Ayer por la mañana anunció que se jubilaba y por la tarde le llovieron «decenas de ofertas». Pedro López Morales no se jubilará, lo … tiene claro. «No tengo mente selectiva, solo soy un hombre sensible», proclama este murciano que ha tenido la habilidad de introducirse en círculos sociales, artísticos y empresariales, en los que ha mostrado, siempre con gran entusiasmo, distintos perfiles. Ha sido director de imagen y comunicación, crítico de arte, comisario, articulista y diseñador gráfico. Esta semana coordina el ciclo ‘Cine con moda’, en la Filmoteca Regional ‘Francisco Rabal’ de Murcia, que se celebra hasta este domingo 8 de junio y en el que se aborda en 17 películas la relación de simbiosis entre las industrias del séptimo arte y la del diseño y confección de trajes. Lo mismo diseña portadas de libros –el último del venezolano Hugo Lozano Reategui, con una pintura de Torregar– que organiza una comida con periodistas para dar a conocer el estilo «barroco, sofisticado y elegante» de la marca de alta costura murciana De la Cierva y Nicolás o los proyectos del pintor Cristóbal Pérez García en Taiwán, o un homenaje a una de sus más queridas amigas, la cantante y compositora Mari Trini. Esta entrevista, advierte, le ha servido para organizar sus recuerdos. «Tengo 65 años y hace unos meses que he superado un cáncer de piel», descubre. «Mi familia, mis amigos, mis profesores, mis compañeros, mis jefes, presidentes de dos grandes compañías murcianas como Artemur y Cerdán Hermanos, jamás me hicieron creer que estaba dentro del armario. Me facilitaron la vida. Fui un privilegiado, y un niño mimado», cuenta López Morales, el mayor de seis hermanos, con los que hizo encantado «de padre y amigo». Fue también «el primer nieto y el primer sobrino». Carmen, su madre, «mujer sensible e inteligente, con 90 años, vive con Alzhéimer y cáncer: «Cuando en Navidad hacía cordiales siempre me daba presentes para la amiga o el amigo de ese momento. También cajas de carne de membrillo».
–Una familia de clase media, ¿no?
–Sí, carmelitanos. Sin embargo, mi vida estuvo muy vinculada a gente del mundo del arte y la moda, que es, por lo general, de gente pudiente. Vivíamos en dos casas unidas, dos cuartos, porque éramos ocho en casa: mis padres y seis hijos. Había solo una habitación para comer, con una mesa grande para reuniones y un mueble con un teléfono verde manzana. Entonces no había móviles. La gente llamaba a casa a la hora de comer. Y mis hermanos se mataban por coger el teléfono cuando yo ya tenía 18 años porque ellos eran ‘micos’, para conocer quién me buscaba entonces. Ya tenemos todos una edad, y ninguno hemos tenido descendencia.
–Ya se mezclaba con la ‘socialité’.
–He sido una persona muy abierta. Entrometido y empático, muy emprendedor, y también sibarita. Me han hecho así un poco mis padres y mis abuelas, que tenían doncellas, llevándome a que las monjas me bordaron los baberitos. Mi madre ha sido muy exquisita, mi abuelo materno fue alcalde de Sangonera la Verde (Murcia). Mi bisabuela María era una mujer culta, enseñó a leer y a escribir a todos los niños de los empleados de una fábrica de esparto. Los hombres cuidaban el esparto, lo sembraban y lo recogían; las mujeres lo picaban y los niños, como no había escuelas, tiraban piedras a los gatos, y mi bisabuela mandó a que encalaran unas cuadras y el carpintero de la familia hizo unas mesas y unas sillas, y allí les enseñaba ella. Cuando aprendían, les hacían un plato con patatas fritas, huevos fritos y costillas. Quieren promover mis primos una calle o una plaza para ella y para mi bisabuelo, dos personas muy generosas.
QUÉ DIFICIL ES OLVIDAR
«El hombre es un baúl de contradicciones, puedo decirlo. Algunas cosas hay que aparcarlas en la mundanidad»
–¿Una vida laboral ajetreada?
