
En su primera rueda de prensa en Murcia, con un peinado tipo cresta propio de la época, en inglés y con un contrato hasta final … de temporada, Nemanja Radovic avisaba de su intención de quedarse «al menos un año más». Once años después para el número 11, un «murciano más» que al poco de pisar la huerta ya se atrevió a ofrecer ruedas de prensa en un español que comenzó a domar desde casa viendo ‘Los Serrano’, el hombre que dejaba el UCAM como el máximo anotador de su historia, recordaba a «un niño de 22 años» que llegó «en un momento tan complicado para el club».
Era la desesperada apuesta para ejercer de revulsivo en un equipo a la deriva. El UCAM de la 2013-14, a la llegada de Radovic, acumulaba ocho derrotas consecutivas que le tenían penúltimo. Y el momento era de lo más convulso. El primero de Radovic fue el primero sin el experimento fallido de Pete Mickeal, con el que se perdieron los cinco partidos en que fue alineado y en los que hubo que elegir entre Wood y Davis. El debut de Mickeal fue, además, el último de Óscar Quintana, destituido después de una cama de matrimonio ante el Obradoiro (47-83). Su sustituto, su asistente Marcelo Nicola, se estrenaba con la segunda derrota seguida por 36 puntos, en Zaragoza (103-67). Vestuario roto y equipo hecho unos zorros.
Inicio de la transformación
El ‘clic’ que no logró un campeón de todo lo consiguió un desconocido joven montenegrino de la factoría de talentos del Mega serbio, donde jugó con Nikola Jokic. Radovic llegó y, en su estreno, el UCAM se transformó en otro para barrer de San Pablo al Cajasol (73-93), que hoy ha vuelto a la Liga Endesa como Real Betis, pero que entonces era un equipo de ‘playoff’.
Ese niño de 22 años de Berane había llegado con un pan debajo del brazo. El UCAM ganaría lo mismo que perdería en lo que quedaba de curso, se mantenía y Radovic no se movía de Murcia.
A su vuelta en el año 2020, club y jugador se volvieron a encontrar asentados en una ACB en la que se conocieron y maduraron
En su primer año, el UCAM había esquivado un descenso al que iba de cabeza; en su segundo, firmaba un primer balance igual de victorias y derrotas; y, en su tercero, llegaba el primer ‘playoff’. El cuarto era el del estreno en Europa, a donde se garantizaría volver el UCAM terminada la temporada 2016-17, pero llegaba su ‘hasta luego’. Crecería con el Obradoiro y haría dos grandes temporadas en Zaragoza para volver en el mejor momento de su carrera.
En este segundo ciclo, Radovic y el UCAM se daban la mano más que asentados en una Liga Endesa en la que se encontraron todavía por madurar. La primera Copa del Rey por méritos deportivos, el regreso a Europa después de tres temporadas, la segunda Copa, el récord de victorias y la final de la Liga Endesa tenían que llegar también con él. Como, por supuesto, el bronce en la Champions League. Ese hito que el UCAM había conseguido sin él (Atenas 2018) sería replicado en una ciudad muy especial para su familia (Belgrado 2024).
Se busca líder
Su salida dejó lágrimas, pero también interrogantes. Radovic libera el puesto de ala-pívot suplente, el de un jugador que jugaba once minutos por partido y apenas lanzaba cuatro veces. Pero también el de un jugador que asumía este rol sin queja solo dos temporadas después de ser el más valorado en la 2022-23 y que el día después de no saltar a la cancha se presentaba a entrenar «con una actitud espectacular», declaraba Sito Alonso en una entrevista reciente en LA VERDAD.
El UCAM pierde a su jugador más implicado; la grada, a su corazón; y los jugadores, a su compañero favorito. Necesitan encontrar, por orden, a su hombre para todo, a su buque insignia y a ese jugador que sabe decirte lo que has hecho mal sin ofender y escuchar tu frustración si ese día toca una pasada por el hombro.
Sin el montenegrino, la entidad pierde a su hombre para todo; la afición, a su buque insignia; y los jugadores, a su compañero favorito
Hay que nombrar nuevo capitán y no cualquiera puede asumir el cargo. Los otros pesos pesados estuvieron el pasado miércoles acompañándole en su despedida. Ennis va a cumplir su tercer año en una Murcia que adora y de la que se deja adorar, es el máximo anotador y su estatus es el de estrella, pero también es altamente pasional y él mismo señalaba a Radovic como el que impedía que se saliera del redil.
El portador de ese 11 destinado a colgar del Palacio también era el psicólogo personal de un Kurucs que libra batalla con unos demonios que, pese a todo, le hacen imprescindible para competir a los de arriba. Y Sant-Roos, con pasado en el más alto nivel y termómetro del equipo, es el de carácter más frío, tanto que a veces puede parecer distante. La elección no será fácil, pero mucho menos cargar con su armadura.

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Enlace de origen : Radovic, el niño de Berane que llegó al UCAM con un pan debajo del brazo