
David Sánchez de Castro
Madrid
Domingo, 25 de mayo 2025, 15:27
El gafe de Fernando Alonso ya no responde a ninguna lógica. En un circuito donde los errores humanos suelen ser la causa principal de los abandonos, el asturiano se fue a casa por una rotura de motor. Octavo cero consecutivo. Ocho de ocho. Y lo más preocupante: si no puntúa en Montmeló firmará su peor inicio de temporada desde 2001, en pleno bautismo con Minardi. Es demoledor. No hay fiabilidad, no hay ritmo y ya ni siquiera hay excusas: los recuerdos del Vietnam de McLaren Honda en 2015 -cuando también empezó con ocho ceros consecutivos- se agolpan en la mente de los aficionados más fieles.
Mientras su ‘Tractor Martin’ agonizaba en Santa Devota entre humo y resignación, delante reinaba la calma. Lando Norris aguantó el ataque psicológico de Leclerc, que lo intentó hasta el final, y se llevó la victoria sin cometer errores. Segundo fue el monegasco, que no pudo brillar en casa, y tercero Oscar Piastri, que sigue líder del Mundial aunque con menos ventaja. Carlos Sainz, en cambio, volvió a sumar: décimo y un punto más en una carrera que, aunque anodina en ritmo, se coció a fuego lento con estrategias, nervios y errores.
Después del caos visto en la F2 y la Porsche Supercup, donde sendos accidentes obligaron a sacar banderas rojas, los pilotos de Fórmula 1 sabían que debían tener más cuidado que nunca. Sobre todo los de delante. Norris, Leclerc y Piastri comenzaron sin riesgos: demasiado en juego como para arruinarlo todo en la primera curva. Fue una salida quirúrgica por parte del trío de cabeza, que dejó todo igual que en la parrilla.
Por detrás, como era de esperar, se desató el espectáculo. Los novatos Andrea Kimi Antonelli -ya conocido en el paddock como ‘AKA’- y Gabriel Bortoleto, protegido de Alonso, se encargaron de dar la nota. El brasileño intentó pasar al italiano por fuera en Loews, una maniobra tan osada como insensata, y Antonelli se la devolvió por dentro al llegar al túnel. Resultado: el Sauber estrellado contra las protecciones. Pudo volver a pista, pero con el coche tocado, sin opciones reales de puntuar y coche de seguridad virtual desplegado.
Algunos aprovecharon para hacer una de las dos paradas obligatorias -una novedad introducida para evitar trenes eternos en Montecarlo-, pero la mayoría se mantuvo en pista. El juego estratégico no había hecho más que empezar. La siguiente escena la protagonizó Pierre Gasly, desatado al salir del túnel, sin control, y llevándose por delante a un Yuki Tsunoda, que sobrevivió al golpe de milagro. El japonés pudo continuar con el coche prácticamente indemne, algo que sorprendió incluso a los mecánicos de Red Bull. En la carambola también estuvo cerca de verse implicado Franco Colapinto, que se libró por centímetros.
Este tipo de incidentes menores, sin coche de seguridad ni bandera roja, mantuvieron viva la tensión estratégica. El desgaste de neumáticos se volvió protagonista y los muros seguían esperando el más mínimo despiste.
Alonso estalla
Fernando Alonso comenzó bien. No perdió posiciones y se mantuvo sexto, justo detrás del joven Hadjar, al que pidió vigilar por posibles infracciones con banderas amarillas en los primeros compases. Todo parecía bajo control. Incluso tenía margen para soñar con un buen botín de puntos si la estrategia acompañaba.
Pero cuando llegó la ventana de paradas, apareció Esteban Ocon para complicarle la vida. El francés entró a boxes al mismo tiempo que el asturiano, que intentaba un ‘undercut’ para sacar ventaja. Pero coincidieron en el pit lane y Alonso tuvo que frenar, lo que arruinó su intento. No fue culpa de Ocon, pero Alonso estalló. Por radio, cuando su ingeniero le pidió que apretara para intentar pelear con Hamilton, que venía detrás, respondió a gritos: «¡No puedo hacer nada más!».
Y no era una queja sin más. Lo que vino después lo confirmó: el motor empezó a fallar. Poco a poco, el Aston Martin perdió potencia. El ritmo desapareció. Ya no era cuestión de pelear el quinto puesto, ni el sexto. Era sobrevivir… y ni eso logró. El coche dijo basta en la entrada de Santa Devota, dejando un reguero de humo que sellaba otro abandono sin premio. Otro más, otro cero y el récord negativo de 2015 ya tiembla. Y para más crueldad del destino, la vuelta del abandono de Alonso fue la número 33.
Mercedes da alas a Williams
Mientras Alonso se marchaba a boxes entre caras largas y frustración contenida, la carrera se convirtió en un tablero de ajedrez. En Williams, con inteligencia y sangre fría, decidieron intercambiar a sus pilotos: Albon se dejó pasar por Sainz y actuó de tapón para los rivales. La idea era permitir que el madrileño pudiera hacer una segunda parada sin perder más de una posición. Y funcionó.
Todo lo contrario que en Mercedes. Ni Russell ni Antonelli hicieron su segunda parada a tiempo, y el error fue capital. Russell, para colmo, pasó a Albon por fuera en la chicane tras el túnel y decidió no devolver la posición. Un pulso innecesario con la FIA que acabó como era de esperar: ‘drive through’ y carrera arruinada. Mercedes tuvo que sacrificar a Antonelli, que bajó el ritmo para proteger a su compañero, pero ya era tarde. La estrategia fue un desastre y los dos se quedaron sin sumar.
En cambio, Williams dio una lección de equipo: noveno puesto para Albon, décimo para Sainz. Dos puntos vitales para el Mundial de constructores y un paso más en la consolidación del equipo británico como la revelación de este 2025.
Ni las dos paradas obligatorias, ni los intentos finales de Leclerc por meter presión, ni la sombra de una bandera roja que Verstappen esperaba con fe casi religiosa en las últimas vueltas alteraron el podio. Norris se reivindicó con una victoria en Mónaco, que siempre da lustre —o daba— a un palmarés, con Leclerc segundo después de intentarlo todo delante de su gente, pero que se quedó sin premio gordo. Y tercero Piastri, que mantiene el liderato del Mundial, aunque con el margen recortado.
Mónaco fue una partida de ajedrez sin sobresaltos grandes, pero con tensión constante. Lo justo para castigar los errores y premiar la sangre fría. Y ahí, Alonso volvió a quedarse sin premio. Otra vez.

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Enlace de origen : El mal de ojo a Alonso se alarga en Mónaco