cordoaria Nacional, presenta uno de los proyectos SOLO del Programa General, en colaboración con su galería, T20, donde también se verán obras de otros artistas como Karlo Andrei Ibarra (ATM), Klaas Vanhee (Galería Silvestre), Amélie Esterházy (Behncke), Manuel M. Romero (Artnueve), Ricardo Cases (Ángeles Baños), Miki Leal (El Apartamento), Justin Weiler (Romero Paprocki) y Diogo Pimentão (Encounter).
Por si fuera poco, está presente también en la Sala Verónicas de Murcia en ‘La noche americana’, junto a otros 16 artistas, en diálogo con lo que hay detrás de sus obras, una iniciativa comisariada por Carolina Parra y Nacho Ruiz que reúne proyectos específicos concatenados que marcan una idea del arte contemporáneo visto desde dentro del arte contemporáneo. Ya tendrá tiempo de disfrutar unos días de asueto y libertad en Isla Plana, donde disfruta del verano sin relojes.
‘Rojo’ (2010). Collage de fieltro cosido. Galería Ybakatu.
Jesús Madriñán

En agosto, como curiosidad, trabajará como docente en un proyecto de la Xunta de Galicia, que impulsa en Chantada un curso enfocado en la transmisión de la labor artesanal con las fibras vegetales, en el que también intervienen cesteros gallegos como Idoia Cuesta, Álvaro M. Leiro y Enrique Táboas, los daneses Jette Mellgren y Jan Johansen, el catalán Palo Trepat y el diseñador Miguel Leiro. Un proyecto pionero del Gobierno gallego, ‘Aprender de la tradición. Oficios y técnicas’, para contribuir a la profesionalización del sector artesano y a atraer nuevos talentos que garanticen el relevo generacional, explica Navarro, que, además, viajará en septiembre a China con sus espartos.
Dice el doctor en Historia del Arte y cofundador galerista de T20 Nacho Ruiz que Sonia Navarro es, además de la primera creadora que fichó, «mi artista favorita». ¿Qué la hace distinta a otros y otras artistas? Según Ruiz, «hay una cuestión subjetiva, que es la fascinación por la fuerza de Sonia, pero se puede hablar también de la coherencia de su discurso. Su obra crece y cambia, pero sigue siendo la misma en esencia. Trabaja sobre los mismos temas, pero evoluciona y madura. Que una artista tan joven hoy sea una de las artistas centrales en la construcción del lenguaje actual dice mucho de ella. Sonia lleva 25 años trabajando en una línea del textil que hace 25 años hacían Teresa Lanceta [ganadora del Premio Nacional de Artes Plásticas 2023] y tres más. Lo que está pasando ahora debe mucho también al trabajo de Sonia Navarro, y la exposición en Alcalá 31 es también un reconocimiento a la obra, pero también al peso histórico de su trabajo y a la filosofía que impregna su trayectoria».
Izquierda: ‘La vida quieta’ (2025). Lana, yute y correa de caucho. Derecha: ‘El Campano Guerrero’ (2024). Collage de PVC cosido.
Jesús Madriñán

¿De qué será capaz Sonia Navarro los próximos 25 años? Antes de que responda ella, su galerista se adelanta: «¡De todo!». «A mí me da vértigo pensarlo», responde Navarro con risa trémula. «Miro atrás y veo estos 25 años de trabajo que están ahí en Alcalá 31 y pienso: ‘Madre mía, cuántas cosas hemos hecho, qué pequeños éramos, cómo hemos crecido, cómo hemos evolucionado, y cómo hemos ido sabiendo encajar en cada momento y en cada situación, que no ha sido fácil. Teniendo a Nacho y Carolina al lado, todo es más fácil», afirma.
Obras de la serie ‘Vida cotidiana IV’ (2024). Jarapa y algodón cosido.
Jesús Madriñán

