Palmer corona al Chelsea en el Mundial y baja a la tierra al PSG

Palmer corona al Chelsea en el Mundial y baja a la tierra al PSG

Domingo, 13 de julio 2025

El Chelsea bajó a la tierra al PSG, el rey de Europa, y se convirtió en el primer campeón del Mundial de Clubes en su nueva versión expandida merced a una gran sorpresa con un nombre propio. Cole Palmer fue un coloso y despachó una actuación memorable, coronada por un doblete y una asistencia que humanizaron a un rival que parecía intratable pero acabó desangrado a través de la herida abierta por el enorme talento inglés.

El nuevo monarca del fútbol mundial contó con su ’10’ como piedra filosofal, pero también con el tremendo despliegue de Moisés Caicedo en el centro del campo, las providenciales paradas de Robert Sánchez o el momento goleador del recién llegado Joao Pedro. Muchos argumentos que, junto al perfecto trabajo táctico dirigido por Enzo Maresca, depararon una final absolutamente imprevista y provocaron el naufragio de una nave que parecía tan invulnerable como el Titanic.

Guion sorprendente, al más puro estilo americano, con show musical previo a la final y en el descanso, himno estadounidense, las ya acostumbradas presentaciones individuales y el speaker de boxeo que tanto han chocado en el clásico mundo del fútbol.

Chelsea

Robert Sánchez, Malo Gusto, Chalobah, Colwill, Cucurella, James (Dewsbury-Hall, min. 77), Enzo Fernández (Andrey Santos, min. 60), Caicedo, Palmer, Joao Pedro (Delap, min. 67) y Neto (Nkunku, min. 77).

3

0

PSG

Donnarumma, Hakimi (Gonçalo Ramos, min. 73), Marquinhos, Beraldo, Nuno Mendes, Joao Neves, Vitinha, Fabián Ruiz (Zaire-Emery, min. 73), Doué (Mayulu, min. 73), Dembélé y Kvaratskhelia (Barcola, min. 58).

  • Goles:
    1-0: min. 22, Palmer. 2-0: min. 30, Palmer. 3-0: min. 43, Joao Pedro.

  • Árbitro:
    Alireza Faghani (Australia). Amarillas a Neto, Caicedo, Malo Gusto, Colwill, Dembélé y Nuno Mendes. Roja directa a Joao Neves, min. 85.

  • Incidencias:
    Final del Mundial de Clubes disputada en el MetLife Stadium (Nueva Jersey).

El primer Mundial de Clubes de gran formato llegó a su última entrega con las cartas marcadas. Luis Enrique puso sobre el tapete el planteamiento y el once previstos, que habían funcionado como un reloj suizo. Por su parte, Maresca apostó por Reece James para reforzar el centro del campo junto a Caicedo y Enzo Fernández, y así replicar el sistema del PSG con un efecto espejo.

Bajo estas premisas, el Chelsea, de menos a más en el torneo, trató de sorprender de inicio, precisamente con las armas de su rival, la presión agresiva arriba. Su esfuerzo dificultó la salida de balón francesa de partida y posibilitó la recuperación ‘blue’, que permitió al conjunto inglés instalarse cerca del área rival.

Así, el equipo de Londres firmó un inicio imprevisto. Dominio territorial londinense y una excepcional ocasión de su elemento diferencial, Cole Palmer, que tras un taconazo de fantasía de Joao Pedro no atinó con el arco de Donnarumma por escasos centímetros.

No le gustaba el panorama a Luis Enrique, hiperactivo en su área técnica para tratar de corregir la tendencia del prólogo. El campeón de Europa trató de serenar su entrada en la final a través de la posesión cocinada en su poderosa sala de máquinas, pero Moisés Caicedo se convirtió en el elemento disruptivo ante este planteamiento por su enorme capacidad para llegar a cualquier balón.

Con más o menos apuros, el PSG fue abriéndose camino hacia la puerta rival, amenazada por primera vez por un disparo abajo de Doué, atajado de forma felina por Robert Sánchez. Parecía haberse sacudido el dominio ‘blue’ de inicio el monarca del Viejo Continente cuando el enésimo buen envío en largo del portero español, un error de Nuno Mendes frente a la incorporación de Malo Gusto y la exquisita definición de Cole Palmer con la pierna zurda fabricaron el primer gol de la final.

Tembló el campeón de Champions, un equipo que últimamente parecía intratable, y un talento transcendental como Palmer olió la sangre del enemigo. Otra vez la misma fórmula, una pierna izquierda letal para alojar el balón en el hueco imposible para Donnarumma tras una fantástica conducción. Segundo tanto del inglés en media hora y situación límite para un PSG sin demasiada capacidad de reacción, totalmente humanizado por el buen hacer táctico del Chelsea de Maresca.

Esta vez fue el italiano el que se llevó la pugna de la pizarra frente a Luis Enrique, consumado especialista obligado a inventar un milagro al descanso para aferrarse a una final definitivamente encarrilada por el tercer gol inglés, obra de Joao Pedro pero mérito en gran medida del genio Palmer, que encontró el pase definitivo para el enrachado delantero brasileño.

Parada providencial

Sin cambios pero obligado a una hazaña, el PSG regresó de los vestuarios dispuesto a intentarlo. Llegó la primera cabalgada de Kvaratskhelia, tan entonado durante todo el torneo como desaparecido en la final, y Robert Sánchez atajó el disparo abajo del georgiano. El meta cartagenero, gigante, incrementó notablemente sus méritos ante el remate a bocajarro de Dembélé. Con tiempo por delante el tanto del candidato al Balón de Oro podía abrir la final y fue por lo tanto una intervención providencial, que frenó cualquier atisbo de reacción francesa.

El Chelsea contuvo con eficacia el estéril acoso del PSG, que acabó con diez en mitad de la frustración. Tanto que estuvo más cerca el cuarto tanto inglés, en un mano a mano con Delap y Donnarumma como protagonistas, que un tanto que recortase distancias y diese algo de vida a una final decidida mucho antes por una actuación descomunal de Cole Palmer, el nombre propio de un Mundial ‘blue’.

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