Memorias de La Condomina: cien años de latido grana

Memorias de La Condomina: cien años de latido grana

Antonio Zomeño

Viernes, 20 de junio 2025, 01:16

Cien años atrás, cuando los goles todavía se cantaban en blanco y negro, la ciudad de Murcia vio nacer un estadio en un terreno escoltado por bancales de limoneros y palmeras infinitas. El paraje del Pago de La Condomina bautizó para siempre el templo donde el Real Murcia definió su identidad a base de ascensos eufóricos, derrotas amargas y caídas a los infiernos. Desde su inauguración en la Navidad de 1924 hasta el amargo adiós en 2006; más de ocho décadas que han dejado una huella indeleble en la memoria murcianista. Ahora, un siglo después de aquel primer gol de Magdaleno Ariño, el club grana rinde tributo al hogar que nunca olvidará.

El próximo lunes 23 de junio, a las 19.00 horas, el Real Murcia ofrecerá un acto homenaje a los cien años de fútbol de La Condomina en el antepalco del Enrique Roca. El recorrido a través de la historia escrita por el murcianismo en el vetusto estadio será en un evento abierto al público, organizado por la Comisión Histórica del club, mediante la exposición de fotografías históricas y la ponencia de voces autorizadas que repasarán la memoria grana, con el fin de poner en valor un estadio que marcó una época, presente todavía en el mismo corazón de la ciudad.

  • 82
    temporadas vivió el Real Murcia en La Condomina como local, desde su inauguración en el día de Navidad de 1924 hasta el amargo adiós en 2006 con la derrota por 0-1 frente al Poli Ejido almeriense.

  • 24.000
    espectadores se reunieron en La Condomina para presenciar el partido de vuelta de octavos de copa ante el Athletic de Bilbao en la campaña 1954/55, un lleno rutilante que acabó en eliminación.

  • 4
    días se pasaron encerrados en los vestuarios de La Condomina los jugadores del Real Murcia en diciembre de 1992, a modo de protesta por los impagos del club, que vivía una profunda crisis económica.

Inicialmente de tierra, el terreno de juego de La Condomina brotó en verde en el invierno de 1925, después de los dos amistosos consecutivos celebrados ante el Real Madrid el 26 y 27 de diciembre de aquel año. Los encuentros se saldaron con sendas victorias pimentoneras por 3-1 y 1-0, ante los casi 6.000 espectadores que abarrotaron un estadio que apenas contaba con una pequeña tribuna lateral. Ambos triunfos fueron un hito histórico, un cambio sobre la percepción del Real Murcia en el incipiente panorama futbolístico nacional.

«Ese estadio era un campo diferente. La grada estaba encima tuya, era como estar dentro del partido», recuerda Acciari

Pese a estas dos victorias, el coliseo grana tuvo que esperar hasta 1940 para albergar un partido de la élite. Pero antes, el campeonato liguero vivió un parón obligado durante tres temporadas. Éstas fueron el reflejo de la Guerra Civil, que del 36 al 39 convirtió el campo de juego grana en un terreno de entrenamiento para el campo de batalla. Durante la contienda, el estadio sirvió como un lugar de instrucción de soldados y voluntarios del bando republicano, así como de centro para la reparación de camiones y tanques. Finalizado el conflicto, el Real Murcia volvió a batir al conjunto merengue en dos de sus cuatro visitas a La Condomina en los 40, dos partidos que la tradición oral y los historiadores granas catalogan como un punto de inflexión para la masa social del club.

Dos sobreaforos históricos

«En la 54/55, se reunieron unas 24.000 personas para ver al Athletic de Bilbao», explica el historiador y autor grana Pedro García sobre la vuelta de octavos de la entonces llamada Copa del Generalísimo. «Aquello fue un lleno impresionante. En el estadio sólo cabían unas 20.000 personas, pero se vendieron más entradas y hubo sobreaforo». Los murcianistas que acudieron en manada a La Condomina, hacinados entre las escaleras y agolpados contra las vallas publicitarias, vieron el sueño copero desmoronarse de forma cruel, con el gol en el último minuto que volteó la eliminatoria y apeó a los pimentoneros de la competición.


Una década más tarde, en la 1962/63, la parroquia grana vivió otra noche inolvidable, con final feliz. «Tras varios intentos fallidos en los años anteriores, el Murcia se jugaba el ascenso en la última jornada de liga ante el Levante, segundo clasificado. La Condomina vivió un lleno histórico, con la invasión de 5.000 aficionados granotas», narra el miembro de la Comisión Histórica grana. Afortunadamente, los levantinistas vieron cómo el gol de Lax servía para el ascenso directo del Real Murcia, ante el delirio colectivo de la afición local.

