
Valorar los conciertos de artistas legendarios nunca es fácil. Con más de medio siglo de carrera sobre sus espaldas, la discografía de Scorpions está trufada … de verdaderas joyas inmortales que muy probablemente seguirán sonando cuando ellos ya no estén. Al menos yo quiero creer que, si un apocalipsis nuclear no lo impide, habrá un futuro con adolescentes suspirando por un amor de verano mientras suena ‘Still Loving You’ y señores tratando de silbar el inicio de ‘Wind of Change’ en la ducha. ¿Qué debería pesar más, las carencias puntuales o agradecer la oportunidad de haber podido escuchar esas canciones en directo, quizá por última vez?
La segunda visita de Scorpions al Rock Imperium, esta vez para celebrar su 60 aniversario, fue una de cal y otra de arena. Los alemanes se presentaron con una producción escénica espectacular y a nivel musical ofrecieron una actuación dignísima, incluso sorprendente si tenemos en cuenta la edad de sus integrantes. Klaus Meine conserva su característico tono de voz, con ese bello timbre que destaca especialmente en las baladas, y solo su aparente fragilidad y estatismo escénico recordaron que el señor tiene ya 77 años y no está como para dar volteretas. El vigor que le faltó al cantante lo compensaron el dúo de guitarristas formado por Rudolf Schenker y Matthias Jabs, ambos fenomenales, y ese titán de la batería llamado Mikkey Dee, que tuvo su momento de protagonismo con un magnífico solo.
Sin embargo, un concierto que prometía y debía ser especial resultó ser prácticamente el mismo que vienen ofreciendo en los últimos años. Un popurrí con cuatro canciones de los 70 condensadas en unos 10 minutos fue la novedad más destacable de un repertorio predecible y prácticamente idéntico al de su primera visita a Cartagena, en 2022, llegando incluso a mantener ‘Gas in the Tank’, de ‘Rock Believer’, el disco que venían a presentar entonces. La recuperación de ‘Coming Home’, con la que abrieron el espectáculo, y ‘Loving You Sunday Morning’ fueron dos bienvenidas novedades de una actuación muy disfrutable, sobre todo para quien los viera por primera vez, pero que como celebración dejó la sensación de oportunidad perdida.
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Stryper
Predicadores del heavy metal
Otro aniversario musical celebrado en el festival este viernes fue el de Stryper. La banda más emblemática del heavy metal cristiano sopló 40 velas con un concierto que -en este caso sí- se sintió como una verdadera panorámica de toda una carrera. Aunque ‘To Hell With the Devil’, su disco más aclamado, tuvo un protagonismo ligeramente mayor, el grupo no cayó en la tentación de convertir el repertorio en un atracón de nostalgia ochentera y ofreció una equilibrada selección de clásicos, canciones de su etapa más reciente y algunas joyas no tan obvias de su catálogo.
Fue una decisión acertada, no por cuestiones de integridad artística, que también, sino por motivos puramente musicales. El grupo de los hermanos Sweet ha endurecido considerablemente su sonido con los años y los temas de su etapa más actual, de estilo más pesado y cañero, son un buen contrapeso para sus éxitos de los 80, que en ocasiones pueden resultar algo empachosos. Su capacidad para complementar ambas etapas en directo les permitió ofrecer una actuación muy redonda, con lo mejor de ambos mundos.
En ocasiones motivo de mofa dentro del mundillo por sus convicciones cristianas, Stryper convirtió a los no creyentes con una actuación de gran nivel, donde las guitarras de calidad no estuvieron reñidas con la sensibilidad melódica de unos estribillos muy coreables que unieron en comunión a todo el público del festival, para alivio vocal de un Michael Sweet al que le costó un poco entrar en calor. Hubo lanzamiento de biblias al público y el escenario quedó bendecido, no fuera que King Diamond se hubiera dejado algún demonio olvidado la noche anterior. Demos gracias a Dios.
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Amaranthe
Ventilando el armario
En una jornada encabezada por los aniversarios de los veteranos Scorpions y Stryper, otros nombres relativamente jóvenes sirvieron para traer frescura al Rock Imperium. Buena suerte intentando describir la propuesta de Amaranthe, una coctelera de géneros que fusionó metal extremo, rock alternativo, industrial, metalcore y pop sin ningún tipo de vergüenza. El suyo fue un espectáculo divertido y cargado de dinamismo, con hasta tres voces turnándose para asumir diferentes roles, para deleite del público más joven y amante de marcianadas como Electric Callboy o Avatar, aunque resultó un poco agotador seguirle el ritmo y hubo algunos problemas de sonido.
Merecieron mejor horario los nipones Head Phones President, que sufrieron de lo lindo a la hora de la siesta para levantar, bajo un sol de justicia, un recinto todavía bastante desangelado. La banda encabezada por la carismática Anza Oyama ofreció una buena demostració de metal moderno y con personalidad.
Dos formaciones murcianas fueron las encargadas de resolver la complicada franja de media tarde. Hitten, con su heavy metal retro, y 91 Suite, por la vía del hard rock melódico, callaron bocas entre los que hacen de menos a las formaciones locales y demostraron una calidad que les habría granjeado mayor popularidad en países menos cainitas.

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Enlace de origen : Scorpions en el Rock Imperium, con más nostalgia que veneno en el aguijón