Eloy Sánchez Rosillo: «Todo lo vivo es igualmente valioso. A veces, lo más pequeño nos revela la totalidad»

Eloy Sánchez Rosillo: «Todo lo vivo es igualmente valioso. A veces, lo más pequeño nos revela la totalidad»

Sábado, 7 de junio 2025, 08:18

Si le damos a elegir un poema de ‘Venir desde tan lejos’, su último libro, Eloy Sánchez Rosillo parece que no duda. Propone ‘Mucho’: «Una mata de menta en un tiesto de barro / parece poca cosa, pero es mucho. / La luz, que va deprisa, ha reparado en ella / y se remansa en las fragantes hojas. / Cuánta vida en los brotes, y qué empuje / en su fragilidad. / Si estás cerca y sin nadie, / si hay sosiego y tus ojos / contemplan lo que ocurre en esa mínima / porción del universo, / todo lo entenderás, aunque muy pronto / empieces a olvidarlo cuando de allí te alejes». Eloy Sánchez Rosillo en estado puro. Su estilo, identificable sin titubeos. La vida, el detalle, la gracia de la sorpresa menuda, inesperada, esperando ser descubierta por alguien despierto. Vuelve a librerías con un libro -con detalle en portada de Ramón Gaya- en Tusquets que se recibe como un auténtico regalo. Sánchez Rosillo es uno de los poetas venerados de la lírica española (del Premio Adonáis al Premio de la Crítica). Y aún tiene (casi) todo por decir.

-Después de todo lo escrito y lo leído, la poesía, que ha sido el centro de su vida desde que era adolescente, sigue siendo un alimento imprescindible. Cómo hacer que lo sea también para otros parece todo un reto.

-La poesía, en efecto, ha sido y es el centro de mi vida. Un centro no excluyente de ninguna otra cosa, claro está. No me ha hecho renunciar a nada, sino abrazarlo todo, tratar de comprenderlo y enriquecerme con ello. Es un bien: afina el espíritu y nos acerca a nosotros mismos y a las cosas del mundo. El lograr que sea asimismo alimento espiritual para otros no está en mi mano. A todas las personas con las que he tenido contacto cercano y verdadero he tratado de infundirles ese amor mío por la poesía. En algunas mi propósito habrá fructificado, en otras no.

-La ilusión ha sido para usted algo fundamental desde siempre, ¿a qué se ha aferrado para no perderla?

-A la vida. El amor por la vida nos hace ver las cosas con ilusión. Sin ella no es posible hacer nada bien. La ilusión ha de ser lúcida, abarcadora, comprensiva. Albergar ilusión no es ser un iluso.

«El amor por la vida nos hace ver las cosas con ilusión. Sin ella no es posible hacer nada bien. La ilusión ha de ser lúcida, abarcadora, comprensiva. Albergar ilusión no es ser un iluso»

-Construir una obra poética sin interrupción desde que comenzó hasta hoy mismo, nos dijo en una ocasión que era el sueño cumplido de su vida, como reza el título de su libro ‘El sueño cumplido’. ¿Todavía sueña? ¿Con qué?

-Sí, ese ha sido desde siempre mi sueño: crear una obra poética que contuviera verdad y belleza. Algunos dirán: pues vaya una ocupación tan tonta que ha tenido este, con la cantidad de cosas más divertidas o más lucrativas que existen. Hacer realidad mi sueño parece algo tan fácil, pero no lo es. Si cuando empecé me hubieran dicho que tenía que hacer sin ayuda de nadie todo lo que al cabo veo que he hecho, diría que eso no estaba a mi alcance, que me superaba con mucho. Y así es, desde luego, pero ha podido llevarse a cabo porque en realidad no lo he hecho yo. Mis libros se han hecho a sí mismos e incluso me han hecho a mí. Por eso hablo de sueño. Y aún no he despertado, siempre quedan cosas que soñar.

-En ‘Venir desde tan lejos’ traza un diario lírico entre la gratitud, la melancolía y el asombro por lo vivido. A veces lo más asombroso parece lo más simple y elemental, ¿cuánto tardó en descubrir que ese era el secreto de todo?

-Lo que uno tarda en desprenderse de apriorismos y convencionalismos, es decir, un instante y toda una vida. No es tarea sencilla, por supuesto. Hay que aprender a mirar y a escuchar lo que las cosas dicen. No hay ninguna sin importancia. Todo lo vivo es igualmente valioso. A veces, lo más pequeño nos revela la totalidad. Una mínima chispa nos ilumina el mundo.

-Doce libros de poesía y una vida larga es un gran balance. Los diez primeros títulos están reunidos en ‘Las cosas como fueron. Poesía completa, 1974-2017’. Después llegaron ‘La rama verde’ y este último (todos editados por Tusquets). Medio siglo de oficio literario ha dado muchísimo de sí, ¿de qué se siente más feliz y satisfecho en su trayectoria lírica?

-Una trayectoria no se debe trocear. Todo ha sido necesario para llegar hasta aquí «desde tan lejos». En el largo recorrido habrá cosas más altas y cosas menores o incluso fallidas, pero hay que aceptar cada uno de los pasos que uno ha dado para que haya continuidad y que el andar no se detenga. Y es necesario haberlos dado con autenticidad, sin falsos atajos, sin saltos rocambolescos y sin trucos. Ese ha sido mi intento.