–Yo trabajé como asalariado, cobrando sueldo, como director de imagen en Cerdán Hermanos cinco años, luego en Artemur seis, volví otros cinco a Cerdán Hermanos, y luego otra vez a Artemur. Tuve la suerte de que le caí muy bien a los dos presidentes y a sus esposas. Yo no aprendí a conducir porque los dos me ponía chófer. ¡Y ganaba sueldo de ministro! Mientras tanto hacía trabajos con el Ayuntamiento de Fuente Álamo, de Lorca, de Murcia. Diseñé la primera guía artística en 1982, con fotografías de José Luis Montero, también diseñador gráfico, muy bueno, aún en activo, y textos de Ángel Peñalver, jefe de Publicaciones de la Consejería de Educación, también en activo. Aprendí mucho. En 1978 yo comisarié a Natividad Sierra mi primera exposición de arte, entonces no éramos comisarios, sino coordinadores, hacíamos el catálogo y distribuíamos los cuadros.
Nacho García

–¿A quién recuerda de su pasado?
–Tuve una relación con un bisnieto del marqués de Saluzzo [antiguo Estado entre los ríos Po, Estura y los Alpes, en Italia], un chico guapísimo de la provincia de Cúneo. Guapísimo a morir, vamos. Yo viajaba dos o tres veces al mes, todas las ferias y ‘pittis’ se hacían allí, había estands y fiestas. En una de ellas en Florencia volqué sin querer una copa de cóctel en el vestido a Sophia Loren, que me echó una mirada demoledora. Ella era la madrina del evento, estaban Giorgio Armani, Gianfranco Ferré, Valentino… todos, claro. Allí no había un invitado cualquiera, sino personalidades relevantes. Yo le pedí disculpas, pero bueno.
Una copa sobre Sophia Loren
–¿Ha sido usted mitómano?
–No, la verdad es que no. He conocido a Marisa Paredes, Carmen Maura, a la Reina Sofía… a un montón de gente. Muchas fotos se las quedó un noviete que tenía. Yo no me perdía un cursillo, ni talleres. Era todo por mis ganas de aprender. Y, además, me pagaban bien. Yo tengo catálogos de cosas que he hecho en Grecia y Nueva York, y lo sé por los créditos, porque ya ni me acuerdo. Vivía tan deprisa… me despertaba confundido, creyendo que estaba en Madrid y era Barcelona…
UN HUMANO SENSIBLE
«No soy un extraterrestre ni un robot. Ciertamente me considero un privilegiado»
–Siempre en feliz compañía.
–En Murcia se decía que yo me paseaba con las chicas más guapas y con los tíos más apuestos. La gente no es tonta, y Murcia es pequeña. He trabajado con modelos y en infinidad de proyectos, y todos cobraban siempre más que yo. Hice el proyecto del Murcia Joven de Diseño de Moda y lo llevé a Muestra Nacional de Diseñadores de Moda, y salimos hasta en el Telediario. Un año antes de fallecer me hice una última fotografía con Mari Trini, falleció con 61 años, demasiado joven, y yo fui una de las tres personas que no era de la familia que pudo estar en su lecho de muerte. Mari Trini sabía que se moría.
Mari Trini y López Morales tuvieron una estrecha amistad hasta el fin.

–Está de acuerdo en la recuperación de la figura de Mari Trini, cada vez es más reivindicada.
–Felizmente acaba de salir ‘Poesía crónica’, su libro de poemas en Torremozas, que ya tiene la Reina Letizia porque se lo dieron en la Feria del Libro de Madrid. Será presentado en Murcia en la Feria del Libro en octubre. Y estamos preparando un libro sobre su figura, coordinado por su hermano Gonzalo, para promover el museo dedicado a su vida en Caravaca de la Cruz, municipio muy vinculado a ella. La casa de la familia existe, podría ser incluso una casa-museo, la de los Pasqual de Riquelme, ojalá lleguen a un entendimiento con el Ayuntamiento de Caravaca. Gonzalo me envió hace poco una foto de un vestido de ante negro, como el de una sirena, hasta los pies, que yo le diseñé y que le hicieron en Giorgio Sappini, la marca de piel de Artemur, bordado con hombreras e inspirado en los bordados murcianos del siglo XVIII. Ha aparecido en Barcelona, ¡qué alegría!
