
Otro ‘nimby’ de manual. Eso es lo que se ha precipitado durante los últimos días en la pedanía murciana de El Puntal. Tras este … acrónimo tan raro para un castellano parlante se esconde la expresión inglesa ‘Not in my Backyard’, traducido como ‘No en mi patio trasero’. Esta sentencia tan categórica describe la oposición que ciertos grupos o individuos muestran a la instalación de proyectos en su entorno, incluso si son socialmente necesarios o beneficiosos. Este rechazo se basa en la idea de los afectados de que los inconvenientes o riesgos asociados a dichos proyectos –reales o figurados– no deben ser tolerados en el lugar donde viven.
El de El Puntal no es el primer caso de este tipo que se da en Murcia; tampoco será el último. En esta ocasión la polémica llega de la mano del proyecto de construcción de un nuevo centro sociosanitario en un solar de la citada localidad. Se ubicarían estas instalaciones en un terreno público ubicado en la calle Matías Espinosa Romero, localizada a la espalda de la iglesia de Churra y de Torre Arcayna, casa solariega que está siendo rehabilitada actualmente como salón de celebraciones.
Fue en el Pleno municipal del mes de abril cuando la Corporación municipal –con el voto a favor de PP y PSOE y la abstención de Vox– aprobó la desafectación de esta parcela del dominio público. Es este un paso necesario para materializar su posterior cesión a una entidad del tercer sector dedicada al tratamiento, rehabilitación y reinserción sociolaboral de las personas con problemas de adicciones de todo tipo. Respondía así el Consistorio al grito de auxilio lanzado por Proyecto Hombre, que se verá obligada a trasladar de ubicación el centro de día con el que cuenta desde hace más de dos décadas en la calle San Martín de Porres, en pleno centro de Murcia, ante la venta del edificio en el que se ubica.
«Hay miedo y nos movilizaremos si es necesario», señalan los residentes tras una tensa reunión convocada para explicar la iniciativa
Pese a que este acuerdo se adoptó hace casi un mes, no fue hasta este lunes cuando se comunicó a los vecinos de la pedanía de primera mano los planes municipales para dicha parcela. «Nos enteramos de casualidad y, ante el revuelo generado, tuvimos que pedir una reunión con la concejala de Bienestar Social, Familia y Salud, Pilar Torres», asegura Merche Bataller, presidenta de la asociación vecinal. Sin embargo, el encuentro, en el que también estuvo presente el edil de Urbanismo, Antonio Navarro, y el presidente de Proyecto Hombre Murcia, Tomás Zamora, no solo no sirvió para apaciguar las aguas, sino que estuvo trufado de momentos de tensión hasta cierto punto desagradables.
«Esto es un pueblo de gente mayor y cuando escuchan palabras como tratamiento y drogas, surge el miedo, que es libre», asegura Bataller, defendiendo que, «existen lugares mejores, alejados de áreas residenciales, en los que ubicar estos servicios». «Aquí ya hemos tenido muchos problemas de drogadicción, provocados por la venta de estupefacientes en Espinardo y no queremos más; por eso estamos en pie de guerra, recogiendo firmas en contra, buscando asesoramiento legal y nos manifestaremos si es necesario ante una decisión que, además, creemos que se ha articulado con nocturnidad y alevosía», zanja, asegurando que «apoyan la actividad de Proyecto Hombre, pero no lo que esta puede implicar».
«Me dio hasta vergüenza»
Mientras, el pedáneo de El Puntal, Francisco López Ayllón, mostró, a preguntas de LA VERDAD, su incredulidad por lo ocurrido el lunes: «Los vecinos no atendían a razones y a mí me dio hasta vergüenza; hablaban de supuestas consecuencias que no son verdad, como que esto iba a traer gente durmiendo en los jardines o iba a generar una devaluación de sus viviendas; esta es una labor buena y necesaria, sin consecuencias indeseables y que aborda una problemática que puede afectar a cualquiera», proclamó.
De hecho, explica la directora de Proyecto Hombre en Murcia, Asunción Santos, que los centros de estas características –que precisan de buenas conexiones– solo tienen incidencias positivas en el entorno. «Aquí acudirán personas en rehabilitación, que no están en consumo activo de ninguna sustancia y que compatibilizan el tratamiento ambulatorio, fundamentalmente psicológico, con su trabajo y una vida normalizada; de hecho, atendemos, entre otros, a policías, médicos o abogados y los jóvenes vienen acompañados de sus familias; además, aquí no pernocta nadie y el centro cierra desde el viernes por la tarde hasta el lunes», añade, precisando que los casos graves «se ven en la comunidad terapéutica de El Palmar, que seguirá allí». Desde el Ayuntamiento sostienen que el proceso se ha llevado con transparencia y que hay abierto un periodo de alegaciones de un mes que concluirá a mediados de junio.

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Enlace de origen : Vecinos de la pedanía murciana de El Puntal, en pie de guerra por el traslado de un centro de Proyecto Hombre