De la élite al infierno

La historia del Real Murcia, ligada de forma indisoluble a La Condomina, se narra a través de sus ascensos meteóricos y sus caídas estrepitosas. La prodigiosa década de los 80, con seis campañas en la élite, tres de ellas de forma consecutiva, fueron la antesala del descenso a los infiernos vivido en los 90, donde la habitual montaña rusa grana tomó el cariz de una crisis deportiva, institucional y social sin precedentes.

Durante la Guerra Civil, el antiguo feudo grana fue lugar de instrucción para los soldados y voluntarios del bando republicano

En medio del plan de saneamiento del fútbol español ideado por la RFEF mediante la reconversión de los clubes en Sociedades Deportivas Anónimas, en la 91/92 el Real Murcia fue descendido administrativamente a Segunda B por no lograr acogerse a este plan. Con una masa social reducida de 15.000 a 4.000 socios, la siguiente temporada estuvo marcada por los líos extradeportivos. En diciembre de 1992, los vestuarios de La Condomina vivieron el encierro de la plantilla del Real Murcia como medio de protesta ante los impagos del club. Tras cuatro días encerrados en los vestuarios, durmiendo en colchones tirados por los suelos y con sus familias llevándoles comida, la plantilla puso fin a la huelga tras obtener las garantías de cobro por parte del club.


David Beckham, a punto de armar el disparo en un Real Murcia-Real Madrid disputado en el antiguo feudo grana en mayo de 2004.


Juanchi López

Pero al regreso a Segunda aquel año le siguieron dos descensos consecutivos que desligaron, por primera vez en su historia, al Real Murcia del fútbol profesional. En la 95/96, condenado al fútbol de barro de la Tercera División, equipos como el Abarán, Los Garres o el Torre-Pacheco visitaron una Condomina que tan sólo siete temporadas atrás había acogido sobre su césped a futbolistas de talla mundial como Hugo Sánchez, Emilio Butragueño o Paulo Futre. El Murcia escapó del infierno, pero por el camino perdió la propiedad de La Condomina, comprada por el ayuntamiento como medio para paliar la rampante crisis económica del club.

Una leyenda grana

Desde la elegancia de Zidane hasta el cambio de ritmo de Cruyff, pasando por el dominio total de Di Stéfano, el desborde de Garrincha o el golpeo parado de David Beckham. La lista de leyendas del fútbol que se han vestido de corto en la centenaria historia de La Condomina daría para una novela, pero fue un pivote argentino quien se ganó el estatus de símbolo sagrado en la catedral de peregrinación del murcianismo. «El córner. El balón en la red. Y a partir de ahí, la locura. Decían que había 15.000 personas, pero habían como 20.000. No cabía un alma en el estadio», narra José Luis Acciari sobre los recuerdos que atesora de aquel legendario testarazo con el que devolvió al Real Murcia a la élite en la 2002/03, 14 años después.


Los jugadores granas se preparan para pasar una noche encerrados en La Condomina como protesta por una deuda con el club.


Juanchi López

«La Condomina era un estadio diferente. La gente estaba muy encima del césped; los aficionados del Murcia apretaban mucho y se creaba un ambiente muy bonito. Verlo desde la grada era como estar metido dentro jugando», rememora el eterno ’15’, que un año después de aquel mítico gol disputó los 90 minutos de la última victoria grana sobre el Real Madrid, cuando el doblete de Luis García hizo insuficiente el tanto de Guti tras asistencia de Zidane. Más de dos décadas después, éste sigue siendo el último partido acogido por el centenario estadio en Primera División.

El 12 de noviembre de 2006 llegó la amarga despedida ante el Poli Ejido, una mudanza dolorosa tras más de ocho décadas, unos 1.500 partidos condensados en 82 temporadas de sentimiento grana emanando desde el mismo corazón de la ciudad. «Todavía recuerdo aquel día, todo era nostalgia. La mudanza era algo que el Murcia necesitaba para poder seguir creciendo, pero La Condomina siempre va a ser un estadio especial para todos los murcianistas. Era algo muy bonito que ahora se está trasladando de abuelos y padres a hijos; esa masa social joven que el Murcia está construyendo. Se está pasando el testigo de generación en generación, y tenemos que mirar al futuro. Lo que está por venir va a ser todavía mejor», asegura José Luis Acciari.

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