
El pabellón San Pablo fue anoche la última parada de la mejor temporada de un equipo de baloncesto en Cartagena. El Cebé puso punto … y final a una campaña histórica, inédita y difícilmente repetible, al colarse en la fase final de la Copa de España, terminar en séptima posición la temporada regular y quedarse a solo tres victorias de ascender a la máxima categoría, la ACB. Tanto Jordi Juste como sus jugadores son ya imborrables y la gesta de este curso jamás se olvidará. Siempre lo dieron todo y nunca les faltó ambición. Los albinegros llevaron al límite al Real Betis, un club de dimensiones gigantescas, forzando el quinto partido de los cuartos de final. Los verdiblancos no dieron opción, muy superiores de principio a fin (87-68).
Jordi Juste inició el 16 de agosto de 2024 este viaje a lo desconocido para el baloncesto cartagenero. En aquel tórrido primer día de la pretemporada al entrenador le acompañaron sus fieles ayudantes del cuerpo técnico, un vestuario prácticamente nuevo con solo cinco caras conocidas y una idea que le empezó a rondar en la cabeza: buscar un baloncesto rápido, dinámico y que los jugadores se divirtieran. Quizá era temerario aterrizar en Primera FEB con un presupuesto limitadísimo y a pecho descubierto. Para nada.
Real Betis Baloncesto:
Hugues (18), De la Torre (1), Bisschop (10), Renfroe (10), Radoncic (10) -cinco inicial-, Cvetkovic (0), Olumuyiwa (11), Benite (12), Kasibabu (0), Jelinek (15) y Alejandro Suárez (0).
87
–
68
Odilo FC Cartagena CB:
Gerard Blat (7), Gabi Gil (5), Álex Jordá (14), Calvin Hermanson (2), Ugochukwu (9) -cinco inicial-, Asier González (5), Sediq Garuba (5), Alberto Martín (11), Jordan Rogers (8), Domenech (2) y Balastegui (0).
-
Parciales:
30-17, 18-19 (48-36), 21-18 (69-54) y 18-14 (87-68). -
Árbitros:
Morales Ruiz, Zafra Guerra y Más Cagide. -
Incidencias:
4.000 espectadores en el Pabellón San Pablo de Sevilla. Quinto partido de los cuartos de final de la fase de ascenso a la ACB.
Ese día, tanto Jordi Juste como sus ayudantes plantaron la semilla de lo que nueve meses y medio después ha sido este Cebé Cartagena: un equipo con ADN propio, con un estilo muy pulido, sin miedo a las alturas y que cree al pie de la letra en absolutamente cada paso que da en la pista. Un equipo que mira a la cara, que disfruta y hace disfrutar; que tiene más vidas que un gato y nunca da nada por perdido. La fe mueve montañas y este vestuario, individualmente muy inferior a casi todos los demás, lo ha demostrado estando unido, siendo fuerte y manteniendo siempre los pies en el suelo.
En el manicomio del Cebé Cartagena están todos como una regadera. Lo comprobamos muy pronto, cuando el Palacio de los Deportes se convirtió en una especie de visita al dentista para aquellos rivales que pensaban que venían de paseo: el Alicante y el Obradoiro salieron escaldados a principios de septiembre. Entonces solo unos pocos aficionados, aún en chanclas y bermudas, empezaron a darse cuenta de que este equipo era capaz de todo. Nada más que era el principio.
Ya con el chaquetón y en familia se confirmó con una remontada de aúpa frente al Castellón, por 13 puntos de diferencia y en la prórroga, para jugar la fase final de la Copa de España en enero en Burgos. La primera victoria a domicilio en San Sebastián (84-85) y la canasta de Asier González sobre la bocina, contra el Castellón (107-106), en diciembre; la lesión de Cabrera en Santiago de Compostela; el susto en el cuerpo al Fuenlabrada (76-78); el triunfo al Tizona Burgos (83-65); y el triple de Hermanson ante el Oviedo para sellar el pase a la fase de ascenso (72-71) son momentos que terminaron de elevar un proyecto inicialmente pensado para una salvación apurada.
Ambición por bandera
Las robos de Alberto Martín, la garra de Van Eyck, la fe ciega de Asier González, los acelerones de Gerard Blat, los triples de Hermanson, el tiro exterior de Gabi Gil, la energía de Ugochukwu en la pintura, las ganas de Balastegui y Domenech… Con todos, nos encontramos con que anoche el Cebé se plantó en San Pablo a tres victorias de subir a la ACB. Lo lógico es que este trayecto hubiera finalizado el día 9, con la liga regular; si acaso el 23 con el 3-0 verdiblanco en la eliminatoria. Pero este equipo se empeñó en meterse en ‘playoff’ y, en el más difícil todavía, en poner contra las cuerdas al gigante andaluz para tener al alcance de la mano el pase al mayor acontecimiento que organiza el baloncesto español: la final four del 7 y 8 de junio en la Caja Mágica de Madrid.
El Cebé rara vez se encontró cómodo en una primera parte de color verdiblanco. Encimados y presionados, los albinegros no dieron en el radar con sus mejores anotadores: vigilado y seco Hermanson, con solo un tiro anotado de siete intentos; escurridizo en general el equipo, muy penalizado por las continuas pérdidas (hasta 8 en 11 minutos) y una defensa que no terminó de tener buenas sensaciones. Para colmo, Van Eyck se quedó sin jugar aquejado de unos problemas en el hombro.
Solo un buen parcial final del Cebé consiguió reducir de 17 a 10 puntos la distancia en el marcador. El principal obstáculo es que el Betis salió con el pie en el acelerador, en sexta marcha y con el único objetivo de poner tierra de por medio con una primera parte de 48 puntos. Las individualidades de esta plantilla tienen eso: cuando no son Hugues ni De la Torre, como en semanas anteriores, aparecen Jelinek (firmó un +8 seguido) y el veterano Benite para dejar en 12 la diferencia al descanso.
La buena noticia para los de Jordi Juste es que nunca tiraron la toalla. En la mayor adversidad el equipo ni se dejó ir ni permitió al Betis un resquicio de relajación. En cualquier caso, de 17 puntos lo máximo que pudieron reducir la distancia los albinegros fue a 11 entrado el tercer cuarto. No hubo ninguna manera de sostener al Betis, que en este quinto duelo final ni reservó nada ni escatimó en esfuerzos para tapar todas las virtudes del Cebé.
Así, un aro pasado de Radoncic y el enésimo triple forzado de Jelinek pusieron definitivamente tierra de por medio en el último cuarto con la mayor brecha de la noche, de 18 puntos. El Cebé nunca pudo llevar el encuentro a su terreno y poner en práctica su juego dinámico, de robar, apretar y aprovechar la frescura en los minutos finales. A Hermanson lo marcaron muy, muy de cerca, se quedó con 2 puntos y no metió ningún triple. Anulado, sin el americano fue extremadamente difícil soñar o estar cerca de ello.
Consolidar y crecer, el reto
El pabellón San Pablo es la estación final del Cebé Cartagena, que llevó al límite al gigantesco Real Betis, terminó séptimo la liga regular y completó un viaje inolvidable de 287 días que jamás se olvidará. Una temporada inédita la de los chicos de Jordi Juste. El club ahora debe ser capaz de dar ciertas garantías de futuro y hacer que lo de esta campaña no sea algo pasajero. El futuro a corto plazo de la entidad pasa por consolidar y crecer.

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Enlace de origen : El sueño del Cebé termina en Sevilla