Un ascenso como el buen vino: el último baile del Vóley Santomera

Un ascenso como el buen vino: el último baile del Vóley Santomera

Antonio Zomeño

Domingo, 22 de junio 2025, 09:25

Una expedición llena de amigos, un pub irlandés con acento murciano y el calor de un aficionado especial son los ingredientes que componen la receta de un último baile exitoso.Y es que el Vóley Murcia Santomera ha logrado el ascenso a Primera Nacional en la fase final de la promoción disputada en mayo en Alaró (Mallorca). No solo es el primer equipo masculino de la capital en alcanzar la división de bronce del voleibol patrio en los últimos 20 años, sino que la gesta ha sido lograda por un grupo cuya media de edad supera la cuarentena, frente a las piernas frescas y las miradas atónitas de sus rivales, veinteañeros en su plenitud física que, por edad, podrían ser sus hijos.

Los colocadores Pablo Cabrera (38 años) y Miguel Henarejos (48); los centrales Alessio Ausili (50), Antonio Ginés (39) y Ángel Daniel (32); los ‘cuatros’ Javi Sánchez (45), Samuel (32) y Antonio Frutos (45); los opuestos Rafa Postigo (47) y Miguel Mateo (37); y los líberos Fran (35) y Alejandro Medina (48) componen un equipo formado por diez jugadores de la Región, un murciano adoptivo con pasaporte italiano y un almeriense llegado desde Santander. Indistintamente rivales o compañeros durante sus dilatadas carreras, alguna de ellas llegando a pisar la élite del voleibol nacional, el verdadero eje vertebrador de este Vóley Murcia Santomera ha sido la amistad.

El afecto que se profesan les unió el pasado verano en el hotel que regenta uno de los miembros del equipo. La comida entre amigos precedió a una de esas largas sobremesas empapadas en cerveza, y terminó con la promesa de un último baile. Conocedores de que sus saltos finales sobre la red no andan lejos tras toda una vida de someter sus articulaciones, el objetivo de la temporada era disfrutar una última vez todos juntos. Han disfrutado, sí, y de qué manera.

El poder de la experiencia

La temporada regular, que empezó con un marcado carácter lúdico, se fue transformando a medida que las victorias se sucedían. En marzo, el equipo redimensionó sus aspiraciones y, tras certificar su clasificación a la fase final por la promoción, disputada en Mallorca del 22 al 25 de mayo, el cuadro regional se costeó de su propio bolsillo el vuelo hasta las Islas Baleares para disputar un ascenso a Primera Nacional que prepararon a conciencia.

El veterano conjunto se ha convertido en el primero de Murcia en alcanzar la categoría de bronce en los últimos 20 años

Cuando el joven equipo del Gandía, favorito de grupo, vio aparecer al veterano conjunto murciano al otro lado de la red en el partido de debut del torneo, por descontado pensaron en un contundente 3-0; y así fue. «Desde el primer momento notamos ciertas miradas por parte del Gandía», narra el capitán Antonio Frutos. «Venían con una actitud de pasotismo, con cierto desprecio al vernos, pero cuando empezó el primer set se les cortaron las risas y les cambió la cara». La arrolladora victoria en el debut de los murcianos anunció una fase de grupos invicta (3-0, 3-1, 3-2 y 3-1) de la que salieron como primer clasificado para la semifinal, en la que se jugaban el ascenso ante el Campello de Alicante.

Un ritual muy especial

Cuando el Vóley Murcia Santomera perdía en el ecuador de la semifinal por dos sets a uno, el aliento de la grada mallorquina les despertó. No fueron solo sus familiares; era el fruto de lo cosechado durante las dos jornadas previas. «Toda la gente de Alaró vino a ver las semifinales para animarnos; cuando le dimos la vuelta al partido y ganamos, saltaron todos a la pista a celebrarlo con nosotros», cuenta un emocionado Antonio Frutos. El ‘por qué’ se explica fácilmente: «El resto de equipos acababan sus partidos y se iban a dormir, estaban muy concentrados, pero nosotros nos quedábamos en la cantina del pabellón con toda la gente de allí, o nos íbamos todos juntos a beber cerveza en un pub irlandés hasta la madrugada».

El día de la final, con el ascenso ya celebrado en el bolsillo, repitieron el mismo ritual prepartido del resto de jornadas. «Mi hijo se llama Marco, tiene cinco años y le diagnosticaron TEA de nivel uno. En la recepción del hotel, antes de cada partido, les daba un abrazo a cada uno de los jugadores y les decía que les quería mucho. Marco tiene problemas de habla y socialización; era muy emocionante para todos», cuenta el veterano capitán.

En la final, el Sabadell, la mayor cantera masculina del vóley nacional, con varios internacionales sub-23 entre sus filas, se impuso al Vóley Murcia Santomera por 3-1. Pero el cuadro murciano, cuya edad media pasa por los 41 años, se encargó de hacer literal lo de ‘el último baile’. Con el partido agonizando camino a la derrota, la megafonía del pabellón puso ‘Sweet Caroline’ entre set y set. «Íbamos perdiendo pero nos daba igual; nos pusimos a bailar en medio de la pista y se sumó la gente de toda la grada. Entonces, vi a mi hijo Marco, con las manos arriba, dando palmas, y pensé que ya había ganado mi final particular. Cuando acabó el partido, nos pusimos todo el equipo a llorar. El logro deportivo es una pasada, pero ha sido una experiencia única y eso vale más que cualquier título», concluye Frutos, quien a sus 45 años ha disfrutado del voleibol como nunca.

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