Muere Frederick Forsyth, maestro de suspense, a los 86 años

Muere Frederick Forsyth, maestro de suspense, a los 86 años

Lunes, 9 de junio 2025, 19:48

El escritor británico Frederick Forsyth, autor de célebres novelas de suspense como ‘El día del Chacal’, ‘Los perros de la guerra’ y ‘El expediente Odessa’, entre otras, murió este lunes a los 86 años de edad, según informó su agente literario, Curtis Brown. «Lloramos el fallecimiento de uno de los escritores de thriller más importantes del mundo», dijo Brown en un comunicado para informar de la defunción del narrador, que falleció en su casa, rodeado de su familia.

El escritor estaba dotado del don de la intriga. Gracias a su experiencia como periodista y a su trabajo en el MI6, el servicio británico de inteligencia, sus tramas eran leídas con pasión por una legión de lectores que buscaban en sus ficciones argumentos verosímiles apoyados en una sólida documentación. Sus libros, de los que vendió 75 millones de ejemplares, le reportaron formidables ingresos en concepto de derechos de autor, pero también la Orden del Imperio Británico, condecoración que recibió en 1997, así como el reconocimiento de los amantes de las historias de crímenes.

Forsyth alumbró ‘El día del Chacal’ cuando el oficio de periodista le procuraba magros ingresos. Nunca tuvo la ambición de que su nombre apareciera en los estantes de las librerías, y tampoco perseguía la gloria. «Después de todo, los escritores son criaturas extrañas, y si intentan ganarse la vida con ello, aún más», confesó en sus memorias.

Tras pasar una temporada en la Alemania del Este, Forsyth pasó a trabajar para la BBC y, en 1967, fue enviado a Nigeria para cubrir la guerra de Biafra. Sus crónicas no gustaron a la BBC, así que, defraudado y con pocas expectativas, presentó su dimisión y regresó a Biafra como reportero independiente en 1968. Allí ayudó a desvelar la terrible hambruna que conmocionó al mundo y comenzó a trabajar para el MI6.

A su regreso a Gran Bretaña, sin trabajo, sin casa y sin dinero, apostó a la desesperada por escribir una novela que lo sacara de la miseria. Fue una jugada arriesgada, pero a la postre magistral. Se sentó a escribir frenéticamente. Durante noche y día emborronó cuartillas, y en tan solo 35 días puso la palabra «fin» al texto. Después de ser despreciada por un sinfín de editoriales, la obra se convirtió en un éxito de ventas que traspasó las fronteras de la literatura para ser llevada al cine, que recurrió a la obra de Forsyth en repetidas ocasiones. El escritor fabulaba con el asesinato de Charles de Gaulle, una hipótesis que a la industria editorial le parecía descabellada. Pero no a los lectores. El éxito fue tal que el terrorista venezolano Illich Ramírez Sánchez fue apodado ‘Carlos el Chacal’, una muestra más de que la realidad imita al arte.

Gentes poco recomendables

Hombre fornido, de mirada penetrante y rostro alargado, Forsyth urdió tramas intrincadas en las que retrataba el submundo del espionaje, repleto de asesinos, ‘hackers’ y otras gentes de mal vivir. Esas historias eran aderezadas luego con sugerentes dosis de lujuria, lo que le granjeaba el éxito.

En ‘El expediente Odessa’, de 1972, Forsyth se inventó la historia de un joven reportero alemán que sigue los pasos de un criminal de guerra nazi, Eduard Roschmann, y descubre un entramado que protege y oculta a altos jerarcas de las SS. Como se ve, el escritor estaba muy bien informado.

El método que llevó a Forsyth al triunfo consistía en una exhaustiva labor de investigación, tarea en la que invertía un semestre, y una escritura veloz, aliñada con un montón de vicisitudes y una acción trepidante. Su vida parecía sacada de una novela. En 1974, cuando el autor recreaba el tráfico de armas en Hamburgo para escribir ‘Los perros de la guerra’, un mercader de la guerra reconoció su retrato en una librería. Forsyth dispuso de 80 segundos para salir del hotel. Cogió su dinero y su pasaporte y tomó el primer tren que salía.

Divorciado de Carole Cunningham en 1988, contrajo matrimonio con Sandy Molloy en 1994. La alegría duró poco, porque fue víctima de una estafa de inversiones y tuvo que escribir más novelas para salir a flote. Fue fiel a su propio mandato: ser un reportero que escribía novelas. En sus columnas para el ‘Daily Express’, destilaba acritud contra los poderosos. Veía en Putin a un «tirano» y tildaba a Trump de «trastornado». «En un mundo cada vez más obsesionado con los dioses del poder, el dinero y la fama, un periodista y un escritor deben mantenerse al margen», sentenciaba.

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