¿Quién es Sonia? «Yo era una niña de Puerto Lumbreras que soñaba con ser artista, pero que no creía nunca que lo iba a conseguir. El apoyo de T20 y de los galeristas hizo que ese sueño que yo tenía se hiciese realidad. De otro modo creo que habría sido imposible. Para ser artista y para vivir del arte, tú necesitas una galería que venda obra. Pero también que te apoye, que le dé el valor, que entre en colecciones públicas y privadas importantes. Sin una galería, eso no es posible. El museo no viene a tu casa a llamarte. Cuando viene el museo es porque la galería antes ha hecho una labor muy importante de apoyo, divulgación y trabajo, y, además, haciéndolo sin parar para que eso suceda. Porque no sucede estando en tu casa y considerándote buenísimo. Vamos, yo no conozco a nadie. Por eso digo que ha sido una suerte haber caído en T20». Es curioso que el círculo de la carrera de Sonia Navarro estos 25 años comenzó en la Sala Verónicas de Murcia: «Aquí empezamos a trabajar, yo era estudiante de Bellas Artes todavía, y me habían seleccionado para una exposición en la que había unos zapatos y un vestido que yo me ponía y me paseaba por aquí, eso está hoy en la exposición de Alcalá 31. Por eso creo que empecé por la puerta grande, en Verónicas, y eso no es lo normal porque no había expuesto nunca y ahí lo hice por vez primera. ¡Y por la puerta grande seguimos!», ríe.
‘Flanêur II’ (2022). Bordado de oro y seda sobre terciopelo. Colección Galería Juan Silió. Y ‘Flanêur III’ (2022).
Jesús Madriñán

Lo que hacemos los artistas, dice Navarro, «es intentar hacer esa obra que nunca hacemos. Buscar, buscar y buscar, para conseguir hacer una buena, pero no es fácil. Y viendo tanto trabajo de estos 25 años pienso que yo me empeñé». ¿Todo es una variación de la misma obra? En cierto modo sí, admite, «pero con otros materiales, con otra formalización, dependiendo de cada espacio y situación». Primero cosía trocitos de tela en una máquina de coser de pedal en su pueblo, Puerto Lumbreras; después en una máquina de coser industrial. «Eso también hace que cambie la obra», anota. Cuando se fue a Roma, con la beca MAEC-AECID de la Real Academia de España en Roma, no tenía máquina de coser, todo lo hizo con dedal y aguja. «Te vas adaptando a todo, y yo no paro, de Lisboa a China, de la Ceca a La Meca…».
Izquierda: ‘La vida quieta’ (2025). Lana, yute y correa de caucho. Derecha: ‘Spartaria trenza’ (2024). Colección Jesús Egea.
Jesús Madriñán

Remover cuerpos y mentes
-¿Qué piensa de las emociones que despierta en el espectador?
-A veces es abrumador. Esa emoción que causa mi obra en el espectador es para mí el mejor regalo de la vida. Porque al final, los artistas hacemos las cosas para provocar sensaciones. Da igual que sean de rechazo, de repulsión, de aceptación… lo que trato es de que algo se remueva en quien la vea.
-¿Qué necesita para crear?
-Yo voy todos los días al estudio, y hay veces que no me siento en la máquina de coser, a lo mejor estoy con el ordenador y gestionando transportes y cosas de otras exposiciones. He tenido en Alcalá 31 un equipo, ha sido un reto poder colaborar con ellos, con un horario marcado, y me gusta trabajar desde lo colaborativo, con los artesanos, con gente joven que tiene otra visión… Hemos trabajado todos para esto, con mucha emoción.
-Su arte es siempre inclusivo.
-Exacto. Yo lo que quiero es que llegue a todo el mundo. Lo comparto todo porque creo que esto tiene que llegar a mucha gente. La diferencia entre el arte y la artesanía es que el arte es el pensamiento, y a artesanía es más el oficio. Me gusta mucho incorporar esas dos partes para que el arte no se quede solo en esas élites, que está muy bien, pero en mi caso me interesa mucho que llegue a otro tipo de público. Es necesario que llegue mi trabajo a todas esas mujeres que han estado luchando para que yo esté ho aquí. También tenemos que darle a eso el valor que tiene.
La artista Sonia Navarro, en Verónicas, donde expone una pieza. En detalle, ‘Palmete’ (2010), esparto y armazón de hierro.
Guillermo Carrión / AGM