-LA VERDAD, que en 2023 le concedió el premio Los Mejores, junto a Dionisia García, ha sido testigo de su devenir literario, usted es lector diario de prensa escrita. ¿Es posible encontrar motivos poéticos en la actualidad?

-La actualidad siempre ha sido igual. Siempre ha estado llena en primer plano de ruido y de sangre. Los desmanes y atrocidades de ahora no son nuevos. Pero la realidad no es sólo eso. Hay además en ella, por fortuna, amor y misericordia: una madre que mira a su hijo y siente algo indecible en su pecho, un trigal en el que una mano prodigiosa ha derramado unas amapolas, alguien que logra perdonar y, al mismo tiempo, consigue su propio perdón.

«Si cuando empecé me hubieran dicho que tenía que hacer sin ayuda de nadie todo lo que al cabo veo que he hecho, diría que eso no estaba a mi alcance, que me superaba con mucho»

Pesos en la conciencia

-Honestidad y coherencia pueden definir muy bien su camino por la vida. Son valores muy apreciables, pero no tan comunes en el mundo de hoy.

-He procurado recorrer mi camino de la forma que usted señala. Esa ha sido mi aspiración, lo cual no quiere decir que haya sido yo un hombre intachable. Todos ocultamos en nuestros desvanes cosas que pesan en nuestra conciencia. Pero le digo con franqueza una cosa: haber estado en la vida como poeta me llena de orgullo. Hay también en ella personajes siniestros. De los más destacados de hoy no hace falta ni mencionar sus nombres, todos sabemos quiénes son. Debe ser terrible que la vida te haya puesto al nacer uno de esos nombres y no poder -ni querer- quitártelo de encima.

-De esta especie de autobiografía poética que nos presenta, ¿qué puede sorprender más a los lectores?

-Al escribir no intento sorprender a nadie con mi ingenio, con mis malabarismos o con mis ocurrencias inesperadas. Pretendo transmitir a quienes se acerquen a mis poemas las emociones que yo mismo sentí al escribirlos, conmoverlos como yo me conmoví ante el misterio de lo creado, un misterio que se manifiesta y nos estremece cuando nos paramos a mirar y a escuchar con atención.

«Tan sociable como cualquiera»

-En la soledad buscada de Puerto de Mazarrón, según sabemos, se encuentra el lugar de escritura de muchos de estos poemas. ¿No echa de menos allí esa definición del ser humano como animal social? ‘La vida es esto: / tanta quietud moviéndose, / estar sin nadie y conversar con todo’, nos dice.

-No soy ni mucho menos antisocial. Soy tan sociable o más que cualquiera. Necesito mucho a la gente, comunicarme con ella, estar con ella. Lo que ocurre es que la creación poética requiere soledad. Silencio, apartamiento, concentración, son imprescindibles para intentar encontrar lo que importa y poder ofrecérselo luego a los demás. Ese encontrar y ofrecer lo hallado compensa de cualquier sacrificio que uno haya podido hacer al retirarse. Y, en realidad, no es sacrificio, porque la soledad está poblada siempre de maravillas que no encontraríamos fuera de ella. La soledad no está vacía. Es lo que más lleno de todo está.

«Necesito mucho a la gente, comunicarme con ella, estar con ella. Lo que ocurre es que la creación poética requiere soledad. Silencio, apartamiento»

-En su obra, en términos generales, hay menos poesía celebrativa que poesía elegiaca, pero la melancolía no está reñida con el optimismo, insiste. En un poema, como en un día, todo es posible, ¿no es así?

-Toda mi poesía es canto y celebración. El poeta siempre celebra. Es un enamorado de la vida. Y hay muchas formas de celebrar. Una de ellas es la elegía, que, al menos en mi caso, es una celebración impregnada de melancolía. Hay en la melancolía un rescoldo muy vivo de la alegría que hemos tenido. Nunca se apaga, nos hace comprender y aceptar y no tiene nada que ver con la tristeza. La poesía es incompatible con la verdadera tristeza. La tristeza honda y grande no crea, sino que esteriliza a quien la sufre.

-¿A qué amigos está agradecido? La amistad es un arte también.

-A todos mis pocos amigos auténticos (que aun siendo pocos son muchos y mucho) les estoy profundamente agradecido. La vida sin ellos no sería más que intemperie. Para mí, la amistad no es un arte. Es un don, un regalo del cielo.


Eloy Sánchez Rosillo.


Juan Ballester

El autor y la mirada de Juan Ballester

Antes de ‘Venir desde tan lejos’, que ahora ve la luz, Eloy Sánchez Rosillo ha publicado once libros de poemas.Su anterior libro, ‘El sueño cumplido’ (2023), recoge los escritos de Sánchez Rosillo sobre poesía, además de poemas y entrevistas que versan también sobre el género. El fotógrafo murciano Juan Ballester, con el que comparte devoción y admiración por el pintor y escritor Ramón Gaya, es el autor de estos retratos que ofrece ‘Ababol’.

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