Insuficiente reacción del Jimbee en el Palau

Con la Sagrada Familia de fondo, un par de entrenamientos y sin demasiado tiempo para digerir el 5-0 a ElPozo Murcia, el Jimbee Cartagena inició ayer la final para proclamarse campeón del fútbol sala español por segundo año consecutivo. La larga serie de cinco asaltos empezó en el Palau Blaugrana con un rival, el Barcelona, absolutamente necesitado de salvar la temporada con este título. Los azulgranas afrontaron esta primera cita crecidos, después de remontar al Jaén y al Palma en cuartos de final y semifinal, además de descansar 24 horas más que los meloneros. Detalles que, aunque mínimos, se notan.

Son 31 trofeos para los catalanes en su historia, pero solo 1 en dos temporadas. De ahí la imperiosa necesidad local de resurgir, de rematar la faena en estos ‘playoff’ de menos a más. El Barça salvó dos bolas de partido en las anteriores eliminatorias y había caído en las cuatro anteriores contra el equipo de Duda (Supercopa de 2024 y 2025 y Liga de 2024). Cero relajación, por lo tanto, para los muchachos de Tino Pérez. Remar a contracorriente no es buena idea y el Barcelona se lo grabó a fuego. El Jimbee se vio obligado a remontar a las primeras de cambio.

Eso se notó prácticamente desde el primer segundo, a pesar de que en el calentamiento Rafa Fernández se encargó de alentar a los jugadores en el centro de la pista. «Es una final, tenemos que meternos eso en la cabeza», les soltó el exportero, mano derecha de Duda. De poco sirvió porque a los 18 segundos el Barcelona escribió el resumen de la primera parte: los azulgranas, sin percutir en exceso, vivieron de contragolpes en superioridad numérica para ponerse por delante. Adolfo aprovechó una galopada en los primeros pestañeos y luego, en el minuto 6, le tocó turno a Matheus después de fintar a Motta (2-0) e un gran gesto técnico. Una pérdida de Osamanmusa no costó el 3-0 de Antonio Pérez por los pelos, gracias a Chemi.

Duda pide calma

El Barça vivió de esas rentas y Duda, evidentemente mosqueado, mandó un mensaje a los suyos en un necesario tiempo muerto. A las primeras de cambio, todo cuesta arriba. «Vamos 2-0. Calma o nos esperan más goles. No adivinemos». El hispano-brasileño reclamó tranquilidad, concentración y a fin de cuentas no dejar nada al azar, básicamente porque eso es un arma muy peligrosa con las estrellas azulgranas delante. Pese a ello, la sensación al descanso es que el Jimbee Cartagena generó más ocasiones y mereció más premio que el del 2-1, obra de Waltinho en jugada de pizarra en el 19; sobre todo, porque Gon Castejón golpeó a la cruceta, Pablo Ramírez incomprensiblemente al palo con todo a favor (estaba solo) y Motta, en un mano a mano, se encontró con Dídac.

La historia volvió a repetirse para el Jimbee. Los meloneros calcaron el partido de hace una semana en Murcia, cuando Gadeia, Rafa Santos y Ricardo Mayor penalizaron una caraja de los Duda en los primeros minutos de cada parte. Eso costó la derrota en la capital. Y eso lo dejó todo prácticamente visto para sentencia ayer, en Barcelona. A las 11 segundos marcó Pito el 3-1, en un gol donde Mouhoudine pudo estar más atento; y dos minutos después, en el 23, la enésima cabalgada en superioridad de los,locales la concretó Touré con una jugada personal, regateando y armando el disparo en una losa (4-1). La cosa no fue a más en los minutos posteriores porque Chemi, en el 24 y en el 25, evitó males mayores.

Desorden y K.O. técnico

Grogui, aturdido y en K.O. técnico el Jimbee. Superior, vigoroso y dispuesto a hacer más sangre el Barcelona, que demostró y dejó claro por qué tiene el presupuesto más alto, ficha a los mejores del mundo y es siempre el gran favorito a ganarlo todo, pese a atravesar una de las etapas más oscuras y de sequía de su historia. Al final, los grandes siempre resurgen de sus cenizas. Y le dio un baño al equipo de Duda, desordenado, caótico y que para nada se pareció a ese bloque férreo, unido y que le llevó a posicionarse como una de las plantillas menos goleadas. Todo falló y saltó por los aires. Más si cabe cuando los catalanes aprovecharon esa oleada de ocasiones para gustarse, con el 5-1 de Antonio Pérez de tacón.

Duda evitó a toda costa poner punto y final a ese monólogo azulgrana. Y al menos rascó una noticia positiva de este primer partido de la final: el portero-jugador. El Jimbee reaccionó, mejoró bastante con el juego de cinco y gracia a eso los minutos finales fueron claramente meloneros. Motta recortó distancias con el 5-2, el 5-3 y rozó el ‘hat-trick’; hasta Waltinho, muy forzado desde el suelo, acarició el 5-4 en los instantes finales. Era ya muy complicado. A los meloneros les toca hacer borrón y cuenta nueva: mejorar a nivel defensivo, conservar ese colmillo en el portero-jugador y dar un cambio drástico de imagen para este jueves a las 21.30 horas.