-La memoria histórica del arte…
-No podemos olvidarnos de la memoria histórica y de esas mujeres que, fueran artistas o no, han luchado para que yo esté hoy y que en Alcalá 31 estén programando a mujeres de mi generación. Parece que esto está ganado, pero se ha ganado porque alguien lo ha luchado.
-¿Qué ha redescubierto en usted?
-Hablando con las comisarias de ‘Fronteras y territorios’, María de Corral y Lorena Martínez de Corral, yo les decía cómo tenía yo, siendo tan pequeña, esa visión de artista. Yo quería ser artista, y hacía piezas de artista, no de estudiante. Esto me sorprende con el paso del tiempo. Ahora veo las obras y pienso que para el tiempo que han pasado han aguantado. Siempre he tenido el mismo discurso, he luchado por eso. He tenido la suerte de poder exponer en Alcalá 31 con 50 años. Me siento, es la pura verdad, afortunada porque no es una retrospectiva, sino una revisión de lo textil en este tiempo.
‘Alcalá’ (2014), fotografía, costura y fieltro. Está expuesta en la sala pública Alcalá 31 de Madrid.
Jesús Madriñán

-¿Cómo mira a sus compañeros?
-Con curiosidad siempre. Hay que mirar el arte con curiosidad, porque los artistas siempre están diciendo algo detrás de lo que se ve a primera vista. Respeto, y curiosidad increíble. Veo, por ejemplo, en ‘La noche americana’ cómo dialogan las piezas y aprecio la apuesta de los comisarios por unir nuestro trabajo a otros y por darle valor.
-¿Qué buena noticia ha recibido?
-Por fin he encontrado, porque buscaba y buscaba y no encontraba, a una artesana de mi pueblo, una talabartera. La talabartería cada vez está más en desuso, porque se usaba para el aparejo de las bestias, y ya no se trabaja en el campo tanto con esto. Pero la talabartera hace unas piezas para las máquinas de coger almendras y aceitunas, para proteger el tronco, y esas piezas, tal cual, están en Alcalá 31 con una base de lanas de ovejas de la trashumancia hechas en pequeños talleres. Es muy bonito darle el valor a la lana, cuando ha sido el oro español, y hoy se está destruyendo por toneladas porque no sabemos qué hacer con ellas.
La pieza ‘Spartaria’ (2025), esparto trenzado y cosido, también en la sala Alcalá 31.
Jesús Madriñán

-Le dicen conciencia ambiental.
-Es que no solo hay que darle valor a ese material, yo lo seguiré haciendo, pero, sobre todo, tenemos que tener conciencia del planeta. Porque si el esparto lo traemos de Colombia, de China o de cualquier parte de la cuenca mediterránea, nuestros bosques serán desiertos. Necesitamos que ese esparto sea de aquí. El rocío de la noche entra por las fibras del esparto y humedece la tierra. Eso es importante, y tenemos que darle valor.
-El arte está unido a la actualidad.
-A mí me ha comprado el Ministerio de Transición Ecológica una pieza para la Bienal del Clima, y ha sido un esparto hecho aquí, del monte de aquí, que se expondrá en 2026 en Ponferrada. Han empezado la colección con seis artistas. Las jarapas están hechas con restos de algodoneras. Los cuadros de pvc que presento yo los hago con restos que no ha querido nadie para que no vayan al contenedor. ¿Yo me complico? No lo creo. Eso para mí es valor añadido. No nos olvidemos del mundo rural.
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Soy William Abrego, me uní como ejecutivo de SEO y me abrí camino hasta el puesto de Gerente Asociado de Marketing Digital en 5 años en Prudour Pvt. Ltd. Tengo un conocimiento profundo de SEO en la página y fuera de la página, así como herramientas de marketing de contenido y diferentes estrategias de SEO para promover informes de investigación de mercado y monitorear el tráfico del sitio web, los resultados de búsqueda y el desarrollo de estrategias. Creo que soy el candidato adecuado para este perfil ya que tengo las habilidades y experiencia requeridas.
Enlace de origen : Sonia Navarro: arte contemporáneo y memoria rural