–¿Qué clase de amistad tuvo con Mari Trini?
–Con ella tenía una amistad especial, me llamaba muchas noches para saber mi opinión sobre los títulos de algunas canciones, me pedía pareceres. Incluso me contaba disgustos que había tenido con Claudette, su pareja, una francesa muy estilosa.
–Trabajó de diseñador, pero utilizaba pseudónimo…
–Sí, trabajé con pseudónimo, lo mismo diseñaba una colección de moda que comisariaba una exposición. Hice hasta carteles de cualquier cosa. Por ejemplo, una exposición que me encargó Belén Fernández-Delgado, entonces directora general de Mujer, sobre Tintín. Se las hice pasar canutas a todos los funcionarios, pero hicimos una gran exposición. Yo soy una persona exigente. Con los demás, y conmigo. Por eso no tuve que salir del armario. Yo me he llevado al noviete o a la novieta de turno con mis hermanos a la Feria de Septiembre, y mis hermanos le habrán dado al pico lo que habrán querido; no nos besábamos ni agarrábamos de la mano, pero todo lo demás sí.
ENTREVISTADOR
«He entrevistado a Armani y a Gaya en Italia; he conocido a Penélope Cruz con granitos en la cara; he visto a la Reina Sofía de cerca, un lujo»
–¿Ha olvidado nombres?
–Sí, he querido olvidar nombres también. Pero incluso ahí he tenido suerte. Los amores no matan, solo matan las bajas pasiones y el vicio. El amor te puede desgastar si es egoísta y si la persona con la que estás no te da tu sitio. Pero, aparte del bisnieto del marqués de Saluzzo, yo he estado con futbolistas, toreros, actores, cantantes, bailarines, ejecutivos, camareros y gente guapa de Murcia. De pasiones, estoy hablando. El hombre es un baúl de contradicciones, puedo decirlo. Algunas cosas hay que aparcarlas en la mundanidad. No soy un extraterrestre ni un robot. Ciertamente me considero un privilegiado. Entonces se ligaba de otra forma.
–Entrevistó también a muchos personajes célebres. En una de estas oportunidades vio un amanecer con Bibiana Fernández…
–A mí me gustaba mucho el mundo del cine, del teatro y del arte, y he publicado entrevistas en 34 cabeceras, y alguna vez quisiera publicar una columna, ‘Pendencia contenida’, en LA VERDAD. Le he subido la falda en un probador a Lola Flores, he entrevistado a Armani y a Gaya en Italia; he conocido a Penélope Cruz con granitos en la cara; a José María Rodero, a Irene Gutiérrez Caba… He visto a la Reina Sofía de cerca, un lujo. Incluso fui testigo de cómo María Eugenia Alberti, directora de la revista ‘Joyce’, fue pisada, y de qué manera, por el mago David Copperfield.
Pedro López Morales y Bibiana Fernández, en una fiesta en Murcia.

–¿Advierte fácilmente el peligro?
–He huido de la gente tóxica. Siempre he ido limpio de todo, podría pasar cualquier control antidopaje, pero en alguna fiesta he visto pasar las bandejas con rayas de coca listas para consumir y boquillas de plata talladas para esnifarla. Entrevisté dos veces a Antonio Gala, me hizo con gusto un prólogo, para unos poemas míos de adolescencia: «Tu libro es hermoso», me dijo. He salido airoso de historias, he advertido los peligros. Una vez entrevisté a Eusebio Poncela, y se desnudó en la habitación.
–¿Qué es lo que más valora?
–El respeto, la bondad, la generosidad. Pero no la generosidad de regalarte una caja de bombones, sino la de llamarme para celebrar que he superado el cáncer tomándome unas ostras con los amigos.
–¿Cómo imagina el futuro?
–Insoportable, un mundo sin valores. Ya solo falta que los niños peguen a los padres, lo veo muy mal. Con las capas de ozono, las bombas, los gobernantes medio chiflados…

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Enlace de origen : Pedro López Morales: «Mari Trini me llamaba por las noches para consultarme títulos de sus canciones»