Vladímir Putin conversó por teléfono con Donald Trump durante la tarde del jueves. Poco después de colgar, Rusia ordenó el peor ataque sobre Kiev desde … el comienzo de la guerra. La capital de Ucrania recibió 539 drones, a los que siguió la llegada de 11 misiles, en una atroz pesadilla nocturna. Es la clásica maniobra rusa: primero se envía un enjambre de aviones no tripulados con el fin de saturar las defensas antiaéreas y luego se aprovecha la distracción y el agotamiento para disparar la artillería pesada.
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En un país que sufre tres años y cinco meses de guerra, la conmoción provocada por este último bombardeo atestigua que el enemigo es capaz de superarse todavía en brutalidad. Los bomberos han viajado sin cesar de un distrito a otro para sofocar los incendios y calmar a la población que veía avanzar las llamas por las calles. Entre pavimentos reventados y coches retorcidos, cinco ambulancias que transportaban heridos han resultado alcanzadas por el efecto de las explosiones. El Gobierno ucraniano ha informado de que 24 personas han resultado heridas. «Un milagro», según un asesor presidencial. La eficacia de las defensas y la rutina de los vecinos, acostumbrados a pasar la noche en refugios y estaciones de metro a la mínima alerta, han evitado una nueva matanza, sostiene el gabinete de Volodímir Zelenski.
La intensidad inédita de la ofensiva se percibe en el aire del viernes. La contaminación sobre la capital se ha elevado con creces debido al humo de los incendios y a la caza del gato y el ratón entre los drones y los proyectiles antiaéreos. Las autoridades han ordenado a la población que cierren todas las ventanas y permanezcan en sus casas debido a la presencia de gases tóxicos.
«La ciudad arde», escribía esta madrugada la corresponsal de ‘Le Monde’. «La noche es una sucesión de fogonazos en medio del zumbido de los drones y el estruendo de las explosiones», señalaba Vasil, periodista que escribe un diario para un medio local, mientras informaba que la capital «permanece vacía y a oscuras. Nadie prende una luz. Nadie quiere atraer a los ‘Shahed’», dice en alusión a los aviones no tripulados de origen iraní que Rusia utiliza masivamente contra la exrepública invadida.
Incendios provocados por los impactos de los drones y misiles en la capital ucraniana.
AFP

Abajo, en el metro, los kievitas se han acostumbrado a una rutina extraña. A las seis de la tarde del jueves las alarmas comenzaron a sonar. A muchos les sorprendió haciendo compras, en el trabajo o en el gimnasio. Lo dejaron todo y se encaminaron hacia los refugios. Algunos cuentan a los periodistas que siempre tienen a punto una «mochila para el búnker» con algo de ropa, agua, una linterna, pilas, un cargador y una esterilla. El único contacto con el exterior durante esas horas son los chats que informan de dónde caen las bombas y los pitidos de alerta en los móviles.
Faltan misiles antiaéreos
«Es la mayor cantidad (de drones) que el enemigo ha utilizado jamás en un solo ataque «, ha informado este viernes el portavoz de la fuerza aérea, Yuri Ihnat, a la televisión estatal. Hasta ahora, el peor bombardeo había sido el del pasado domingo, cuando los rusos lanzaron 539 drones y misiles. El Kremlin parece haber consolidado una nueva fase ofensiva sobre Ucrania, en la que estas acciones masivas tienen un efecto mayúsculo. Mantienen ocupadas las defensas aéreas y obligan a los ucranianos a gastar enormes cantidades de munición, cada vez más escasas. Especialmente, a partir de esta semana en la que Estados Unidos ha cortado el suministro de misiles Patriot y Stinger.
El presidente de EE UU, Donald Trump, se refirió anoche a este extremo y negó que el Pentágono haya suspendido los envíos de armas a Kiev. Precisó que solo ha congelado las partidas de misiles tierra-aire y aire-aire que, en su opinión, su predecesor Joe Biden envió de manera masiva a Ucrania hasta «vaciar todo nuestro país. Debemos asegurarnos de tener suficientes para nosotros». Trump tiene previsto hablar este viernes con su homólogo Volodimir Zelenski, quien tratará de convencerle de que reanude el suministro de estos proyectiles para rearmar el paraguas ucraniano.
Una intensa humareda cubre Kiev horas después de la ofensiva rusa y ha obligado a los vecinos a refugiarse en sus casas.
EP

