Era una eliminatoria nacida para el 3-0 del Betis. A priori, no había historia. Pero se ganó el Odilo disfrutar de un cuarto partido … que muy pocos pronosticaban al inicio de la serie y que se convirtió en un regalo para los aficionados locales. A los 1.500 de todo el curso se le unieron otros casi 3.500 que dieron al Palacio un aspecto de pabellón de liga ACB. Apenas quedaron libres un centenar de butacas y los cerca de 5.000 espectadores que apoyaron a los de Jordi Juste no se cansaron de animar a los suyos, a pesar de que fueron todo el partido a remolque. Nadie se quiso perder un acontecimiento histórico para el deporte local y por las gradas se veían muchos rostros habituales del fútbol y del fútbol sala. Era una ocasión especial y desde dos horas antes del inicio del choque, con la fan zone repleta de gente, se notaba en el ambiente que no era un domingo cualquiera.
El Palacio fue una auténtica caldera. Y eso que el Betis, con la lección aprendida y un Rubén de la Torre absolutamente en trance (14 puntos en el primer cuarto), empezó a todo trapo y nunca dio opción a los de casa a creer que podían ganar por tercera vez consecutiva a los verdiblancos. El Betis, según su propio presidente, Pedro Fernández, es el Dream Team de la Primera FEB. Y evidentemente sabía que jugaba sin red y que no podía fallar. El propio Fernández, por cierto, dejó una de las imágenes de la mañana. No ocupó su sitio en el palco, sino que se colocó a pie de pista, en las sillas de plástico que el club pone para patrocinadores y VIP. Allí, acompañado de varios familiares, se comportó como un auténtico ‘hooligan’, gritando, saltando y protestando en un montón de ocasiones las decisiones del trío arbitral. A falta de dos minutos y medio, cuando el Odilo se puso a tres y él reclamó una falta a Benite no pitada, saltó de su silla, se puso a darse palmadas en el rostro y se fue hacia el banquillo visitante, entre los reproches y quejas de los aficionados locales.
Pedro Fernández, a pie de pista.
Antonio Gil / AGM

Arriba, en la zona noble, de nuevo llenazo, con la alcaldesa, Noelia Arroyo, junto al presidente del Cebé, David Ayala, y el de la Autoridad Portuaria de Cartagena, Pedro Pablo Hernández. En la fila más alta del palco, la familia Rodríguez, de Odilo. Y esta vez no hubo representación del FC Cartagena, ya que a diferencia del viernes no estuvo en el palco Mariano Belmonte, responsable de las secciones polideportivas del club. En el último cuarto, cuando el Palacio rugió de tal manera que parecía una cancha griega de los noventa, también se desató la locura en esa zona reservada para las autoridades y directivos.
Estuvo a punto de repetirse la historia del viernes, cuando los de Juste remontaron en un último cuarto espléndido, forzaron la prórroga y en el tiempo extra se llevaron un triunfo increíble. Rozó la gesta de nuevo el Odilo, pero en esta ocasión falló la mano de Calvin Hermanson, el elegido para sellar el ‘sorpasso’ a los béticos. Falló los cuatro triples que se jugó para ajustar el marcador e incluso los dos tiros libres que tuvo a falta de 38 segundos para poner a los de casa a tres puntos. No se rindió el Odilo, un equipo orgulloso, guerrero y combativo. Pero Hermanson no acertó y Hugues sí lo hizo. Cuando a falta de 25 segundos llegó la sentencia del ‘3’ bético, algunos empezaron a desfilar. «¡Que no se vaya nadie!», pedía el speaker. Y la mayoría le hizo caso.
«Ha sido y está siendo un año maravilloso. Todavía no hemos acabado. Muchas gracias a todos por venir a apoyarnos durante toda la temporada», dijo el base madrileño Alberto Martín al acabar el partido, llevándose una enorme ovación. Antes, se recordó el nombre de todos los jugadores y miembros del cuerpo técnico que han completado la mejor temporada de la historia del baloncesto cartagenero. Y esto no ha terminado. El viernes, en Sevilla, tendrá lugar el quinto partido. Lo normal es que en San Pablo acabe el apasionante viaje de este Odilo inolvidable. Pero el alma, la fe y la garra de estos jugadores está fuera de toda duda. Y el sueño todavía está en su mano.

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