Rusia conoce las carencias de su rival. Esta madrugada utilizó siete bases de artillería: Briansk, Kursk, Primorsko-Akhtarsk, Shatalovo, Oriol, Millerovo y Lipetsk. Es una manera de diversificar el ataque y obligar a su rival a ampliar el escudo defensivo. No solo se trata de que intervengan las fuerzas antiaéreas de Kiev. Enclaves fronterizos como Sumi o Zaporiyia conforman la primera barrera para evitar que penetre hacia el interior del país el mayor número posible de ‘Shahed’, aunque no siempre es fácil. Aparte de los Patriot, el ejército cuenta con sistemas de interferencia electrónica que enloquecen a los drones y ametralladoras turcas Canik M-2 montadas sobre camionetas que se desplazan en función de la trayectoria de los ataques.
Firefighting efforts and debris removal are still ongoing after another Russian strike. This was one of the most large-scale air attacks – deliberately massive and cynical. In total, 550 targets were launched, including at least 330 Russian-Iranian “shaheds”, along with missiles,… pic.twitter.com/vnn31oST0z
— Volodymyr Zelenskyy / Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) July 4, 2025
El problema es que las balas trazadoras de estas armas solo llegan a 1.500 metros de altura y los rusos se han habituado a hacer volar sus aviones no tripulados por encima de esta altitud. El siguiente obstáculo es que las reservas de munición para las ametralladoras se reduce rápidamente.
Aun así, su efectividad es muy elevada. La fuerza aérea aseguró haber derribado 270 drones mientras otros 208 terminaron desviados o destruidos mediante dispositivos de guerra electrónica. El ejército ha registrado esta madrugada solo ocho impactos directos sobre la capital, aunque 33 zonas han padecido la caída de restos de misiles y drones.
Una conversación desalentadora
Todo ello sucede poco después de la conversación entre Putin y Trump del jueves. El presidente estadounidense no lo reconoció abiertamente, pero sabe que su mediación en este conflicto está fracasando. Después de la llamada viajó a un mitin en Iowa y durante el desplazamiento expuso su decepción a los periodistas que le acompañaban. «Solo quiero decir que no creo que él (Putin) vaya a detenerse, y eso es una lástima».
El líder ruso, según su principal asesor, le trasladó a Trump durante la llamada que Rusia estaba «lista para continuar las negociaciones», pero añadió que «no renunciará a su objetivo de eliminar las causas del conflicto«. El mismo mantra de las cinco conversaciones anteriores entre los dos presidentes. Cero avances.
Bomberos y rescatistas atienden a los kievitas tras las explosiones.
X-Volodímir Zelenski

En realidad, existe detrás de esta cadena de conversaciones y ataques una especie de complejas contradicciones que hacen muy difícil determinar los pasos del presidente ruso. En un episodio también psicodélico, después de sembrar la capital ucraniana de miedo y escombros, el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, no ha tenido mejor ocurrencia que enviar a la Casa Blanca sus felicitaciones por la celebración del 4 de julio.
Lavrov ha hecho llegar un mensaje al secretario de Estado Marco Rubio donde le expresa su confianza en mantener una «estabilidad positiva» en la relación entre los dos gobiernos. Además, le pide que traslade «mis sinceras felicitaciones al pueblo estadounidense con motivo de la fiesta nacional « y el apoyo de la Federación Rusa para que cumpla el «tradicional sueño americano».
No es el único dirigente del ámbito postsovietico que se apunta a esa peculiar atmósfera dual. Alexander Lukashenko, el presidente bielorruso, ha aprovechado el Día de la Independencia para pedir a Trump la normalización de relaciones entre su país y Estados Unidos. Por medio de un telegrama, el principal aliado de Putin lamenta que la cooperación entre las dos administraciones registrada durante el primer mandato del líder republicano se desviara «desafortunadamente» de una «línea positiva» y considera que «es hora de cambiar esto».
Lukashenko sostiene que el distanciamiento «no corresponde a los intereses nacionales de nuestros países» y apuesta por «el restablecimiento de una dinámica positiva en los contactos y de proyectos de cooperación mutuamente beneficiosos», lo que obviamente supondría suspender las sanciones internacionales contra Bielorrusia.
La Casa Blanca aún no ha respondido a Lavrov ni a Lukashenko.

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Enlace de origen : Moscú lanza su mayor ataque sobre Kiev y luego felicita a EEUU por el 4 de julio: «Le deseo cumplir el sueño americano»